Una estrategia para integrar la huerta en la ciudad
La urbanista Garc¨ªa Sogo lanza una propuesta para proteger tres zonas de la vega de Valencia
Valencia es una ciudad situada sobre un suelo productivo. A diferencia de Barcelona o A Coru?a no dispone en su entorno de otro suelo que no haya servido de medio econ¨®mico para el hombre, por lo que ¨¦ste ha sido su ¨²nico sustento y es su ¨²nico paisaje. En el caso de las ciudades mencionadas el paisaje, con sus accidentes geogr¨¢ficos, se ha defendido por s¨ª mismo de la din¨¢mica urban¨ªstica casa-calle, que tan l¨®gica result¨® en el siglo XIX, sin embargo el paisaje de Valencia es muy vulnerable. No cuenta con m¨¢s resistencias que aquellas que puedan fijar los pol¨ªticos en las leyes, puesto que no darle ninguna utilidad integrada en la ciudad es asistir a su extinci¨®n como paisaje.
"Valencia s¨®lo puede conservar su huerta convirtiendo su suelo r¨²stico en urbano"
"No se tratar¨ªa de salvar la huerta contra la ciudad sino para dar calidad a la ciudad"
?ste es el planteamiento de arranque de la propuesta abierta para salvar la huerta de la arquitecta y urbanista Lourdes Garc¨ªa Sogo, una especialista en la profunda transformaci¨®n que sufren los espacios con las nuevas infraestructuras, que en los ¨²ltimos a?os ha trabajado a fondo la relaci¨®n de la ciudad con su entorno. En los ¨²ltimos a?os Valencia ha sustanciado su falta de modelo de ciudad arrasando el suelo de su f¨¦rtil huerta bajo el discurso decimon¨®nico casa-calle, que Garc¨ªa Sogo considera que, desde la perspectiva actual, ni se justificaba en el centro hist¨®rico, donde los planos del Padre Tosca muestran una ponderada conjunci¨®n entre los huertos y las casas que otras ciudades "m¨¢s sensatas" no han perdido. No obstante, desde su razonamiento, que ocurriera en el centro pod¨ªa tener una l¨®gica, aunque falta de visi¨®n, incluso que se reprodujese en el primer y segundo ensanche, como ha pasado en otras ciudades, pero "es absurdo" que est¨¦ pasando en la tercera ronda y junt¨¢ndose con los pueblos del ¨¢rea metropolitana.
Vista desde el aire, el verde urbano s¨®lo mancha en los jardines del antiguo cauce del r¨ªo y en los del Real, lo que apenas representa una diminuta porci¨®n en la extensi¨®n de la ciudad. "Las ciudades no pueden hacerse solamente con los est¨¢ndares de la ley del suelo: casa, calle, tanta edificabilidad y el tanto por cien que toca de jardincito", refuta, y a?ade: "Londres y Nueva York son bonitos porque tienen superficies importantes del paisaje sobre el que se asientan en High Park y Central Park. Es imposible que arrasemos eso". Desde su punto de vista, esta preservaci¨®n no estar¨ªa re?ida con la construcci¨®n de nuevos edificios, puesto que una ciudad de la importancia de Valencia debe de tener una estrategia de crecimiento. Es m¨¢s: considera que ser¨ªa un error grave hablar de planes de protecci¨®n de la huerta como un medio de producci¨®n y no como un paisaje de la ciudad. Su apuesta, estudiada con profundidad, ser¨ªa una estrategia de integraci¨®n de la huerta en Valencia: "La ciudad no s¨®lo necesita jardines, sino saber en qu¨¦ territorio se asienta", fundamenta.
