La fractura social en la UE ampliada
El autor alerta sobre las enormes diferencias econ¨®micas entre los nuevos y los viejos socios de la Uni¨®n ampliada de 25 pa¨ªses.
En 1955, el viejo sue?o de Jean Monnet de ver a toda Europa reunificada se ha hecho realidad el pasado 1 de mayo. De ah¨ª las grandes fiestas en Dubl¨ªn y en las restantes 24 capitales. Pero la vida real no es la misma en los 15 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea y en los 10 nuevos miembros, principalmente de Europa del Este. La nueva Uni¨®n permitir¨¢ la libre circulaci¨®n de capitales como conviene a un vasto mercado ¨²nico. Por lo dem¨¢s, Bruselas conceder¨¢ subvenciones a las regiones m¨¢s atrasadas, pero no se ocupar¨¢ en absoluto de la pol¨ªtica social de los nuevos miembros. La idea oficial que preside la unificaci¨®n es que un crecimiento fuerte beneficiar¨¢ a todos y que, en unos a?os, el nivel de vida del Este ser¨¢ similar al de Occidente. Sin embargo, nada sostiene esta tesis, ni la experiencia occidental ni, con m¨¢s motivo a¨²n, la de los pa¨ªses del Este.
La libre circulaci¨®n de capitales permite a las grandes empresas occidentales deslocalizar sus instalaciones en los nuevos pa¨ªses, donde la mano de obra es barata, y los impuestos, muy bajos. Adem¨¢s, la debilidad de los sindicatos permite realizar despidos sin la menor protesta. El ¨²ltimo ejemplo hasta la fecha es la compra por el banco franc¨¦s Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale del mayor banco checo, Komercni Banka, que se ha saldado con el despido de la mitad del personal -de 16.400 a 8.000 personas-, ?sin un solo minuto de huelga! Se podr¨ªan citar otros ejemplos para mostrar que la rivalidad entre los diversos pa¨ªses para atraer a los inversores occidentales les lleva a bajar a¨²n m¨¢s los salarios que, de todos modos, son muy inferiores a los nuestros. As¨ª es como Eslovaquia se hizo con la factor¨ªa de Peugeot, inicialmente prevista en la Rep¨²blica Checa. S¨®lo Eslovenia, Chipre y Malta son, hasta cierto punto, una excepci¨®n.
Entre los amigos que tengo en Varsovia, unos profesores a mitad de su carrera profesional ganan 450 euros al mes. Se ven obligados a buscar otro trabajo en las universidades privadas para llegar a fin de mes. Lo mismo ocurre en Praga. ?Y eso que los intelectuales son considerados unos privilegiados! En Estonia, el salario medio es de 300 euros; en Eslovaquia, de 225 euros. Seg¨²n un estudio del banco suizo UBS, en Bratislava la gente est¨¢ peor pagada que en Lima, Bogot¨¢ o M¨¦xico. No resulta nada extra?o que nuestras empresas se deslocalicen precisamente hacia los nuevos pa¨ªses miembros. Pero hay que reconocer que el coste de la vida tambi¨¦n es inferior en estos pa¨ªses con bajos salarios.
En 1990, tras la ca¨ªda del comunismo, el Fondo Monetario Internacional gui¨®, "a la americana", la transici¨®n hacia el capitalismo, incitando a privatizar a todo trapo y a crear fondos de pensiones privados. Por ello, toda la estructura de seguros sociales fue desmantelada o reducida al m¨ªnimo necesario. Los m¨¢s audaces se hac¨ªan ricos mientras que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n se quedaba en la cuneta, con una buena parte condenada al paro. El 80% de las empresas fueron privatizadas y la corrupci¨®n alcanz¨® unos niveles hasta entonces desconocidos, por no hablar del crimen organizado, que prospera hasta hoy (aunque menos que en Rusia). Las nuevas ¨¦lites se sent¨ªan atra¨ªdas por la UE con la esperanza de recibir subvenciones de Bruselas y, por otro lado, poder exportar la mano de obra que ya no encontraba empleo.
