Declaraci¨®n de principios
Cuando acabe la legislatura es posible que la primera decisi¨®n del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, la de hacer volver las tropas desplegadas en Irak, acabe siendo valorada como el momento pol¨ªticamente m¨¢s relevante del cuatrienio. Por el fondo y por la forma. No s¨®lo por lo que supon¨ªa de cumplimiento de una promesa que se hab¨ªa formulado mucho antes de la campa?a electoral, pero que se hab¨ªa reiterado de manera particularmente solemne en dicha campa?a, sino adem¨¢s por no demorar ni un minuto el cumplimiento de la misma. En un tema en el que ha habido desde antes de que empezara la guerra hasta hoy de manera ininterrumpida una mayor¨ªa de en torno al 80% en contra de la ocupaci¨®n de Irak, con o sin participaci¨®n espa?ola, es absurdo alegar que se ten¨ªan que hacer consultas antes de adoptar la decisi¨®n de retirar las tropas. El tema estaba m¨¢s que debatido en la sociedad espa?ola y no hab¨ªa la m¨¢s m¨ªnima duda acerca de cu¨¢l era la voluntad mayoritaria de los ciudadanos. La decisi¨®n de la sociedad espa?ola estaba ya tomada. El presidente del Gobierno no ten¨ªa m¨¢s que exteriorizarla.
En el fondo de todas las cr¨ªticas a la decisi¨®n del presidente del Gobierno hay un fondo elitista, una concepci¨®n de que la democracia es una forma pol¨ªtica en la que la voluntad de los ciudadanos es un elemento que tiene que ser tomado en consideraci¨®n a la hora de tomar decisiones, pero que esa voluntad de los ciudadanos tiene que ser interpretada y, eventualmente, corregida por quienes de verdad saben del tema.
Esa interpretaci¨®n elitista de la democracia es la que el presidente del Gobierno ha rechazado expresamente con su primera decisi¨®n. No ha sido simplemente una decisi¨®n pol¨ªtica. Ha sido una declaraci¨®n de principios. A diferencia de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, que alardeaba de haber tomado la decisi¨®n de participar en la guerra de Irak aun teniendo en contra a la inmensa mayor¨ªa de la sociedad espa?ola, de la que nos queda constancia por una conversaci¨®n telef¨®nica con el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, y que consideraba que eso era justamente una muestra de su condici¨®n de estadista, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha querido dejar claro desde el primer momento que no se puede tomar una decisi¨®n clave contra una mayor¨ªa aplastante de la sociedad. Que aunque jur¨ªdicamente pueda hacerse, no es pol¨ªticamente leg¨ªtimo hacerlo. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar pudo jur¨ªdicamente comprometer la presencia de tropas espa?olas en Irak. No tuvo nunca legitimidad pol¨ªtica para hacerlo. Formalmente fue una decisi¨®n democr¨¢tica. Materialmente no lo fue nunca. Reponer la coincidencia de la legitimidad con la legalidad, de lo formalmente democr¨¢tico con lo que materialmente tambi¨¦n lo es, es lo que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha querido hacer visible con su primer acto de Gobierno.
La decisi¨®n de retirar las tropas de Irak supone mucho m¨¢s que la vuelta de los soldados. Es la expresi¨®n de una concepci¨®n de la democracia. Ya est¨¢ bien de cinismo. Ya est¨¢ bien de complejos de superioridad. De mirar por encima del hombro de manera condescendiente, como si los ciudadanos fueran menores de edad necesitados de tutela. Cuando de manera reiterada y en condiciones distintas el 80% de los ciudadanos mantiene la misma opini¨®n sobre un asunto no se puede tener raz¨®n contra ese 80%. Por muy listos que se consideren los que toman la decisi¨®n y sus asesores y por muy prestigiosos que se consideren los institutos de estudios internacionales que avalen la decisi¨®n tomada. Cuando el mandato de los ciudadanos es inequ¨ªvoco, dicho mandato tiene que traducirse en acci¨®n de Gobierno. Esto es lo que la primera decisi¨®n de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero significa. Hac¨ªa mucha falta.
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