Magn¨ªfico poema en prosa
Basta el arranque de H¨¦ctor para deducir de ¨¦l sin margen de duda ante qu¨¦ altura estamos de nivel de oficio y de facultades para la creaci¨®n cinematogr¨¢fica de su directora. Grande y refinada altura. El filme es noble y va al grano con admirable limpieza, sencillez y soltura. Gracia Querejeta nos hace entrar con alta precisi¨®n e igual ligereza en lo que quiere representar y proponernos. Le bastan cuatro escuetos di¨¢logos y la puesta en marcha de una veloz y poderosa secuencia transparente, de ¨¦sas que no se ven aunque tienen un alt¨ªsimo grado de existencia.
En el arranque de ¨¦ste su cuarto largometraje, la cineasta nos sit¨²a de entrada -quiz¨¢ como un juego inconsciente de carta de presentaci¨®n- ante un golpe de estilo, ante la evidencia de que hay en lo filmado por ella rasgos identificadores de una manera suya, distinta a todas, de hacerlo. Es lo que llaman maestr¨ªa, la misteriosa capacidad de algunas miradas para imprimir huellas dactilares invisibles sobre la piel de una pantalla.
H?CTOR
Direcci¨®n: Gracia Querejeta. Int¨¦rpretes: Nilo Mur, Adriana Ozores, Dami¨¢n Alc¨¢zar, Joaqu¨ªn Climent, Nuria Gago, Unax Ugalde. G¨¦nero: drama. Espa?a, 2004. Duraci¨®n: 107 minutos.
Y si nos adentramos en la secuencia de H¨¦ctor, pronto se percibe que tal maestr¨ªa no es fugaz sino sostenida, no llega a la pantalla a r¨¢fagas, sino que es un soplo interior y constante de la manera de filmar de una cineasta que ha dejado pronto -quiz¨¢s demasiado pronto- atr¨¢s los caminos y los balbuceos del aprendizaje. Y que quiz¨¢ esta vez se conf¨ªa en exceso, pues hay en la zona final del filme algunos desfallecimientos en el juego y en la definici¨®n de los personajes que s¨®lo puede proceder de descuidos e imprecisiones en la escritura de fondo de ¨¦stos, una escritura que empieza muy firme y luego deja ver algunas carencias.
H¨¦ctor es una buena pel¨ªcula, y est¨¢ hecha por Gracia Querejeta con inteligencia y soltura magn¨ªficamente combinadas con complejidad y buen c¨¢lculo. Es vivo el retrato inicial y el avance introspectivo del chico protagonista, H¨¦ctor, hacia la inicialmente tortuosa y finalmente llana conquista de su identidad. El juego de int¨¦rpretes que rodea la pasi¨®n de este muchacho parece trazado con tiral¨ªneas y el juego de puntos de vista -?qui¨¦n relata el filme?, ?el adolescente en tr¨¢nsito a la edad adulta, o la hermana de su madre muerta, que busca ocupar el lugar en el mundo que ella dej¨® vac¨ªo?- posee una notable e intrincada riqueza, que permite situar al retrato de este adolescente entre lo m¨¢s sutil y refinado del cine espa?ol reciente.
Y su idilio maternal con este chico protagonista, Nilo Mur, deja a Adriana Ozores hacer uno de sus apasionantes vuelos a ras de suelo, otro prodigio del instinto de esta inmensa actriz para la interpretaci¨®n verista, su arte de captura de la peque?a vida con que se hacen los grandes personajes. La pel¨ªcula crece as¨ª con suave eficacia, encuentra sin forzamiento los relevos de personajes, los respiros secuenciales y los descansillos argumentales precisos para que el inter¨¦s crezca pese a tratarse de un lento movimiento de relato intimista sin apenas acci¨®n, sin sucesos y sin vuelcos emocionales.
Babelia
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