Gasto y derroche
?til herramienta la constituida por el Global Competitiveness Report 2003-2004 (Oxford University Press, 2004), en la que se revisa cada a?o la evoluci¨®n competitiva de m¨¢s de un centenar de pa¨ªses. En la ¨²ltima edici¨®n, adem¨¢s de muy autorizadas contribuciones al conocimiento de los factores determinantes del crecimiento econ¨®mico y de la competitividad, se incorporan mejoras metodol¨®gicas en la elaboraci¨®n de los dos ¨ªndices principales sobre los que se fundamenta la clasificaci¨®n competitiva de los pa¨ªses y sus empresas.
La m¨¢s importante de ellas es la relativa al tratamiento del gasto p¨²blico de los pa¨ªses objeto de evaluaci¨®n. Con arreglo a la metodolog¨ªa original del primero de los dos ¨ªndices que publica ese informe, el referido a la competitividad de los pa¨ªses, elaborada por Jeffrey D. Sachs y John W. McArthur, la relaci¨®n entre el gasto p¨²blico y el PIB formaba parte de las variables que integraban el primer pilar (calidad del entorno macroecon¨®mico) de los tres en que ese ¨ªndice se fundamenta (los otros dos tratan de reflejar la calidad de las instituciones p¨²blicas y el progreso tecnol¨®gico). Lo hacia favoreciendo a los pa¨ªses con menor ratio de gasto, suponiendo impl¨ªcitamente que el crecimiento econ¨®mico se maximizar¨ªa con un nivel nulo de gasto.
Los pa¨ªses con mayor liderazgo competitivo no se caracterizan por un menor gasto p¨²blico relativo, sino por un uso m¨¢s eficiente del mismo
El editor del informe, el profesor Xavier Sala-i-Martin, considera con raz¨®n que ¨¦se no es un buen supuesto, "ya que muchos gastos p¨²blicos son productivos y contribuyen positivamente a la competitividad de una naci¨®n". Es m¨¢s, "si el tama?o del gasto p¨²blico es demasiado peque?o, aun cuando los impuestos sean bajos, el efecto favorable del gasto p¨²blico ser¨¢ insuficiente (por ejemplo, los derechos de propiedad no son bien protegidos, las infraestructuras son inadecuadas, etc.)". En su lugar propone un sub¨ªndice compuesto que capture lo que bien podr¨ªa traducirse como "derroche o despilfarro p¨²blico" (public waste, en oposici¨®n a public spending), que integra tres variables expresivas de la existencia de subsidios p¨²blicos distorsionadores, desv¨ªo de fondos p¨²blicos y confianza p¨²blica en la honestidad financiera de los pol¨ªticos. Favoritismo y corrupci¨®n, en definitiva, s¨ªntesis por excelencia del gasto p¨²blico improductivo. Es una buena precisi¨®n, en especial para no incurrir en simplificaciones excesivas sobre la relaci¨®n entre la competitividad y el tama?o del gasto o del d¨¦ficit p¨²blico. En realidad, aquellos pa¨ªses con un mayor liderazgo competitivo no son los que se han caracterizado por un menor gasto p¨²blico relativo, aunque s¨ª por un m¨¢s eficiente uso del mismo.
Finlandia vuelve a ser en 2003 el pa¨ªs a la cabeza de la clasificaci¨®n competitiva de las naciones, seguido de EE UU, Suecia y Dinamarca. Espa?a, recordemos, cae a la posici¨®n 23 desde la 20 en 2002. En lo que hace al ¨ªndice de calidad del entorno macroecon¨®mico, tras Singapur vienen tambi¨¦n econom¨ªas europeas con un sector p¨²blico tradicionalmente activo: Finlandia, Luxemburgo, Noruega y Dinamarca.
Espa?a est¨¢ en el puesto 17. En el nuevo sub¨ªndice de referencia, expresivo del gasto p¨²blico improductivo, la posici¨®n espa?ola es la 22, encontrando en posiciones avanzadas a pa¨ªses con una relaci¨®n de gasto p¨²blico sobre el PIB superior a la nuestra (39,8% en 2003), como, por ejemplo, Finlandia (2?), Dinamarca (6?), Holanda (7?), Suecia (10?) o Reino Unido ( 12?). EE UU, con un gasto relativo inferior, ocupa la posici¨®n decimosexta. Recordemos que en los otros dos pilares en los que se basa la competitividad nacional, la calidad de las instituciones p¨²blicas y el progreso tecnol¨®gico, las respectivas posiciones espa?olas son la 31 y la 25.
Quiz¨¢s no convenga olvidar, por ¨²ltimo, que en todos los pa¨ªses con una posici¨®n avanzada en competitividad el Gobierno jug¨® un papel destacado en la inversi¨®n en esas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n y de las comunicaciones y en el fomento de la capacidad para emprender, que, en general, han permitido avanzar en eficiencia a la mayor¨ªa de ellas. Un prop¨®sito que ha convertido en prioritario el nuevo Gobierno espa?ol. Su compatibilidad con unas finanzas p¨²blicas saneadas es de todo punto posible.
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