Lula sanea las cuentas y aparca el gasto social
La pol¨ªtica de ajuste fiscal del presidente de Brasil provoca el desencanto de buena parte de sus votantes
Frente al Ministerio de Hacienda de Brasil, un grupo de funcionarios en huelga pide mejoras salariales y exige a gritos ser recibido por el ministro. La escena se repite con frecuencia ¨²ltimamente en la explanada de los ministerios de Brasilia. Un d¨ªa son los empleados p¨²blicos; otro, los Sin Tierra; otro, los trabajadores de los bingos; otro, los indios amenazados por buscadores de diamantes... Todos acuden a la capital a protestar contra el Gobierno. En el interior del edificio, en una sala pr¨®xima al despacho del ministro, funcionarios del FMI repasan montones de papeles. El jefe de la misi¨®n, Phil Gerson, dice que Brasil est¨¢ cumpliendo todas las condiciones del acuerdo firmado el a?o pasado.
Son los contrastes de Brasil desde la llegada, el 1 de enero de 2003, del primer Gobierno de centro-izquierda encabezado por un antiguo sindicalista como Luiz In¨¢cio Lula da Silva. El presidente recibe los parabienes del mundo de las finanzas y es elegido uno de los 100 hombres del a?o -el ¨²nico l¨ªder latinoamericano- por la revista estadounidense Time, pero empieza a ser censurado por muchos de sus votantes, que no ven el cambio prometido. El ministro de Hacienda, Antonio Palocci, es para estos ¨²ltimos la bestia negra del Gobierno, por su pol¨ªtica de ajuste fiscal. Sus defensores, en cambio, estiman que es la garant¨ªa de seriedad econ¨®mica. La verdad es que este m¨¦dico de pueblo que ni siquiera es economista dio un salto mortal en pol¨ªtica cuando Lula gan¨® las elecciones. Miembro fundador del Partido de los Trabajadores (PT), Palocci pas¨® de concejal de una localidad del Estado de S?o Paulo al puesto clave del nuevo Ejecutivo. De este hombre t¨ªmido depende en buena parte la pol¨ªtica econ¨®mica de Brasil, un pa¨ªs de 170 millones de habitantes, y el di¨¢logo con el mundo financiero que recibi¨® a Lula con tanta expectaci¨®n como desconfianza. No lo ten¨ªa f¨¢cil el nuevo ministro, quien mostr¨® desde el primer d¨ªa una verdadera obsesi¨®n por controlar la inflaci¨®n, una plaga que Brasil, como otros pa¨ªses del ¨¢rea, ha padecido en su historia reciente. "Hemos tenido mucho ¨¦xito", dice Palocci. "A fines de 2002, la inflaci¨®n era del 40%, hoy es del 12,5%. La expectativa para este a?o es del 6%, y el a?o pr¨®ximo, el 5%".
Un senador de la oposici¨®n replic¨® esta semana que "parece que el Gobierno de Lula es el Gobierno de los n¨²meros y no de los ciudadanos". El ministro responsable de las cuentas p¨²blicas responde: "Cuando llegamos al Gobierno hab¨ªa la perspectiva de un n¨²mero terrible en el caso de la inflaci¨®n. Y resulta que este n¨²mero tiene mucho que ver con la renta real de los trabajadores y de las personas m¨¢s pobres".
M¨¢s cifras: seg¨²n Palocci, el Gobierno ha ampliado los programas de transferencia de renta a los m¨¢s pobres, que pasaron de 2.200 millones de reales (758 millones de d¨®lares) en el a?o 2002 a una inversi¨®n de 5.500 millones de reales (1.896 millones d¨®lares) el a?o en curso. "Son n¨²meros que afectan a una parcela enorme de Brasil. Son 3,7 millones de familias que reciben ese beneficio de la bolsa-familia, casi 15 millones de personas", asegura el ministro.
"La crisis de 2002 provoc¨® una recesi¨®n que dur¨® todo el primer semestre del primer a?o del Gobierno de Lula. Hay que recordar que hubo una fuga importante de capitales en el segundo semestre de 2002 [cuando todas las encuestas pronosticaban el triunfo electoral del PT]". Suenan razonables los argumentos de Palocci, que subraya que su pol¨ªtica no contiene invento alguno, sino altas dosis de racionalidad. "No se sale de una crisis sin rumbo; es necesario poner orden en la econom¨ªa para que el pa¨ªs vuelva a crecer, el empleo y el ingreso de las personas". Para ello, el Gobierno mantiene un super¨¢vit fiscal del 4,5% del PIB, superior incluso al exigido por el FMI.
El gran debate en la sociedad brasile?a, que incluye al PT y al propio Gobierno, es el precio que para los sectores m¨¢s pobres tiene la disciplina fiscal. "Hicimos un ajuste fuerte, pero conseguimos cerrar el a?o pasado con cuatro trimestres creciendo un 1,5%, que anualizado significa el 6%. La expectativa de crecimiento para este a?o es de 3,5%", dice Palocci. Mantener en buen estado las cuentas p¨²blicas significa que el Estado no puede invertir para obtener los logros sociales prometidos en campa?a. Lula prometi¨® demasiado, repiten los cr¨ªticos del presidente. La seriedad o la rigidez econ¨®mica del Gobierno ha levantado los ¨¢nimos de numerosos sectores tras la decisi¨®n de aumentar s¨®lo en 20 reales (6,9 d¨®lares) el salario m¨ªnimo. "Decidimos el aumento que la econom¨ªa puede soportar, ya que el salario m¨ªnimo tiene un gran impacto en las cuentas de la Seguridad Social", replica Palocci. Una comisi¨®n parlamentaria revisar¨¢ el aumento acordado.
En un punto coinciden sectores de izquierda y de la oposici¨®n conservadora: la pol¨ªtica del Gobierno de Lula es una continuidad de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso. El secretario del Tesoro, Joaquim Levy, lo niega rotundamente: "Estamos haciendo cambios radicales que no se ve¨ªan en Brasil desde hace 40 a?os. Impulsamos una serie de reformas, de proyectos de ley que afectan a la vida de las personas, como en obras p¨²blicas, en la regulaci¨®n de la energ¨ªa el¨¦ctrica, el acceso de las empresas al cr¨¦dito". Seg¨²n Levy, la estrategia de desarrollo de Brasil tiene tres ejes: "Responsabilidad fiscal y monetaria que permita mantener baja la inflaci¨®n y cumplir los contratos; protecci¨®n social y transformaci¨®n del aparato fiscal para mejorar la distribuci¨®n de renta, e iniciativas empresariales como ley de recuperaci¨®n de las empresas, microcr¨¦ditos, apoyo al comercio exterior y ley de renovaci¨®n de tecnolog¨ªas".
Pese al optimismo de Palocci y Levy sobre el futuro del Brasil, ni en el PT ni en el Gobierno hay unanimidad. Palocci reconoce que en los Consejos de Ministros hay voces, "que no son del ¨¢rea econ¨®mica", que proponen reducir el super¨¢vit para tener m¨¢s recursos para el ¨¢rea social.
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