Cachemira, del para¨ªso al infierno
Las conversaciones de paz entre India y Pakist¨¢n reciben una buena acogida popular
"Si hay un para¨ªso en la tierra, est¨¢ aqu¨ª", cuentan que dijo el emperador mongol Jehangir al contemplar el valle de Cachemira, que en el siglo XVI se convirti¨® en su residencia de verano. Cachemira, sin embargo, es un infierno desde hace 15 a?os. Entonces, cansados de los abusos y la manipulaci¨®n del Gobierno central indio, se levantaron en armas, con el apoyo de Pakist¨¢n, los rebeldes del Frente de Liberaci¨®n de Yamu y Cachemira (JKLF). Los enfrentamientos con el Ej¨¦rcito indio han dejado 70.000 muertos, en su mayor¨ªa civiles. Las conversaciones de paz entabladas por el primer ministro indio, Atal Behari Vajpayee, y el presidente paquistan¨ª, Pervez Musharraf, han devuelto la esperanza entre la mayor¨ªa de los seis millones de habitantes del valle.
"Despu¨¦s de tanta sangre, est¨¢ claro que las armas no solucionan el problema"
Cachemira se extiende a las faldas del Himalaya, cuyas impresionantes cumbres blancas se elevan sobre el verdor del valle y el azul impoluto de su cielo. En Cachemira no hay industrias; las pocas que hab¨ªa huyeron hacia el sur, al igual que decenas de miles de hind¨²es que se establecieron en Yamu, la capital de invierno de este Estado del extremo norte de India. Un elevado puerto separa la llanura del valle, que se encuentra totalmente tomado por el Ej¨¦rcito y la polic¨ªa paramilitar. Tanquetas, blindados, sacos terreros, campamentos, cuarteles y sobre todo cientos de miles de efectivos.
En la carretera que separa Srinagar, la capital de Cachemira, de Yamu, los soldados patrullan incluso a pie entre un control y otro, recorren pueblos y aldeas; est¨¢n por todas partes. "Hay seis soldados por cada cachemir", dice Anand, encargado de la construcci¨®n del ferrocarril que unir¨¢ las dos ciudades en 2010. Anand, que procede del sur de India, lleva cuatro a?os en el valle y ha rechazado la protecci¨®n militar de sus obras. "Si hay soldados te conviertes en objetivo de la guerrilla", argumenta.
No piensa de igual manera Farooq Abdullah, l¨ªder de la Conferencia Nacional (NC), que ya fue objeto de un atentado en 1987 y que ahora hace campa?a para renovar su esca?o en la Lok Sabha (Parlamento central) rodeado por m¨¢s militares que simpatizantes. De hecho, los soldados han instalado en mitad del campo, donde se celebra el mitin, un arco detector de metales, y los pocos que acuden son cacheados minuciosamente despu¨¦s de atravesar el arco. "Nosotros, los cachemires, tenemos que participar en las negociaciones y el Gobierno central tiene que darnos a conocer su Hoja de Ruta para el plan de paz", declara Farooq Abdullah, ex jefe del Gobierno regional y ahora jefe de la oposici¨®n local, que aboga porque la L¨ªnea de Control, que divide Cachemira desde la guerra de 1947 y es vigilada por cascos azules de Naciones Unidas, se convierta en frontera definitiva.
Los separatistas han llamado al boicoteo de estos comicios y apenas un 27% de cachemires ha votado en las tres primeras fases. Para evitar que las elecciones se conviertan en un ba?o de sangre en un pa¨ªs con tensiones separatistas por los cuatro costados, la Comisi¨®n Electoral organiz¨® cinco fases de votaci¨®n entre los d¨ªas 20 de abril y 10 de mayo, de manera que se pueda trasladar a la polic¨ªa de una regi¨®n a otra y proteger a los electores. En el Estado de Yamu y Cachemira, las fuerzas de seguridad se mueven por distritos, de ah¨ª que, pese a que s¨®lo cuenta con una poblaci¨®n de 10 millones de personas, hay convocatorias en todas las fases.
