Karachi se convierte en el escondite perfecto
Desde la guerra de Afganist¨¢n, los radicales isl¨¢micos han encontrado refugio en la principal ciudad de Pakist¨¢n
Un gran letrero anuncia "se alquila". Sin embargo, el solar, en el centro de Karachi, tiene pocas posibilidades de encontrar inquilino. Est¨¢ situado al lado del Consulado de Estados Unidos, indudable riesgo a?adido en estos d¨ªas de antiamericanismo generalizado. Karachi, el centro industrial y comercial de Pakist¨¢n, tiene una larga historia de violencia pol¨ªtica, pero los acontecimientos posteriores al 11-S han a?adido adem¨¢s una importante dosis de terrorismo islamista. Desde la guerra de Afganist¨¢n, los extremistas isl¨¢micos han encontrado en esta urbe multinacional de 14 millones de habitantes un escondrijo casi perfecto para sus agentes.
"Ya no vienen extranjeros como antes", se queja Nazim, un conductor de coches de alquiler que se aburre a las puertas de un hotel internacional por falta de clientes. "Esta ma?ana he hecho un servicio y probablemente me voy a ir a casa sin hacer nada m¨¢s", cuenta casi al final de su jornada laboral. "Es terrible, porque nosotros vivimos de las propinas que nos dan los clientes; la agencia s¨®lo nos paga 2.500 rupias [unos cuarenta euros] al mes".
"La islamizaci¨®n de los a?os setenta destruy¨® la cultura de la diversidad"
Muchas embajadas recomiendan a sus nacionales que eviten Karachi
No es una percepci¨®n aislada. Una compa?¨ªa holandesa ha decidido cerrar sus oficinas ante la falta de seguridad y la presi¨®n de los grupos armados. El pasado d¨ªa 7 el ataque suicida contra una mezquita chi¨ª dej¨® 19 muertos y un centenar de heridos. Pocos d¨ªas despu¨¦s, 10 personas mor¨ªan y otras 20 resultaban heridas en un enfrentamiento armado. Desde mediados de los a?os ochenta, son m¨¢s de 5.000 las v¨ªctimas mortales de la violencia pol¨ªtica, ¨¦tnica o sectaria.
Muchas embajadas extranjeras recomiendan a sus nacionales que eviten Karachi, y recientemente los equipos de cr¨ªquet de India, Nueva Zelanda y Sur¨¢frica se han negado a jugar en la ciudad.
"No creo que Karachi sea una ciudad m¨¢s violenta que otras; lo que la hace diferente es la naturaleza de esa violencia", asegura Arif Hasan, un arquitecto reconvertido al urbanismo humanista.
"La carga pol¨ªtica", explica, "es mucho mayor que la criminal y es fruto de la presencia de poderosos grupos, desde los extremistas religiosos hasta los principales partidos que, en ausencia de un sistema de acceso al poder -monopolizado por el Ej¨¦rcito-, tambi¨¦n recurren a la violencia". Pero este urbanista, que dirige el Proyecto Piloto Orangi (para el desarrollo social de la barriada del mismo nombre), tambi¨¦n se?ala "la falta de servicios p¨²blicos y sociales" como caldo de cultivo.
Desde la guerra de Afganist¨¢n, una parte de esa violencia pol¨ªtica se dirige contra intereses occidentales. As¨ª lo probaron los atentados cometidos en el a?o 2002 contra el Consulado de EE UU (14 paquistan¨ªes muertos en junio) y contra un grupo de t¨¦cnicos franceses que trabajaban en la construcci¨®n de un submarino para la Armada paquistan¨ª (11 franceses muertos en mayo). Desde entonces ha habido otras acciones menores contra compa?¨ªas europeas, como la petrolera Shell, y contra algunas cadenas de comida r¨¢pida norteamericanas.
Un reciente reportaje del semanario paquistan¨ª Friday Times aseguraba que Karachi se ha convertido en "una amenaza para la seguridad no s¨®lo de sus ciudadanos, sino del mundo". En un momento determinado se lleg¨® a especular con que el propio Osama Bin Laden podr¨ªa haberse escondido en alguno de esos barrios en los que ni la polic¨ªa osa entrar. Las fuerzas de seguridad han detenido a algunos miembros de Al Qaeda y tanto las autoridades paquistan¨ªes como expertos extranjeros en lucha antiterrorista coinciden en que los grupos de extremistas sun¨ªes que act¨²an en la ciudad est¨¢n vinculados a esa nebulosa. A ellos se les atribuyen los atentados antioccidentales.
"Pakist¨¢n es seguro para los paquistan¨ªes, pero para los extranjeros no s¨¦ qu¨¦ decirle", confiesa apenada Rehana Hakim, directora de la revista mensual Newsline. "Hace un par de a?os le hubiera asegurado que no iba a tener ning¨²n problema, pero con los abusos de Irak no s¨¦ c¨®mo puede reaccionar la gente, y despu¨¦s de lo que le pas¨® a Daniel Pearl es mejor prevenir que curar", admite. Pearl es el periodista norteamericano al que extremistas isl¨¢micos secuestraron y degollaron en Karachi cuando investigaba a los grupos de organizaciones terroristas que hallaron escondite en la extensa masa urbana del ¨²nico puerto paquistan¨ª.
C¨®mo una ciudad abierta, que respetaba las diferencias y acogi¨® a cientos de miles de emigrantes tras la independencia, ha podido transformarse en refugio de malhechores y terroristas, es un asunto que a¨²n tiene perplejos a buena parte de los karach¨ªes.
"La islamizaci¨®n de los a?os setenta destruy¨® la cultura de la diversidad", sentencia Hasan, arquitecto, que asocia la degradaci¨®n pol¨ªtica con el deterioro urban¨ªstico. "Entonces se cerraron las discotecas, los bares, el hip¨®dromo..., se mat¨® la cultura, y el centro de la ciudad, en manos de emigrantes, se fue degradando". Adem¨¢s, Karachi es el eje econ¨®mico del pa¨ªs. "Cualquiera que tenga una agenda pol¨ªtica quiere conquistar Karachi", concluye Hasan.
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