Endurecimiento monetario
Tres de los cuatro bancos centrales m¨¢s importantes del mundo han celebrado esta semana reuniones de sus ¨®rganos de decisi¨®n anticipando el final de la bonanza monetaria. Ha sido el Banco de Inglaterra el que de nuevo se ha adelantado, elevando su tipo b¨¢sico de inter¨¦s, por tercera vez en seis meses, en un cuarto de punto, hasta el 4,25%. El inquietante ascenso de los precios de la vivienda, en mayor medida que las amenazas inflacionistas convencionales, ha justificado esa decisi¨®n. La Reserva Federal estadounidense, antes de que se conocieran los excelentes datos de empleo, volvi¨® a advertir de pr¨®ximos aumentos en el nivel objetivo de los fondos federales, desde el actual 1%, el m¨¢s bajo en casi medio siglo. La creaci¨®n de 288.000 nuevos empleos en abril, muy por encima de las previsiones, y el descenso de la tasa de paro al 5,6% avalan esa razonable presunci¨®n de un pr¨®ximo encarecimiento del dinero. Los mercados, en sus cotizaciones de futuros, as¨ª lo han reflejado de forma inmediata, tras la divulgaci¨®n de esos datos.
Los fundamentos de las principales econom¨ªas de la eurozona no son tan inequ¨ªvocamente expresivos de una recuperaci¨®n, pero la autoridad monetaria, el BCE, no tendr¨¢ m¨¢s opci¨®n que tratar de demorar algunos meses la elevaci¨®n de sus colegas. Los ritmos de crecimiento de Alemania y Francia -con el 50% del PIB de la zona- siguen siendo manifiestamente d¨¦biles, al tiempo que sus agentes carecen de la confianza que exhiben norteamericanos y brit¨¢nicos. Del comunicado, tras la reuni¨®n de esta semana, no se deducen m¨¢s inquietudes inflacionistas que las derivadas de la persistencia del alto precio del petr¨®leo. No es poca cosa. Dada la apreciaci¨®n del d¨®lar, el encarecimiento de esa materia prima, adem¨¢s de amenazar el objetivo m¨¢ximo de inflaci¨®n del BCE para el conjunto del ¨¢rea, del 2%, puede hacer lo propio con la t¨ªmida recuperaci¨®n de esas econom¨ªas.
La paradoja no puede ser m¨¢s expl¨ªcita sobre las oportunidades perdidas por el BCE. Con menor crecimiento econ¨®mico que EE UU, Jap¨®n y el Reino Unido, y tasas de inflaci¨®n relativamente reducidas, la eurozona soporta condiciones monetarias y fiscales mucho menos propicias a la recuperaci¨®n. Nuestro banco central ha vuelto a estar m¨¢s cerca del dontancredismo que de la flexibilidad que se le exige a una instituci¨®n que, una vez garantizada la estabilidad de precios, deber¨ªa combatir los riesgos de disminuci¨®n del bienestar general. El exceso de rigor sin crecimiento es un ejercicio tan c¨®modo como peligroso: Europa, una vez m¨¢s, ha de confiar en el crecimiento de los dem¨¢s para evitar el estancamiento.
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