Reconquista de la ciudad
El evento de la Copa del Am¨¦rica est¨¢ generando, a mi entender, demasiadas expectativas sobre la transformaci¨®n de la ciudad. De momento, su alcance urban¨ªstico parece muy limitado y, que se sepa (luz y taqu¨ªgrafos, por favor), es la zona portuaria el objetivo prioritario, y puede que ¨²nico, de las reformas.
Parece razonable, sin embargo, tomar la referencia de 2007 como excusa para dar un impulso planificado y renovador a esta ciudad, con una visi¨®n a largo plazo. La Copa est¨¢ poniendo al descubierto la din¨¢mica de improvisaci¨®n a la que parecemos ya acostumbrados. Estamos, como acertadamente alguien acu?¨®, en "la ciudad de las ocurrencias".
El plan vigente de 1988, que al parecer tan bien ha servido a los intereses del conglomerado pol¨ªtico-inmobiliario, necesita una actualizaci¨®n renovada y concertada. Algunas realizaciones de los ochenta, como el Jard¨ªn del Turia o el inicio de la recuperaci¨®n de algunos barrios, fueron muy positivas, pero aquel empuje inicial fue languideciendo, y la mayor parte de sus objetivos estructurales no se cumplieron: ni la recuperaci¨®n del centro hist¨®rico, ni la recalificaci¨®n de la periferia, ni el Parque Central o la modernizaci¨®n del sistema de transportes...
La copa est¨¢ poniendo al descubierto la din¨¢mica de improvisaci¨®n a la que parecemos ya acostumbrados
Pero el cambio m¨¢s sustancial lo representa la toma del control de la ciudad por parte de un capitalismo inmobiliario, muy reforzado y agresivo, que ha coincidido con un repliegue del movimiento ciudadano y la liberalizaci¨®n del marco normativo, aunque han surgido colectivos de resistencia contra proyectos concretos. Un cierto urbanismo social de los ochenta ha dado paso al urbanismo especulativo, a la promoci¨®n de escenarios grandilocuentes a costa del endeudamiento p¨²blico, el empobrecimiento de la ciudad consolidada y el asalto a dos de los activos paisaj¨ªsticos m¨¢s importantes de esta ciudad: la huerta y la franja costera. Todo ello, con la coartada ret¨®rica y populista de nuestros gobernantes locales sobre la "ciudad europea, abierta al mar, una ciudad l¨ªder para el nuevo siglo, con proyectos sin parang¨®n en Europa y en el mundo, un desarrollo firme pero sostenible...". (Ver publicidad oficial).
A poco que se analice con rigor y sin chovinismo la situaci¨®n, aparece una ciudad muy alejada de esos principios. ?Es que hay diferentes ciudades, o diferentes miradas sobre la ciudad?
2007, por tanto, deber¨ªa marcar un nuevo horizonte en la pol¨ªtica urban¨ªstica. Reconozco mi escasa fe en la voluntad del gobierno local para cambiar el rumbo actual. No veo otra salida que el impulso de colectivos c¨ªvicos y organizaciones sociales independientes, en un proceso de debate ciudadano amplio.
Un nuevo proyecto de ciudad, socialmente justo, econ¨®micamente solvente y ambientalmente positivo, deber¨ªa tener en cuenta, al menos, las siguientes cuestiones:
-La ciudad ha de tener unos l¨ªmites, claros y precisos: ni un palmo m¨¢s de huerta sacrificado, ni siquiera bajo la coartada de construir vivienda p¨²blica, para la que hay otras opciones en el interior de la ciudad.
-Los barrios necesitan un programa ambicioso de mejora, recuperaci¨®n de la vivienda abandonada o deteriorada y la superaci¨®n de los d¨¦ficits de equipamientos y zonas libres.
-La franja litoral -puerto hist¨®rico incluido- puede convertirse en la gran zona de ocio no mercantilizado para los ciudadanos, reforzando las medidas de protecci¨®n de los espacios emblem¨¢ticos.
- El centro hist¨®rico llama desesperada y urgentemente a una apuesta global y p¨²blica para la rehabilitaci¨®n de su tejido urbano y social, sac¨¢ndolo del mercado especulativo y liber¨¢ndolo de una vez por todas de la presi¨®n insoportable del tr¨¢fico privado.
- El anacr¨®nico sistema de transportes ha de seguir los modelos m¨¢s avanzados de Europa: dando prioridad a los desplazamientos a pie, en bicicleta y en transporte colectivo, redise?ando a fondo nuestro espacio p¨²blico y paralizando los proyectos que fomentan el uso del autom¨®vil o las costos¨ªsimas inversiones en ferrocarriles subterr¨¢neos.
- La ciudad metropolitana, como realidad, es incuestionable. Habr¨ªa que recrear, por tanto, un nuevo gobierno que satisfaga las necesidades inaplazables de esta nueva ciudad.
En definitiva, frente a la ret¨®rica grandilocuente y el modelo estrictamente inmobiliario-desarrollista, hay que comenzar a plantear un modelo sostenible, que no significa otra cosa que una ciudad m¨¢s justa, habitable, culta, respetuosa con su historia y su entorno, en la que todos sus habitantes compartan un m¨¢ximo bienestar, mejor¨¢ndola para las generaciones futuras.
Frente a una ciudad gobernada a golpe de impulsos, del urbanismo como conflicto, una ciudad concertada y participada.
Frente a la ciudad de unos pocos, la ciudad de los ciudadanos.
Joan Olmos es ingeniero de Caminos
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