Un torero de una pieza
Una parte de la plaza protest¨® la primera vuelta al ruedo de Miguel Abell¨¢n. Pues no, se?or. Un torerazo se merece una vuelta con todos los honores. Y Abell¨¢n estuvo hecho un torero de una pieza con el complicado segundo de la tarde, que le propin¨® una voltereta de miedo por su valor sin cuento y por aguantar lo inaguantable. Era un manso de libro, y el torero se fue con la muleta al centro del ruedo, el toro pegado a tablas, y lo cit¨® con el enga?o por delante. Acudi¨® el animal y la tanda result¨® ligada pero escasa de emoci¨®n por la falta de codicia. Se prepar¨® para la segunda, asent¨® las zapatillas, se cruz¨®, present¨® la muleta y le oblig¨® a embestir con verdadero mando en plaza. El toro no tuvo m¨¢s remedio que aceptar la imposici¨®n del matador, y surgi¨® un derechazo extraordinario, se le par¨® en la misma barriga en el segundo y aguant¨® el torero mientras los tendidos se quedaban sin respiraci¨®n; aguant¨® de nuevo en el tercero como un h¨¦roe, y cuando quiso rematar, el toro se revolvi¨®, lo enganch¨® por la taleguilla, lo zarande¨® y lo lanz¨® por los aires como si fuera un mu?eco. El torero se levant¨® conmocionado mientras la plaza quedaba sobrecogida por el valor de Abell¨¢n y la aparatosidad de la cogida. A partir de entonces el toro no admiti¨® un pase, aunque tuvo sentido para volver a atropellar al torero sin consecuencias. Fue una lidia viv¨ªsima porque un torero antiguo domin¨® a un toro jug¨¢ndose la vida.
Gavira / Caballero, Abell¨¢n, El Juli
Toros de Gavira, bien presentados y astifinos, mansos, blandos y descastados; 3? y 6?, inv¨¢lidos. Manuel Caballero: estocada tendida (silencio); media ca¨ªda y dos descabellos (silencio). Miguel Abell¨¢n: media tendida y trasera (vuelta); dos pinchazos, media ca¨ªda -aviso- y dos descabellos (vuelta). El Juli: pinchazo en los costillares y estocada (silencio); estocada (silencio). El Rey y los duques de Lugo asistieron en una barrera del tendido 1. Plaza de Las Ventas, 20 de mayo. 10? corrida de feria. Lleno.
El h¨¦roe dej¨® paso a un artista inconmensurable en el quinto toro, con pitones astifinos como agujas y manso como sus hermanos. Abell¨¢n tom¨® la muleta e inici¨® su labor con estatuarios ajustados; cit¨® despu¨¦s con la zurda y ofreci¨® un recital del m¨¢s puro y hondo toreo al natural. Enganch¨® la embestida y los tres primeros fueron inmensos, culminados con una preciosa trincherilla y un garboso afarolado. Sigui¨® con la derecha y surgieron bellos redondos y un pase de pecho de pit¨®n a rabo. Un circular ce?ido; despu¨¦s, un molinete, y de nuevo, tres naturales que constituyeron todo un monumento al arte del toreo. Abell¨¢n no culmin¨® su obra, mat¨® mal y se qued¨® sin la puerta grande. Pero la vuelta al ruedo fue apote¨®sica porque hab¨ªa un torero, nada m¨¢s y nada menos que un torero, en el ruedo.
Pero es que, adem¨¢s, Abell¨¢n ofreci¨® otra lecci¨®n con el capote en una labor variada, vistosa y muy torera toda la tarde. Lance¨® por ajustad¨ªsimas gaoneras, primero, y ce?idas chicuelinas, despu¨¦s, en el lote de El Juli, y en lo suyo tore¨® a la ver¨®nica con las manos bajas y por chicuelinas que fueron muy jaleadas. La decisi¨®n y la entrega presidieron toda su labor.
Un torero, se?ores. Un torero firme, seguro, valent¨ªsimo, artista... Un torero que hizo vivir a Madrid una tarde emocionant¨ªsima.
Al torero triunfador le acompa?¨® Manuel Caballero, que no pas¨® de cumplir con el tr¨¢mite de matar a sus dos toros. Perdido, sin ideas, sin ilusi¨®n, estuvo a merced de su complicado primero. Produjo una sensaci¨®n de inseguridad y de escaso mando ante su compromiso; de estar all¨ª a merced del toro y a la espera de que ¨¦ste mejorara, lo que fue imposible. Triste, muy triste, ante el descastado cuarto. En honor a la verdad, as¨ª no se debe venir a la Feria de San Isidro.
Y tambi¨¦n acompa?¨® al torero El Juli, que nada pudo hacer ante el inv¨¢lido total que le toc¨® en primer lugar, aunque insisti¨® en un toreo sin inter¨¦s entre las protestas del p¨²blico. Algo parecido le ocurri¨® en el sexto, tambi¨¦n inv¨¢lido, con el que estuvo muy voluntarioso.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.