Crisis industrial, ?hay salida?
Durante los ¨²ltimos meses venimos asistiendo a una escalada de problemas relacionados con las empresas y sectores industriales tradicionales valencianos que, lejos de remitir, dan toda la sensaci¨®n de ir a m¨¢s.
No es ¨¦sta la primera vez que este tipo de problemas se presentan entre nosotros. Peri¨®dicamente hemos asistido a crisis coyunturales que han lanzado la voz de alarma acerca de la debilidad de nuestra estructura productiva y han planteado la necesidad de poner en marcha medidas para tratar de evitar, en lo posible, sus efectos. La todav¨ªa reciente crisis de primeros de los a?os 90 puso de relieve este tipo de problemas y signific¨® una reestructuraci¨®n cuyos resultados positivos han durado hasta hace poco.
?Estamos frente a un problema parecido y, por lo tanto, cuando pasen los problemas coyunturales volveremos a una situaci¨®n de normalizaci¨®n, o es una crisis diferente? ?Se est¨¢n tomando o se pueden tomar las medidas adecuadas para corregir esta situaci¨®n?
Ve¨¢moslos por partes.
La crisis de primeros de los a?os 90 se dio en un contexto de un proceso de apertura de nuestra econom¨ªa al resto de las econom¨ªas de la Uni¨®n Europea, con un importante desarme arancelario, pero donde todav¨ªa exist¨ªan elementos importantes de autonom¨ªa de las Pol¨ªticas Econ¨®micas internas. Recordemos que en esos a?os, ante la p¨¦rdida de competitividad de nuestros productos, se llevaron a cabo varias devaluaciones de la peseta. A partir de esa fecha se tomaron decisiones importantes como el reforzamiento de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, con mayores exigencias en la liberalizaci¨®n del comercio internacional o la importante integraci¨®n en la zona Euro y la p¨¦rdida de autonom¨ªa de nuestra Pol¨ªtica Monetaria. Todos los estudios referentes a los efectos de estos cambios pon¨ªan de relieve la necesidad de incorporar estos datos a la situaci¨®n interna ya que, ante las mayores tasas de inflaci¨®n diferencial de nuestro pa¨ªs, las mismas se iban a trasladar a la p¨¦rdida de competitividad sin ninguna posibilidad aut¨®noma de corregir sus efectos.
La situaci¨®n, pues, ha cambiado. La correcci¨®n de los problemas macroecon¨®micos ya no pueden ampararse en las cl¨¢sicas Pol¨ªticas Monetarias y Fiscales (¨¦stas adem¨¢s limitadas por la estricta ortodoxia de estabilidad presupuestaria implantada por el gobierno del Partido Popular) sino que hubiesen precisado de Pol¨ªticas Estructurales que impulsaran una mayor liberalizaci¨®n de los sectores, para hacer frente a unas elevaciones de precios que han contribuido a hacer menos competitivos nuestros productos y servicios. La realidad es que estas Pol¨ªticas han mantenido el poder de los grupos monopol¨ªsticos sin que las mejoras de costes (tipos de inter¨¦s o productividad de los mismos), se haya trasladado a los costes de las otras empresas.
Por otro lado, a pesar de las ca¨ªdas de las rentabilidades en las bolsas de los ¨²ltimos a?os, las inversiones alternativas han puesto los ojos, no en una mayor inversi¨®n y modernizaci¨®n de la planta industrial, sino que, ante la disparatada subida de los precios del suelo y la vivienda, se han dirigido hacia el sector de la construcci¨®n, con el efecto que todos conocemos de un proceso acumulativo de nuevas subidas de precios en lo que se ha venido a llamar burbuja inmobiliaria.
Adem¨¢s, la competencia internacional se ha visto empeorada por el factor coyuntural de la elevaci¨®n del tipo de cambio del Euro respecto al d¨®lar. No es extra?o que en este contexto, el atractivo de la inversi¨®n interna en la industria se haya visto tambi¨¦n alterada. Encarecimientos del 20% de nuestros productos, que compiten v¨ªa precios, hacen dif¨ªcil el mantenimiento de los mercados, no solamente en el exterior, sino tambi¨¦n en el interior al ser m¨¢s f¨¢cil el acceso de los productos asi¨¢ticos principalmente.
Los efectos de la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea al Este de Europa vienen a acentuar los problemas de la deslocalizaci¨®n que ya se estaba produciendo con anterioridad.
Y ante esta situaci¨®n, ?Cu¨¢l ha sido el papel de los Gobiernos Central y Auton¨®mico? O nulo o negativo. La primera respuesta, por motivos pol¨ªticos ha sido la de negar la mayor: No hay tal crisis industrial y, por lo tanto, no deben ponerse en marcha nuevas pol¨ªticas. Por si esto fuera poco, los departamentos ministeriales se han enzarzado en un cambio de denominaciones (Ministerio de Ciencia y Tecnolog¨ªa, Consejer¨ªa de Competitividad, etc...) y adscripciones de competencias que han perdido un tiempo precioso para poner al d¨ªa a la Administraci¨®n en los problemas de la econom¨ªa productiva. La Pol¨ªtica Tecnol¨®gica, por ejemplo ha ido dando tumbos sin que los efectos de la misma sobre la mejora de la industria sean perceptibles.
Los estudios p¨²blicos sobre la situaci¨®n de los sectores industriales brillan por su ausencia y, cuando se hace este esfuerzo, como el Estudio de las C¨¢maras de Comercio Valencianas, el PP pone el grito en el cielo sobre lo alarmante de sus conclusiones.
Mucho tiene que cambiar esta situaci¨®n para poder tener algunos efectos positivos. El cambio pol¨ªtico del Gobierno Central bien podr¨ªa impulsar este cambio, en primer lugar, asumiendo que hay un problema y estudiando las alternativas posibles y, en segundo lugar, impulsando pol¨ªticas que hagan frente a sus causas.
No es f¨¢cil la salida, pero lo que no cabe duda es que, dejando las cosas como est¨¢n, la tendencia hacia el futuro para nuestros sectores y el empleo en nuestras ciudades no es en absoluto halag¨¹e?a.
Mart¨ªn Sevilla y Juli¨¢n L¨®pez. Universidad de Alicante.
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