Gran bronca al presidente
El presidente del festejo recibi¨® una de las m¨¢s grandes broncas vistas en mucho tiempo en una plaza de toros. Hermoso de Mendoza se perfil¨® para matar. Clav¨® con rapidez un rej¨®n de muerte y el toro cay¨® sobre la arena, no se sabe si a causa de un resbal¨®n o descordado, y un subalterno presto lo apuntill¨® visto y no visto. Los tendidos se llenaron de pa?uelos y el presidente se resisti¨® a sacar el suyo. El hombre se empecin¨® y se llevaron al toro entre el griter¨ªo ensordecedor de la gente. Nadie daba cr¨¦dito a lo que estaba ocurriendo. El mismo Mendoza miraba al palco con incredulidad hasta que arreci¨® la protesta hasta el punto de que el us¨ªa se vio obligado a indicar al alguacilillo que marchara al desolladero a por el trofeo mayoritariamente solicitado.
Boh¨®rquez / Moura, Hermoso, Domecq
Toros despuntados para rejoneo de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, mal presentados, mansos, blandos y descastados. Jo?o Moura: rej¨®n contrario y cinco descabellos (silencio); rej¨®n bajo, pinchazo, rej¨®n bajo y dos descabellos (silencio). Hermoso de Mendoza: rej¨®n ca¨ªdo y contrario (oreja); rej¨®n (oreja). Sali¨® a hombros por la puerta grande. Antonio Domecq: tres pinchazos y rej¨®n contrario y bajo (silencio); pinchazo y rej¨®n contrario (ovaci¨®n). Plaza de Las Ventas, 14 de mayo, 1? corrida de rejoneo. Lleno.
La verdad es que el presidente se lo ten¨ªa merecido. Primero, porque la plaza era un mar de pa?uelos, y ¨¦sa es raz¨®n suficiente para conceder la primera oreja; segundo, porque es un se?or que no mand¨® nada durante el festejo, ni siquiera para ordenar la salida de los toros que lo hac¨ªan por indicaci¨®n previa de los rejoneadores. Pero hay m¨¢s: este presidente aprob¨® una corrida impresentable para Madrid, sin hechuras y fea, que, adem¨¢s, result¨® mansa y descastada. Se gan¨®, pues, a pulso la gran bronca.
Esos toros fueron los responsables de un festejo aburrido que, a veces, result¨® insufrible. Maura y Hermoso pusieron de su parte su contrastada maestr¨ªa, pero poco pudieron hacer contra los negativos elementos ganaderos.
Maura se llev¨® el lote m¨¢s manso, que busc¨® las tablas y no ofreci¨® facilidades. Pero son ya muchos a?os sobre los caballos y conoce los secretos de la t¨¦cnica. Templa con brillantez, coloca banderillas con facilidad y encela a sus toros con maestr¨ªa. Mendoza es el dominio total de todas las suertes. No en vano se le reconoce como la primera figura del momento. Para a los toros en un palmo de terreno. Los templa de costado y se los deja llegar hasta la misma piel de los caballos; banderillea al estribo y toda su labor resulta vibrante, medida y espectacular. Sus toros fueron inv¨¢lidos y a los dos los entendi¨® para exprimir sus deficientes embestidas. Precisamente en el toro de la bronca presidencial consigui¨® sus momentos m¨¢s emocionantes en el tercio de banderillas, que realiz¨® ech¨¢ndose pr¨¢cticamente encima del renqueante animal. Al final del festejo se lo llevaron a hombros por la puerta grande, pero no por una grandiosa actuaci¨®n, sino por su madurez art¨ªstica y su contrastada capacidad para superar las muchas dificultades que le plante¨® su lote.
El tercero en discordia, el jerezano Antonio Domecq, no tuvo su tarde. Reaparec¨ªa tras el grave accidente que padeci¨® en el a?o 2002 cuando realizaba labores de acoso y derribo. La realidad ha demostrado que a¨²n no est¨¢ en forma; se le nota demasiado el tiempo de inactividad y no tiene claridad de ideas. Ni los caballos le obedecen ni ¨¦l sabe -¨¦sa es, al menos, la impresi¨®n que dio- lo que hay que hacer. Fall¨® en numerosas ocasiones, clav¨® mal, se dej¨® atropellar las cabalgaduras hasta el punto de que un caballo result¨® herido en una pata, y toda su actuaci¨®n en conjunto result¨® muy discreta.
Pero mucho peor estuvo el presidente de la corrida. Qu¨¦ ganas de buscarse problemas. Un aut¨¦ntico horror.
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