"El fascismo no logr¨® romper del todo la tradici¨®n liberal en Espa?a"
Jordi Gracia (Barcelona, 1965) vuelve en La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en Espa?a, con el que gan¨® el 33? Premio Anagrama de Ensayo, a uno de los periodos m¨¢s dolorosos de la Espa?a del siglo XX, la guerra y la posguerra, para analizar c¨®mo se comportaron los intelectuales en ese tiempo sombr¨ªo. Sostiene el autor que no hubo una ruptura total con la tradici¨®n liberal y que, incluso en los a?os que van de la guerra a los primeros cincuenta, hubo una resistencia silenciosa contra la barbarie fascista. "El horizonte con el que trabajan tras la guerra tanto Ortega como Juan Ram¨®n es tambi¨¦n restablecer la continuidad de la cultura moderna en Espa?a lo antes posible", afirma en la introducci¨®n.
"Sin los liberales, sin los fascistas cultos, todo hubiera quedado en manos del integrismo"
"Juan Ram¨®n se dio cuenta de que eran los j¨®venes quienes deb¨ªan reanudar la modernidad"
Para desarrollar su tesis establece tres grupos. El de los maestros liberales (Baroja, Mara?¨®n, Ortega y Gasset, Azor¨ªn, P¨¦rez de Ayala, Pla...), que se rindieron a la radicalizaci¨®n pol¨ªtica y confiaron en la victoria de Franco y que, en la posguerra, optaron por ser retaguardia liberal. Transitan tambi¨¦n por el libro quienes se fueron al exilio (Antonio Machado, Pedro Salinas, Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, Luis Cernuda, Jorge Guill¨¦n...); los fascistas cultos (D'Ors, Ridruejo, Torrente Ballester, La¨ªn Entralgo, Gim¨¦nez Caballero, Cela, Aranguren...), que fueron "rotunda o complacientemente fascistas" y que estuvieron dispuestos a construir el nuevo Estado de Franco, y, por ¨²ltimo, quienes se hicieron adultos en los a?os cuarenta y cincuenta (Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde, S¨¢nchez Ferlosio, Mart¨ªn Gaite, Manuel Sacrist¨¢n, Jos¨¦ Mar¨ªa Castellet), que reanudaron la modernidad que el franquismo hab¨ªa casi destruido.
La resistencia silenciosa es tambi¨¦n un manifiesto generacional en nombre de quienes tienen ahora 40 a?os, sin causas ni para¨ªsos perdidos, ni deseos de "vengar la victoria o de mitificar la derrota". Son, dice Gracia, "los primeros dem¨®cratas de toda la vida en Espa?a".
Pregunta. ?Con este esp¨ªritu ha escrito usted el libro?
Respuesta. Con el sentimiento de que es obligado contar de otra manera, porque las versiones que se han dado han tendido a simplificar y no han respondido a la complejidad de un periodo que se ha visto ¨²nicamente en blanco y negro.
P. ?Cu¨¢l es su objetivo?
R. Trato de destacar un nivel subterr¨¢neo, invisible, reprimido, que anhelan recuperar los miembros de la tradici¨®n liberal, en secreto, casi sin que se enterase nadie. Sin ellos no se entiende el reinicio de la modernidad en los a?os sesenta. La historia no sabe de rupturas.
P. De alguna manera, contesta a libros como El maestro en el erial: Ortega y Gasset y la cultura del franquismo (Tusquets), de Gregorio Mor¨¢n, o Baroja o el miedo (Pen¨ªnsula), de Eduardo Gil Bera.
R. Son irritantes. La suya es una mirada muy general, superficial, que considera que la posguerra fue ¨²nicamente un estado fascista que extermin¨® las ideas liberales.
P. ?Cu¨¢l fue la postura de los maestros liberales?
R. Demonizaron la Rep¨²blica como nido de comunistas. Antepusieron su miedo de clase al aut¨¦ntico peligro totalitario cuyo objetivo era la extinci¨®n de su propia formaci¨®n liberal.
P. ?Baroja es el m¨¢s valiente?
R. Escribe, poco antes de regresar a Espa?a, art¨ªculos nada contemporizadores en los que muestra su repugnancia por el sistema totalitario instalado en Espa?a, aunque los publica en La Naci¨®n, de Buenos Aires. Baroja necesita tener la conciencia tranquila, saber que ha dicho lo que deb¨ªa decir. S¨ª, es valiente.
