Caixaf¨®rum recorre la vida y obra de Confucio y el arte de su tiempo
130 obras integran una exposici¨®n sobre el nacimiento del humanismo en China
Mientras los guerreros de terracota del batallador y cruel Quin Shihuang montan guardia en un extremo de Barcelona (recinto F¨®rum), en el otro (Caixaf¨®rum, en Montju?c) se despliega una extraordinaria exposici¨®n que recorre a trav¨¦s de 130 piezas la vida y obra del sabio Confucio, el S¨®crates chino, un hombre que no valoraba la fuerza sino la virtud y cuyo ideal ¨¦tico y pol¨ªtico ha influido decisivamente en 2.000 a?os de cultura china.
Pensador centrado en el hombre, que valor¨® la importancia de la amistad y fracas¨® en vida como pol¨ªtico, Confucio (551-479 antes de Cristo) no escribi¨® nada y su pensamiento fue recogido por sus disc¨ªpulos en las Anacletas o Conversaciones (Lunyu). Tuvo a su Plat¨®n en Menzio, le apasionaba la ¨¦tica e, interesado en la verdad pr¨¢ctica, dejaba de lado la metaf¨ªsica -tambi¨¦n en esto fue semejante a su contempor¨¢neo S¨®crates (o S¨®crates fue semejante a ¨¦l si no queremos pecar de etnocentrismo)-. Consider¨® Confucio una tarea prioritaria educar a la gente para ocupar cargos pol¨ªticos y administrativos, a trav¨¦s del Dao, el Camino perfecto y sus m¨¢ximas ("Yan Hui no me serv¨ªa de nada: estaba de acuerdo en todo lo que yo dec¨ªa". "La humanidad consiste en entender a los hombres". "No he visto nunca a nadie que amara tanto la virtud como el sexo") siguen siendo tremendamente actuales.
Para la mayor¨ªa de la gente en Occidente, Confucio es un icono de China como lo son la Gran Muralla o los rollitos de primavera, pero su vida, su obra y el alcance de la misma son poco conocidos. Desvelar a ese fascinante personaje oriundo del Estado de Lu y comparable por su importancia a Buda, Cristo o Marx es el objetivo principal de Confucio, el nacimiento del humanismo en China, una exposici¨®n que conjuga la lecci¨®n de historia con la experiencia est¨¦tica de primer orden, pues muchas de las obras que presenta son absolutamente sensacionales por su valor y su belleza.
Organizada por la Fundaci¨®n La Caixa, la Reuni¨®n de Museos Nacionales franceses y el Museo Guimet de Par¨ªs (donde se inaugur¨® en octubre), con la colaboraci¨®n del Gobierno chino, la exhibici¨®n (hasta el 29 de agosto) tiene como principales tesoros varios conjuntos de vasos de bronce ceremoniales. Entre ellos, los siete, hermos¨ªsimos con la p¨¢tina verde que les ha dado el tiempo, de la dinast¨ªa Shong (siglo XII antes de Cristo), que evocan la relaci¨®n por nacimiento de Confucio con el mundo de la aristocracia y su devoci¨®n por la tradici¨®n y el culto a los antepasados; y los 10 arcaicos que regal¨® de su colecci¨®n personal el emperador Qianlong para el templo de Qufu, edificado sobre el lugar en que vivi¨® el sabio.
Libros, espejos, estelas y pinturas sirven para seguir la confusa biograf¨ªa del sabio que, parad¨®jicamente visto su agnosticismo, devino hagiograf¨ªa (se le lleg¨® a venerar como santo). Un enorme y precioso carro de bronce significa una de las seis artes nobles exaltadas por Confucio (la conducci¨®n de carros), junto a la m¨²sica (se expone un carrill¨®n de campanas de bronce), la escritura, las matem¨¢ticas o el tiro con arco. Estatuas, impresionantes vestidos de seda con dragones, ornamentos de jade y oro y retratos de altos funcionarios recuerdan que durante siglos la intelligentsia china, millones de letrados, tuvieron que pasar un examen de su conocimiento de los textos confucianos. Entre las maravillas de la exposici¨®n se cuentan un antiguo bajorrelieve Han que muestra un encuentro legendario entre Confucio y Lao-Tz¨¦, en el que el primero le regala un p¨¢jaro, y que constituye el primer retrato del sabio de Lu.
El comisario de la muestra, Jean-Paul Desroches, que explic¨® c¨®mo la Revoluci¨®n Cultural atent¨® contra la memoria del gran pensador, record¨® que Confucio es el personaje que m¨¢s ha contribuido a la identidad china, "m¨¢s", recalc¨®, "que el primer emperador", Quin Shihuang.
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