La trastienda de una gira
Miembros de la Orquesta Sinf¨®nica de Euskadi narran el operativo y los detalles de sus salidas internacionales
Lorenze Nasturica, el concertino de la Orquesta Sinf¨®nica de Euskadi (OSE), no se separa de su Stradivarius salvo por fuerza mayor. Es una joya de 1750, cuesta un mill¨®n y medio de euros y su propietario, un millonario alem¨¢n, se lo ha cedido diez a?os en usufructo tras ganar un curioso concurso-oposici¨®n. No se lo conf¨ªa ni a Paco, montador de la OSE desde hace 20 a?os. "Los instrumentos son como una extensi¨®n del cuerpo de los m¨²sicos", justifica Germ¨¢n Ormazabal, director general de conjunto, durante el vuelo hacia Londres, punto de partida de su primera gira por Gran Breta?a.
Son poco menos de las doce de la noche. El ch¨¢rter que traslada a los 105 m¨²sicos ha salido de Bilbao con cinco horas de retraso por una aver¨ªa en el motor derecho del avi¨®n. Pero la mayor¨ªa de sus instrumentos est¨¢n ya en tierra. Paco se ha encargado de trasladarlos hasta el Fairfield Hall de Croydon, en el extrarradio de Londres, por mar, en un cami¨®n con calefacci¨®n. "En 20 a?os", dice orgulloso, "nunca he llegado tarde ni he fallado en ning¨²n concierto y llevo unos dos mil". Hoy es todo m¨¢s f¨¢cil que cuando empez¨®. Primero por la proliferaci¨®n de auditorios, con instalaciones m¨¢s adecuadas que las de los viejos teatros, pero tambi¨¦n por la desaparici¨®n de las fronteras europeas. Aunque todav¨ªa, de vez en cuando, pierde horas presentando papeles en las aduanas o dando explicaciones. "Las cosas se han puesto m¨¢s dif¨ªciles con esto de la inmigraci¨®n y Bin Laden".
"Hay que trabajar con mucha anticipaci¨®n. Esta gira se empez¨® a preparar en 2000"
Le ha ocurrido en este viaje sin ir m¨¢s lejos. "Sab¨ªa que me iban a parar al desembarcar. Vieron tantas cajas que metieron un esc¨¢ner y tuve que ense?arles el contenido de varias para que me dejaran pasar. Al final perd¨ª varias horas".
Paco no sabe tocar un Stradivarius pero es tan imprescindible como el concertino. Si ¨¦l no llega a tiempo, no hay concierto y ninguna orquesta puede permit¨ªrselo, con lo que cuesta organizar los viajes art¨ªsticos. Lo explica con detalle Ormazabal. "Hay que trabajar con mucha anticipaci¨®n. Esta gira se empez¨® a gestar en 2000/2001, con lo que implica a nivel presupuestario". Son meses de contactos, negociaciones y encuentros que pueden o no fructificar. La direcci¨®n, que el mi¨¦rcoles trataba de atar cabos para el periplo que el conjunto protagonizar¨¢ la temporada que viene por Alemania, se hab¨ªa encargado por ejemplo de que hubiese ojeadores musicales en el concierto de Croydon. Entre el p¨²blico estaban responsables de los Proms de Londres. "Nos gustar¨ªa conciliar este ciclo con el Festival de Edimburgo", apuntaba Ormazabal.
Cuesta cerrar los compromisos y los programas para actuar fuera de casa y tampoco es nada despreciable el coste econ¨®mico. "Hay un estudio que dice que salvo la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, todas cuestan dinero", apunta el director general. "La rentabilidad sale por otro lado. Es cultural en el sentido m¨¢s amplio del t¨¦rmino". Basta escuchar el comentario de una mujer cautivada por la interpretaci¨®n que la OSE realiz¨® de piezas de Rachmaninov, Bruch y Mussorgsky en el Fairfield Hall. "Nunca hab¨ªa o¨ªdo hablar de esta orquesta y eso que viajo mucho por Espa?a. Ahora siento curiosidad por conocer Euskadi". Ratificaba una reflexi¨®n que hizo poco despu¨¦s el director musical, Gilbert Varga. "Hemos hecho la mejor publicidad del Pa¨ªs Vasco y de Espa?a".
?Pero cu¨¢nto cuesta esta gira, la primera de una orquesta espa?ola por Gran Breta?a? Ormazabal, reacio a responder, dice: "Muchos costes, avi¨®n, traslados en autob¨²s..., est¨¢n sufragados por los organizadores de los ciclos. Descontado lo que asumen, a nosotros nos supone unos cuatro millones de pesetas (24.000 euros)".
Superado este escollo, se pone en marcha toda una maquinaria admistrativa y burocr¨¢tica para atar mil detalles. Desde encargar comida vegetariana a las compa?¨ªas a¨¦reas para los m¨²sicos que siguen esta dieta, hasta reservar billetes de tren para quienes tienen pavor a viajar en avi¨®n. O reunir los papeles que exigen las autoridades para que los artistas, de distintas nacionalidades, puedan atraversar las fronteras. "Desde el 11-S tenemos problemas con los b¨²lgaros y los rumanos", relata Ormazabal. De hecho, un m¨²sico tuvo que viajar a Ruman¨ªa el fin de semana anterior a la salida de la orquesta para reunir los certificados necesarios. Otro, tuvo que quedarse en San Sebasti¨¢n.
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