Potencias de 10

Uno: la reflexi¨®n. Es la m¨ªnima expresi¨®n del di¨¢logo. Ocurre entre una mente y ella misma. Ella se pregunta y ella se contesta. En el F¨®rum, lugares como la sombra de la catedral solar de El¨ªas Torres o frente a la isla cubista de Beth Gal¨ª son buenos para ello. La reflexi¨®n fomenta la independencia del individuo frente a la incertidumbre.

Dos: la conversaci¨®n. Uno habla despu¨¦s de escuchar mientras el otro escucha antes de hablar. En el F¨®rum hay buenos rincones para este cl¨¢sico. La conversaci¨®n fomenta la reflexi¨®n.

Unos diez: la tertulia. Participan los que pueden sentarse juntos en torno de una mesa, contemplar juntos una exposici¨®n o pasear juntos como maestro y disc¨ªpulos. El F¨®rum est¨¢ para eso. La tertulia fomenta la conversaci¨®n.

Unos cien: la conferencia. Se re¨²nen en un aula o en una sala para escuchar a unos oradores lejanos pero a¨²n presentes. Tras la ponencia, cualquiera puede tomar la palabra e iniciar un amago de conversaci¨®n. En el F¨®rum se han previsto espacios para ello. La conferencia fomenta la tertulia.

Unos mil: la ceremonia. Acuden para asistir a discursos y espect¨¢culos. Grandes pantallas sustituyen a las antiguas m¨¢scaras para magnificar la expresi¨®n de un rostro imperceptible. Imposible conversar, pero se puede aplaudir o abuchear. En el F¨®rum hay un auditorio para m¨¢s de tres mil. Nunca me he sentido empujado por una ceremonia hacia algo que acabe en reflexi¨®n.

Las decenas de miles (el gran mitin), los centenares de miles (el gran espect¨¢culo) y los millones (la gran manifestaci¨®n) se concentran, previa identificaci¨®n colectiva, para felicitarse por su propia enormidad. Ya son, m¨¢s bien, para dormir la reflexi¨®n...