El espantajo catal¨¢n
Las elecciones generales del 14-M han sido las elecciones m¨¢s catalanas de todas las celebradas hasta la fecha. Si las de 2000 fueron elecciones vascas, en la medida en que el presidente del Gobierno de la naci¨®n dio prioridad sobre cualquier otro tema al contencioso con el Gobierno vasco, las de 2004 han sido catalanas, en la medida en que se pretendi¨® que fueran unas elecciones marcadas por el Gobierno tripartito en Catalu?a y por el riesgo que para la estructura del Estado espa?ol supon¨ªa la presencia de un partido independentista catal¨¢n en el Gobierno de la Generalitat. La entrevista de Carod Rovira con la direcci¨®n de ETA serv¨ªa como punto de enlace de la campa?a de 2000 con la de 2004. Tanto en 2000 como en 2004 se nos ven¨ªa a decir, por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, nos encontr¨¢bamos ante formas de manifestaci¨®n diversas de un mismo riesgo para la unidad de Espa?a.
Tras perder las elecciones, el PP sigue explotando lo que pens¨® que iba a ser un fil¨®n catal¨¢n, aunque no lo ha sido
Como todo el mundo sabe, el resultado de esta estrategia electoral para el PP ha sido completamente distinto en 2004 del que fue en 2000. No solamente ha perdido las elecciones frente al PSOE, sino que ha visto adem¨¢s crecer electoralmente a los partidos nacionalistas m¨¢s radicales y, singularmente, a ERC, que ha sido uno de los grandes triunfadores del 14-M.
Parece que ser¨ªa l¨®gico que el PP hubiera extra¨ªdo las conclusiones apropiadas de la manifestaci¨®n del cuerpo electoral y que hubiera entendido que los ciudadanos espa?oles no consideran que est¨¦ amenazada la unidad de Espa?a por la llegada del PSOE al Gobierno de la naci¨®n o por la incorporaci¨®n de ERC al Gobierno de la Generalitat y que hubiera dise?ado una estrategia de oposici¨®n que no fuera un calco de la que se hab¨ªa seguido en los ¨²ltimos ocho a?os.
Y sin embargo, no est¨¢ siendo as¨ª. El PP se est¨¢ comportando en el comienzo de esta legislatura de manera similar a como se comport¨® en el comienzo de la legislatura anterior. Si en 2000, tras ganar las elecciones por mayor¨ªa absoluta, sigui¨® explotando el fil¨®n vasco que tan buen rendimiento electoral le hab¨ªa proporcionado, en 2004, tras perder las elecciones, sigue explotando lo que pens¨® que iba a ser un fil¨®n catal¨¢n, a pesar de que no lo ha sido.
Los t¨¦rminos en que la estrategia se expresa son mucho menos dram¨¢ticos de los que se utilizaron hace cuatro a?os, pero el dise?o sigue siendo el mismo. Si hace cuatro a?os se denunciaba la escasa fiabilidad de un hipot¨¦tico Gobierno del PSOE para hacer frente al asalto al Estado por parte de los nacionalismos, en el d¨ªa de hoy se denuncia la posible aceptaci¨®n por parte del Gobierno de la naci¨®n de la estrategia asim¨¦trica del Gobierno catal¨¢n, cuya primera punta de lanza ser¨ªa la revisi¨®n de la financiaci¨®n de la comunidad aut¨®noma de Catalu?a y cuya primera v¨ªctima ser¨ªa la comunidad aut¨®noma de Andaluc¨ªa.
Antes de ayer lo apuntaba Javier Arenas, para quien cualquier reforma "bilateral" del modelo de financiaci¨®n auton¨®mica "vendr¨¢ en perjuicio de Andaluc¨ªa y tendr¨¢ el sello de la insolidaridad y de la asimetr¨ªa". La factura catalana la tendr¨ªamos que pagar los dem¨¢s y, de manera singular, los andaluces, que nos ver¨ªamos preteridos en un asunto tan fundamental como ¨¦ste.
Resulta sorprendente que el dirigente de un partido que, cuando fue Gobierno de la naci¨®n, maltrat¨® sistematicamente desde un punto de vista econ¨®mico y financiero a la comunidad aut¨®noma de Andaluc¨ªa, neg¨¢ndose a pagar la deuda contra¨ªda por el Estado y cuantificada por el propio PP en 2.500 millones de euros, se presente ahora como defensor frente a cualquier posible preterici¨®n de Andaluc¨ªa en el terreno de la financiaci¨®n. Andaluc¨ªa ha estado preterida en estos ¨²ltimos ocho a?os en relaci¨®n con todas las comunidades aut¨®nomas sin excepci¨®n. No respecto a Catalu?a, sino respecto a todas. La liquidaci¨®n de la deuda que, seg¨²n parece, se va a llevar a efecto antes del 30 de junio, supondr¨¢ deshacer el entuerto generado por los Gobiernos del PP. En ese momento tendremos el contador a cero y podremos empezar a hablar en condiciones de igualdad con todas las dem¨¢s comunidades sobre la reforma del modelo de financiaci¨®n auton¨®mica.
Desde la transici¨®n en general y desde la entrada en vigor en particular Andaluc¨ªa no ha pagado ni una sola factura catalana. No ha sido de Catalu?a de donde han venido nuestros problemas de financiaci¨®n. Han venido de los Gobiernos del PP y nada m¨¢s que de los Gobiernos del PP. En ning¨²n momento a lo largo de estos ¨²ltimos veinticinco a?os, ni cuando se aprob¨® la Ley Org¨¢nica de Financiaci¨®n de las Comunidades Aut¨®nomas en 1980 ni en ninguna de sus reformas ulteriores, se ha tomado en consideraci¨®n en alg¨²n momento un modelo de financiaci¨®n que contemplara la "bilateralidad", es decir, la negociaci¨®n de su sistema de financiaci¨®n por parte de una comunidad aut¨®noma con el Estado. Esto es algo que no se ha producido nunca. Y no creo que a nadie que conozca lo que ha sido la g¨¦nesis y el desarrollo del Estado de las autonom¨ªas y que sepa cu¨¢l es el estado actual del mismo se le pase por la cabeza la posibilidad de que pueda haber una f¨®rmula de financiaci¨®n para Catalu?a distinta de la que se contemple con car¨¢cter general para todas las dem¨¢s.
Una soluci¨®n de esta naturaleza carecer¨ªa de cobertura constitucional y, en consecuencia, no podr¨ªa imponerse sin una reforma previa de la Constituci¨®n, que ¨²nicamente admite una f¨®rmula de financiaci¨®n diferenciada para el Pa¨ªs Vasco y Navarra. La reforma bilateral catalana es un espantajo que carece de cualquier tipo de consistencia. No solamente es pol¨ªticamente inaceptable sino que es, adem¨¢s, constitucionalmente imposible. Ya est¨¢ bien.
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