"Despu¨¦s de tanta sangre ha quedado claro que las armas no solucionan el problema. Tenemos que buscar una salida negociada entre India, Pakist¨¢n y Cachemira", afirma Nafir, de 28 a?os, que tiene cuatro hermanas y cuyo padre decidi¨®, como ¨²nico var¨®n, protegerle del conflicto y le envi¨® a estudiar a Bombay. La relativa calma que se vive en el valle desde principios de siglo le ha permitido volver.
Los cachemires quieren vivir en paz y est¨¢n hartos de ser utilizados por los Gobiernos de Islamabad y Nueva Delhi para resolver sus diferencias. Yamu y Cachemira son la ¨²nica regi¨®n de mayor¨ªa musulmana de India. Al hacerse la partici¨®n del imperio brit¨¢nico, en 1947, los ingleses, que hab¨ªan colocado al frente de esa regi¨®n a un hind¨², dejaron a los nuevos Estados la patata caliente de la celebraci¨®n del refer¨¦ndum que deb¨ªa determinar el futuro de Cachemira. Ese mismo a?o estall¨® la primera guerra indo-paquistan¨ª al negarse India a celebrar una consulta que sab¨ªa que ten¨ªa perdida. Hubo una segunda y, en el a?o 2002, las dos superpotencias nucleares estuvieron a punto de enzarzarse en otra; adem¨¢s de la miniguerra de 1999 en la ciudad de Kargil y de las continuas y sangrientas escaramuzas fronterizas.
Aunque el n¨²mero de v¨ªctimas mortales se ha reducido considerablemente desde hace un lustro, el goteo de muertos es diario. Este viernes murieron cuatro militantes en enfrentamientos con el Ej¨¦rcito, que inform¨® de que dos de ellos eran "extranjeros". El s¨¢bado muri¨® una ni?a por un artefacto explosivo, y un hombre de 60 a?os fue asesinado por "chivato" por los extremistas.
El jefe del Alto Estado Mayor del Ej¨¦rcito indio, el general N. C. Vij, afirma que en los ¨²ltimos meses pr¨¢cticamente no ha habido infiltraciones de militantes "extranjeros" (eufemismo utilizado en India para referirse a los cachemires de la zona paquistan¨ª), lo que ha supuesto, seg¨²n el general, una reducci¨®n de la violencia a la mitad. Las conversaciones de paz entre India y Pakist¨¢n se concretaron en noviembre pasado en una tregua unilateral de las organizaciones armadas que se encuentran al otro lado de la L¨ªnea de Control, implantada por Naciones Unidas que divide Cachemira. India ha utilizado estos meses para reforzar con alambradas de espino toda la L¨ªnea de Control que, si progresan las negociaciones, podr¨ªa convertirse en la frontera oficial entre los dos Estados.
Farooq Abdullah, que siempre ha mantenido una l¨ªnea muy dura contra Pakist¨¢n, aunque se ha moderado desde que est¨¢ en la oposici¨®n, dice que "es demasiado pronto para echar las campanas al vuelo. Habr¨¢ que esperar al deshielo; s¨®lo entonces sabremos si ha dejado de haber infiltraciones, porque con estas nieves los terroristas no pueden pasar".
La paz no ser¨¢ f¨¢cil. Los ministros de Exteriores de los dos pa¨ªses tienen previsto reunirse a finales de este mes, pero para entonces puede que el principal impulsor de la paz, Atal Behari Vajpayee, haya dejado de ser primer ministro y el nuevo Gobierno tendr¨¢ que poner en la mesa su propia iniciativa.
El presidente Pervez Musharraf tambi¨¦n lo tiene dif¨ªcil. La semana pasada, Hafiz Said, l¨ªder de una de las principales organizaciones radicales isl¨¢micas paquistan¨ªes, calific¨® su postura negociadora de "intolerable". Said acus¨® al presidente de minar la lucha armada de los muyahidin que tratan de liberar Cachemira y subray¨® ante un millar de seguidores que la ¨²nica soluci¨®n para Cachemira es la "guerra santa".
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