Existen tres zonas estrat¨¦gicas de huerta alrededor de Valencia para que la ciudad pueda alcanzar el objetivo de equipararse a una gran ciudad. Una se encuentra al noroeste, entre Valencia, Mislata, Paterna y Burjassot. En ella se encuentra el Parque de Cabecera, un proyecto en desarrollo con una extensi¨®n de 334.000 metros cuadrados, que aunque no recuerda el territorio sobre el que se asienta Valencia, conecta el paquete de huerta con los jardines del cauce del r¨ªo, trazando un recorrido que transcurre en diagonal hasta la d¨¢rsena del puerto. Otra zona es la que existe al noreste de la ciudad, entre la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia, Alboraia y el mar, y cruzada en diagonal por la autopista a Barcelona. Y la tercera, y m¨¢s conflictiva, se encuentra al sureste, entre el puerto y el nuevo cauce del Turia y sus l¨ªmites encajar¨ªan entre el bulevar de la Serrer¨ªa, la autopista del Saler, el nuevo cauce del Turia y la carrera de la Fonteta de Sant Llu¨ªs a En Corts. En esta parte se encuentra La Punta, donde est¨¢ prevista la Zona de Actividades Log¨ªsticas del puerto, que ocupar¨¢ unas 70 hect¨¢reas de huerta, una porci¨®n que a juicio de Garc¨ªa Sogo no habr¨ªa que hacer un drama en comparaci¨®n al volumen del paquete total de huerta, sobre todo si de lo que se trata es de potenciar el puerto comercial de Valencia. A sus espaldas se extiende una amplia zona de huerta menos conflictiva que, de momento, ha resistido a la denominada presi¨®n urban¨ªstica.
Garc¨ªa Sogo quita hierro a la implicaci¨®n de los promotores en la destrucci¨®n de la huerta. "El trabajo de los promotores no es hacer la ciudad ni proteger la huerta, sino hacer su trabajo. Dejemos de mirar hacia ellos porque la responsabilidad es de la Administraci¨®n. Falta una idea de lo que hay que hacer con la ciudad y estamos en manos de la sinvergonzoner¨ªa", denuncia. Para ella no se tratar¨ªa de salvar la huerta contra la ciudad, como pudiera sugerir alguna de las posturas de los movimientos m¨¢s inflamados sino para darle mayor calidad a la ciudad. Crear espacios urbanos como el Amsterdamse Bos de la capital holandesa, de 800 hect¨¢reas de extensi¨®n, o el Vondelpark, tambi¨¦n en ?msterdam, de 50 hect¨¢reas, donde la calle separa las casas del parque, no s¨®lo aumentar¨ªa la calidad de vida de la ciudad sino que, seg¨²n su impresi¨®n, atraer¨ªa hacia Valencia residentes n¨®rdicos y retendr¨ªa a muchos de los que se marchan a vivir a las urbanizaciones metropolitanas.
Para evitar su paulatina urbanizaci¨®n habr¨ªa que cambiar el planeamiento sobre estas tres ¨¢reas y hacer una serie de intervenciones que permitieran ser utilizadas no s¨®lo como huerta sino tambi¨¦n como jard¨ªn. En base a ese enunciado, en su propuesta se concretan diferentes usos. La huerta es un paisaje productivo desde su origen, por lo tanto no es un paisaje al uso y constituye el modo de vida del huertano, cuya econom¨ªa a menudo puede incrementarse si resulta tentado por promotores que le compren la tierra a un precio superior al valor r¨²stico. Pero para Garc¨ªa Sogo no hay que contar con ello, puesto que la huerta forma parte del patrimonio de la ciudad y los intereses generales se tienen que anteponer a los particulares. "El espacio que ocupa la Bas¨ªlica de la Virgen tambi¨¦n es muy buen sitio para poner un Corte Ingl¨¦s, y sin embargo al propietario no se le ocurre venderlo ni le dejar¨ªan hacerlo", compara. Ella considera una falacia que lo determinante tenga que ser el inter¨¦s econ¨®mico de propietario que, por otra parte, nunca compr¨® ese suelo para construir sino para producir.
La primera de las modificaciones que propone para que la huerta forme parte de Valencia es que la ciudad est¨¦ mirando hacia la huerta en vez de estar enfocada hacia s¨ª misma. "La huerta puede ser habitada y pisada sin que se destruya, siempre que la proporci¨®n sea la adecuada", plantea, "pero desde la arquitectura hay que lograr que lo que separa a la huerta de la ciudad no sea un bordillo esperando a una acera y a otro edificio". La segunda consistir¨ªa en crear unas zonas de paseos con restaurantes (que se abastezcan de la propia huerta y a la vez puedan vender productos con esa denominaci¨®n de origen), as¨ª como huertas escuela (para que los ni?os de Valencia puedan aprender el uso productivo del paisaje de su ciudad) y otros usos similares.