Este sue?o s¨®lo se hace realidad muy parcialmente. La coyuntura negativa en Occidente ha incitado a los mayores contribuyentes -Alemania y Francia- a reducir su participaci¨®n en el presupuesto de la Comunidad y, por otro lado, para impedir la invasi¨®n de los orientales, en casi todos los pa¨ªses (a excepci¨®n de Irlanda) se ha establecido un plazo de siete a?os para la libre circulaci¨®n de los ciudadanos en el interior de la Uni¨®n.
Polonia, el trozo m¨¢s gordo a tragar, con sus casi 40 millones de habitantes, "vale" por s¨ª sola casi tanto como los otros nueve nuevos miembros juntos. Pero este gigante dentro del pelot¨®n de los nuevos socios de la UE es un enano econ¨®mico comparado con los pa¨ªses de la Vieja Europa. Su producto nacional bruto representa menos de una tercera parte del de Espa?a, pa¨ªs de tama?o similar. Seg¨²n un estudio de la Economist Intelligence Unit, Polonia necesitar¨¢ 60 a?os para recuperarse de su retraso, a condici¨®n de registrar un crecimiento del 3,8% anual frente al 2% de los 15. ?Sesenta a?os! ?El tiempo de dos generaciones! La perspectiva da v¨¦rtigo. Al mismo tiempo, un peri¨®dico que no pretende ser bolchevique, Le Monde de l'Economie, afirma que la apuesta actual s¨®lo puede agravar la distancia que separa a los 15 de los 10 nuevos miembros. Dicho de otro modo, al proseguir la pol¨ªtica liberal, los 10 nuevos miembros se sumergen en una sociedad dual en la que una minor¨ªa de ricos convive con una gran mayor¨ªa de desamparados, que no disponen del m¨¢s m¨ªnimo colch¨®n social.
No resulta sorprendente que en casi todos los pa¨ªses del Este los movimientos populistas tengan el viento en popa. En Polonia, Andrzej Lepper, antes jefe del peque?o partido campesino Autodefensa, ya es, seg¨²n las encuestas, pr¨¢cticamente el l¨ªder del primer partido del pa¨ªs. Se dirige a aquellos que no tienen nada y acusa a todos los dem¨¢s de ser unos ladrones corruptos. Su principal argumento, "nunca he gobernado este pa¨ªs", encuentra un amplio eco, dado que es muy cierto que los dem¨¢s, tanto de derechas como de izquierdas, no han sabido, durante 15 a?os en el poder, mejorar la situaci¨®n de los parados (el 18% de la poblaci¨®n) y de los pobres, incluidos los m¨¦dicos, las enfermeras y los docentes. Otro populista, Iv¨¢n Gasparovic, gan¨® las elecciones presidenciales de Eslovaquia el 17 de abril. Es menos conocido, ya que las noticias de los peque?os pa¨ªses interesan rara vez a nuestros medios de comunicaci¨®n.
Estos populistas son, por lo general, patriotas, euroesc¨¦pticos, incluso un poco antisemitas, y su avance no augura nada bueno a la nueva Uni¨®n de 25 pa¨ªses. Para salir bien parada, Europa necesita con urgencia una pol¨ªtica social y el debate sobre la Constituci¨®n deber¨ªa ofrecer la oportunidad de reafirmarla. La "fractura social" -por retomar las palabras de Jacques Chirac- tambi¨¦n existe en nuestro pa¨ªs y no se ve ning¨²n signo de mejora. Pero en el Este es abismal: trabajan mucho m¨¢s (entre 42 y 48 horas semanales), tienen menos vacaciones pagadas (dos semanas al a?o) y est¨¢n peor remunerados. Por tanto, ya es hora de incluir entre los derechos humanos el derecho a la atenci¨®n sanitaria, a la escolaridad gratuita para todos los ni?os y a ser retribuidos conforme a las normas en vigor en el resto de Europa.
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