La grandeza del Depor
Desde la distancia es f¨¢cil comprobar que V¨ªctor y Mauro Silva encontraron en el Depor un sitio donde desarrollarse plenamente. El gran acierto del Depor fue ejecutar un proyecto ambicioso en t¨¦rminos humanos: saber buscar hombres que se comprometan y darles un tiempo y un lugar para que crezcan. Hoy el club demuestra que la ambici¨®n no es s¨®lo invertir dinero. Me rebelo contra los preconceptos. El misterio del f¨²tbol es la b¨²squeda de algo nuevo. Los n¨²meros no dan alegr¨ªas a la gente. Las ambiciones deportivas, s¨ª.
Dec¨ªa Shakespeare que "algunos nacen grandes y otros se hacen grandes". Esta frase es v¨¢lida para el f¨²tbol. Para m¨ª, es gratificante el ejemplo del Depor, un club en principio modesto, en una ciudad no muy grande, con una afici¨®n entusiasta pero limitada en n¨²mero, aspirando a la Champions y demostrando que los ¨¦xitos no est¨¢n reservados a los grandes. Los peque?os tambi¨¦n pueden forjar su destino glorioso. Por eso me sorprende tanto que en Espa?a ciertos clubes que por plantilla, apoyo de la afici¨®n y capacidad econ¨®mica podr¨ªan aspirar a grandes gestas se conformen con logros peque?os. El caso de los de Sevilla es paradigma de la abundancia: historia, entusiasmo por el f¨²tbol, canteras privilegiadas, marco econ¨®mico propicio, buen clima... ?Qu¨¦ impedimento tuvo el Sevilla que no tuviera el Depor? Con seguridad, hace 15 a?os nadie pensaba que el Depor pod¨ªa ganar la Champions por delante del Manchester, el Bayern, el Milan, el Arsenal o el Madrid. Y, ciertamente, si el Depor hubiese pensado s¨®lo en lo que no ten¨ªa nunca habr¨ªa prosperado.
El modelo del Depor es el inverso al del Madrid. Invierte en jugadores de clase media, como Andrade o Duscher, buscando en mercados como el brasile?o, el argentino o el portugu¨¦s. Para encontrar jugadores de ese nivel, j¨®venes, con ambici¨®n y ganas de progresar, no hace falta tanto dinero.
Hay estructuras tan grandes que para incorporar a un jugador necesitan la opini¨®n de 20 personas. A veces es mejor la de una sola, si est¨¢ comprometida. Hay estructuras que por m¨¢s ojeadores que reparten no logran un jugador. Telefonear, por m¨¢s poder que se tenga, no es lo indicado. Por eso decid¨ª ir personalmente a mirar partidos de f¨²tbol base cuando era el seleccionador del equipo juvenil de Argentina. Sin recomendaciones, sin prejuicios, sin buscar en clubes grandes, sin esperar profesionales ya formados. ?C¨®mo el Madrid y el Bar?a no tienen un Reyes, un Joaqu¨ªn o un Vicente?
Encontrar al hombre indicado es una virtud que el Depor luce a gala. Sabe lo que busca. Sabe que invertir en jugadores que no pueden superarse es una inversi¨®n mal echa. Mauro es el ejemplo. Un brasile?o con unas caracter¨ªsticas que lo convierten en poco apreciado en Brasil, donde hay much¨ªsimos parecidos y la afici¨®n vive pendiente de volantes del tipo de S¨®crates, Gerson, Cerezo o J¨²nior. A Coru?a le ofreci¨® el escenario para que se convirtiera en un l¨ªder.
Por fortuna, el f¨²tbol no depende exclusivamente del potencial econ¨®mico o medi¨¢tico. Si se tiene un buen equipo, en armon¨ªa con el cuerpo t¨¦cnico, comprometido, con orgullo y sin conformarse con median¨ªas o triunfos aislados, con hambre de gloria, ?por qu¨¦ no se puede pensar en ser campe¨®n?
Jos¨¦ Pekerman ha sido tres veces campe¨®n mundial con Argentina en categor¨ªas inferiores y m¨¢ximo responsable de la selecci¨®n absoluta entre 1999 y 2002.
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