King Kong juega en el Sevilla
Ahora lo sabemos: King Kong juega en el Sevilla bajo el seud¨®nimo de Baptista. Su figura rampante nos indica que la camiseta es una envoltura exigua para semejante porte de coloso: su cuello giratorio, sus hombros remachados, sus costillares de acero y esos pectorales que en el cuerpo a cuerpo suenan como un tambor nos han revelado la verdadera naturaleza de esta criatura descomunal. Seamos amigos o enemigos, el instinto nos dice que estamos ante un animal de ¨¢rea nacido para someter. Esta exaltaci¨®n de la corpulencia se desborda cuando pone su armadura en movimiento: cada giro, cada apoyo y cada esfuerzo obran en ¨¦l un efecto multiplicador. De pronto sus fibras bullen, se hinchan y revientan las costuras, las defensas y los marcadores.
Seg¨²n sus bi¨®grafos, Baptista no ha llegado al f¨²tbol por una identificaci¨®n con el espect¨¢culo, ni por influjo de la magia brasile?a; m¨¢s que una cuesti¨®n de escuela su secreto es una cuesti¨®n de genealog¨ªa. Recientemente confes¨® que nunca ha cultivado la musculatura y que su perfil atl¨¦tico coincide exactamente con el de su abuelo, un tipo rural de manos enormes y espalda poli¨¦drica. Habr¨¢ recibido por v¨ªa materna el gen del tama?o, y ahora est¨¢ ah¨ª, busc¨¢ndose una explicaci¨®n y busc¨¢ndole una aplicaci¨®n.
Parece que por fin ha conseguido encontrarlas: todo ser dominante tiene en las refriegas de la cancha una coartada ideal para expresarse; la doble excusa para demostrar superioridad y marcar el territorio. Por tanto, ¨¦l no pretende hacer historia, sino hacer blanco, ni divertir al espectador, sino apoderarse del grader¨ªo, ni burlar al portero, sino derribar la porter¨ªa. De ah¨ª que disfrute tanto con su estilo de invasor: arranca con todo su peso, toma aire, electriza los nervios, tensa los dorsales, bufa en plena carrera, choca sin duelo contra cualquier cosa y luego levanta la cabeza y proyecta desde alg¨²n lugar del est¨®mago el alarido del ganador. Hasta hoy ha bramado diecinueve veces.
Como era de esperar, los profesionales han dicho que Julio C¨¦sar Baptista es la sensaci¨®n de la temporada, pero sus veintitr¨¦s a?os nos hacen pensar que s¨®lo hemos recibido la primera entrega de su enorme potencial. S¨®lo conocemos el primer d¨ªa de La Bestia.
Vi¨¦ndole manejar la pelota como quien conduce una rueda de esmeril descubrimos el misterio final de su aspereza. Domina el repertorio del herrero, y su juego tiene el sonido de la fragua.
Como en los viejos tiempos de Hollywood, una tarde huir¨¢ de la jaula del estadio, vaciar¨¢ las calles y trepar¨¢ a La Giralda para celebrar el gol.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.