Guerras olvidadas
Las advertencias del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, adem¨¢s de la denuncia de las organizaciones humanitarias que trabajan en Sud¨¢n, han permitido conocer que los avances en la pacificaci¨®n de un pa¨ªs que lleva en guerra civil desde su independencia, en 1953, son s¨®lo aparentes. Mientras el pasado mes de abril se firmaba en Kenia un acuerdo entre el Gobierno musulm¨¢n de Omar al Bachir y los rebeldes del Sur, opuestos a la aplicaci¨®n de la sharia a la totalidad de un territorio en el que conviven varias confesiones, grupos de milicianos djnadjawid emprend¨ªan brutales ataques contra civiles en la regi¨®n de Darfur, al oeste del pa¨ªs. Los escasos observadores internacionales presentes hablan de centenares de muertos y de miles de refugiados; aseguran tambi¨¦n que los milicianos act¨²an con la connivencia del Gobierno de Jartum.
Sud¨¢n viene a sumarse as¨ª a la dram¨¢tica lista de pa¨ªses africanos en los que el ejercicio del poder pol¨ªtico por parte de una camarilla que secuestra el inter¨¦s general a su favor desemboca en un conflicto generalizado, con el resultado de fragmentar la poblaci¨®n en un incontrolable v¨¦rtigo de violencia que conduce a una guerra de todos contra todos. Con el acuerdo de abril, quienes hab¨ªan sido hasta ahora los principales contendientes, el Gobierno de Omar al Bachir, por un lado, y los rebeldes del Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n de Sud¨¢n, por otro, pusieron fin al conflicto que les enfrentaba, aunque marginando a la poblaci¨®n del Oeste. De esta manera lograron una pacificaci¨®n parcial del pa¨ªs, algo que s¨®lo puede ser recibido con alivio, pero a costa de abrir un nuevo frente en el conflicto, del que han empezado a llegar alarmantes noticias sobre violaciones masivas de los derechos humanos y operaciones de limpieza ¨¦tnica.
Sud¨¢n es un pa¨ªs rico en recursos petrol¨ªferos en la zona colindante entre el norte y el sur hasta ahora en disputa. Lejos de contribuir a la prosperidad de sus habitantes, ese potencial econ¨®mico s¨®lo ha servido para financiar un estado de guerra casi permanente, que ha convertido a Sud¨¢n en uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres del planeta. Se trata de la misma maldici¨®n que ha pesado sobre algunos de los Estados africanos con posibilidades de crecimiento, a la que no ha sido ajena la pol¨ªtica de las grandes potencias en la regi¨®n, que han preferido apostar por uno u otro contendiente antes que favorecer la estabilidad a largo plazo.
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