Para Garc¨ªa Sogo, que ha participado en HiperCatalunya, el trabajo de prospectiva sobre el futuro del territorio catal¨¢n, Valencia s¨®lo puede conservar su huerta, que es suelo r¨²stico, habit¨¢ndola y convirti¨¦ndola en suelo urbano. Despu¨¦s, tiene varios modos de resolverse. Una de ellas es que el Ayuntamiento de Valencia la comprara, aunque podr¨ªa tener m¨¢s de un propietario. La huerta que no se va a recalificar se vende ahora mismo a 6.000 euros la hanegada, por lo que una bolsa como la de la cabecera del r¨ªo costar¨ªa poco m¨¢s de 13 millones de euros. Menos de lo que ha costado una planta de tratamiento residuos s¨®lidos urbanos o la sexta parte de lo que puede haber costado el Museo de las Ciencias. Descartada cualquier posibilidad de especulaci¨®n, los propietarios que no quisieran vender la tierra se les podr¨ªa encajar en una f¨®rmula que les permitiera continuar cultiv¨¢ndola. Una vez fuera propiedad del Ayuntamiento de Valencia y los otros consistorios implicados se sacar¨ªa a concurso para que las cooperativas agr¨ªcolas, algunas de la cuales ya han mostrado a Garc¨ªa Sogo su disposici¨®n a entrar en la operaci¨®n, cultivaran y gestionaran la producci¨®n del parque. Ellas ser¨ªan el instrumento que garantizar¨ªa el cultivo de la huerta. En la cabecera del r¨ªo Garc¨ªa Sogo ha calculado once paquetes de 200 hanegadas (en total, 182 hect¨¢reas -Central Park tiene 320-). Un hombre, con la agricultura mecanizada, puede trabajar uno de estos paquetes y con la ayuda de una cooperativa puede proporcionar aproximadamente unos 560.000 kilos de fruta al a?o.
Agua depurada
Bajo su punto de vista, ni el agua para regar esta huerta no ser¨ªa problema. "No ser¨ªa ning¨²n gasto", cuantifica. El consumo medio de agua potable en un medio urbano es de 250 litros por persona al d¨ªa. La asignaci¨®n de uso dom¨¦stico diario es de 123 litros por persona al d¨ªa. Contando con una p¨¦rdida del 25%, la cantidad de agua que llega a la depuraci¨®n es de 92,25 litros por persona al d¨ªa, por lo tanto Valencia, que tiene una poblaci¨®n de 738.441 habitantes, expulsa 68.121.182 litros de agua al d¨ªa en uso dom¨¦stico. Con la reutilizaci¨®n de este agua se podr¨ªa regar un jard¨ªn de 4.135 hect¨¢reas, lo que arroja una proporci¨®n de 56 metros cuadrados por habitante.
Desaparici¨®n a 50 a?os vista
En los ¨²ltimos diez a?os la huerta contenida en el by pass, que coincidir¨ªa con la comarca de L'Horta, ha visto reducida su superficie en un 20%, lo que implicar¨ªa su desaparici¨®n total en apenas 50 a?os de mantenerse este ritmo. Otro problema a?adido es la reducci¨®n y envejecimiento de la poblaci¨®n activa agr¨ªcola. En 2003 la poblaci¨®n dedicada a la actividad agr¨ªcola en este ¨¢mbito era de 4.000 efectivos, por lo que se eval¨²a que en la huerta trabajar¨¢n menos de 2.000, con un ritmo de ca¨ªda superior al 5% anual. Con la disminuci¨®n del peso del sector primario en el PIB valenciano del 3,7% al 2,5% en los ¨²ltimos siete a?os, se calcula que el peso de la agricultura en l'Horta estar¨ªa alrededor del 1% del PIB comarcal. En los ¨²ltimos 10 a?os la expansi¨®n urban¨ªstica para la edificaci¨®n, infraestructuras y equipamientos ha aumentado un 30%, pasando el suelo sellado de 11.000 a casi 14.500 hect¨¢reas. Adem¨¢s, la fragmentaci¨®n de la superficie de la huerta hace cada vez m¨¢s inviable su conservaci¨®n. S¨®lo quedan 13 bolsas de huerta con m¨¢s de un kil¨®metro cuadrado de superficie. La agudizaci¨®n del minifundismo agr¨ªcola por sucesivas parcelaciones aumenta con las expectativas urban¨ªsticas, mientras que cada d¨ªa se produce una mayor localizaci¨®n de usos metropolitanos marginales en la huerta, paralela al abandono de la actividad agraria: contenedores, desguaces,... Sin embargo, la huerta posee un gran valor estrat¨¦gico como espacio libre en una ¨¢rea metropolitana densa y din¨¢mica, un potencial que ha sido desaprovechado hasta ahora.
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