P. Mara?¨®n.
R. Es el m¨¢s vanidosamente complaciente con un sistema ideol¨®gico que debi¨® aborrecer. Castilla del Pino lo retrat¨® de una manera cruel, pero justa. Formula por escrito la legitimizaci¨®n del alzamiento y del futuro r¨¦gimen. Aunque hay que a?adir, porque ¨¦ste es un libro de sin embargos, que es tambi¨¦n el primero que siente la nostalgia de los tiempos de concordia.
P. El silencio de Ortega.
R. Silencioso y cauto. Eligi¨® el lado equivocado, encarna la tradici¨®n liberal pero no estuvo a su altura; por eso call¨®, porque se dio cuenta de que se hab¨ªa equivocado.
P. Azor¨ªn resulta pat¨¦tico en su libro.
R. Es el m¨¢s pat¨¦tico de los liberales desarbolados. Hasta Ridruejo se apiad¨® de ¨¦l y, sin embargo, es la prosa de Azor¨ªn la que Juan Ram¨®n recomienda a Carmen Laforet.
P. Josep Pla.
R. Adopta el comportamiento que sigui¨® Baroja, aunque menos atrevido. Pero es mod¨¦licamente liberal en lo que escribe y en lo que piensa en la posguerra, aunque fuera de derechas. De Pla aprende Ridruejo a pensar por cuenta propia. Ya he dicho que ¨¦ste es un libro de sin embargos. Los maestros liberales hicieron lo posible por perpetuar la tradici¨®n de la que hab¨ªan sido hijos, casi siempre sin ponerse en riesgo. Todos ellos eran mayores, ten¨ªan m¨¢s de sesenta a?os... Los j¨®venes de las revistas Laie y Acento cultural leyeron a Ortega como a un maestro, y a Unamuno. Los maestros liberales son la v¨ªa de la reanudaci¨®n de la tradici¨®n liberal.
P. Los fascistas cultos.
R. Eran chavales con la fiebre del poder y con la convicci¨®n de que la historia les iba de cara. Creen que se van a comer el mundo, est¨¢n construyendo el Estado fascista. Est¨¢n convencidos de que los compromisos democr¨¢ticos son una forma de debilidad. "La adolescencia nos dur¨® demasiado tiempo", dijo Dionisio Ridruejo.
P. Se nota su debilidad por ¨¦l.
R. Era honrado. Se crey¨® el orden radical fascista, pero fue capaz de formular una autocr¨ªtica para llegar, en 15 a?os, al socialismo democr¨¢tico.
P. La¨ªn intent¨® atraer a la revista Escorial a algunos de los intelectuales del exilio.
R. Que fuera fascista no quiere decir que fuera tonto. No hubo fascistas liberales, pero hubo fascistas cultos a los que les fue dif¨ªcil renunciar a su formaci¨®n liberal. Hay que matizar mucho. Este libro aspira a comprender las circunstancias de cada uno.
P. Torrente Ballester fue cambiando de ideas.
R. S¨ª. Sus art¨ªculos posteriores estaban muy alejados del fascismo.
P. ?Fue oportunismo?
R. No. Cambiaron de verdad, y colaboraron en la restauraci¨®n de la tradici¨®n liberal, aunque fuera tarde y pidiendo perd¨®n. Sin los maestros liberales, sin los fascistas cultos, todo hubiera quedado en manos del integrismo cat¨®lico.
P. Sus cr¨ªticas m¨¢s duras son contra la Iglesia.
R. La jerarqu¨ªa espa?ola de la Iglesia fue durante la guerra el aut¨¦ntico pilar del fascismo. Aunque tambi¨¦n hubo resistencia silenciosa en ella. Es dif¨ªcil perdonar la complicidad de la Iglesia con la barbarie de la posguerra.
P. Crece en su libro el papel de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez.
R. Tuvo las ideas claras: "No cedo y me voy", se dijo. En el exilio, se dio cuenta de que los j¨®venes que se estaban formando en Espa?a eran quienes ten¨ªan que reanudar la modernidad.
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