Triunfo y fuga de Mourinho, "aquel int¨¦rprete"
El t¨¦cnico portugu¨¦s insin¨²a su marcha a un club donde "pueda lograr m¨¢s ¨¦xitos"
En Barcelona, cuando lleg¨® como ayudante del veterano preparador ingl¨¦s Bobby Robson, ahora en el Newcastle, le desde?aron como una especie de charlat¨¢n que se hac¨ªa pasar por segundo t¨¦cnico, aunque su ¨²nica funci¨®n, a decir de algunos, era "hacer de int¨¦rprete" para el primer entrenador.
Nadie reparaba entonces en su pasado, en la temprana pasi¨®n por el f¨²tbol que le inculc¨® su padre, tambi¨¦n entrenador, al que segu¨ªa atento coloc¨¢ndose detr¨¢s del banquillo. Aquel tipo que tan desde?ado fue en Espa?a se convirti¨® anoche en campe¨®n de Europa con s¨®lo 40 a?os, un logro para el que algunos necesitan toda una vida. Y adem¨¢s igual¨® una marca que s¨®lo ten¨ªa hasta ahora el gran Liverpool de finales de los a?os 70, encadenar en dos temporadas consecutivas los t¨ªtulos de la Copa de la UEFA y de la Copa de Europa.
Nadie en el entorno del Oporto pone en duda que Jos¨¦ Mourinho ha sido el principal art¨ªfice de uno de los triunfos m¨¢s sorprendentes en la historia del m¨¢ximo torneo continental. As¨ª lo reconocieron los casi 20.000 aficionados presentes en el Arena AufSchalke, que corearon el nombre de su t¨¦cnico con m¨¢s insistencia que el de ning¨²n jugador. Con ese fulgurante ¨¦xito en el bolsillo, Mourinho prepara ahora su inminente marcha a un equipo con m¨¢s dinero y m¨¢s posibilidades de convertir el triunfo en algo habitual. Todas las apuestas se?alan al Chelsea.
Amor a la familia
En medio de la euforia que se desat¨® entre los dragoes azuis cuando el ¨¢rbitro se?al¨® el final del partido, Mourinho apareci¨® con un sorprendente gesto melanc¨®lico. "Es que ocurri¨® algo extra?o", explicar¨ªa despu¨¦s. "Mi mujer y mis dos hijos, a los que yo hac¨ªa en la tribuna, aparecieron de repente detr¨¢s del banquillo. Y yo quiero mucho a este equipo, a mis jugadores, a los aficionados ... Pero a nadie quiero m¨¢s que a mi esposa y a mis hijos".
Ese amor a la familia, unido a la imparable sucesi¨®n de noticias que apuntaban a que el de anoche era su ¨²ltimo partido dirigiendo al Oporto, le caus¨® hace unos d¨ªas un serio encontronazo con los dirigentes del club. El d¨ªa siguiente a la victoria en Riazor que le proporcion¨® el pase a la final, Mourinho cogi¨® a la familia y se fue a Londres a ver la otra semifinal entre el Chelsea y el M¨®naco. Te¨®ricamente, el t¨¦cnico iba a ver a su futuro adversario en la final. Pero daba la causalidad que el partido se jugaba en el estadio donde todo el mundo le sit¨²a el a?o pr¨®ximo. Y la presencia de su mujer y sus hijos fue interpretada por los directivos como un viaje introductorio para preparar la inminente mudanza.
La tormenta se sofoc¨® antes de la final de ayer y, terminado el partido, Mourinho ofreci¨® s¨ªntomas de incomodad al comprobar que los periodistas parec¨ªan m¨¢s interesados por su pr¨®ximo destino que por los pormenores del partido. "Acabamos de conseguir algo muy grande para el f¨²tbol portugu¨¦s y aqu¨ª s¨®lo me preguntan por mi futuro", se extra?¨®. Pero ante la insistencia de los informadores ingleses, ante los que luci¨® su dominio del idioma, Mourinho acab¨® insinuando que todos los rumores estaban en lo cierto.
"Dentro de 10 o 15 a?os, quiero contar m¨¢s triunfos como ¨¦ste, conseguir cada vez m¨¢s y no s¨®lo de vez en cuando. Mi prop¨®sito es seguir creciendo como entrenador", explic¨®. "Es verdad que tengo ofertas de otros clubes. Y aunque a¨²n me queda un a?o de contrato en el Oporto, voy a hablar con el club con franqueza, con el coraz¨®n abierto, para buscar una soluci¨®n satisfactoria para todos".
Junto a Mourinho estaba Deco, elegido mejor jugador de la final, a quien tambi¨¦n asaltaron a preguntas sobre su posible marcha al Bayern. El futbolista no quiso entrar al trapo, pero ayer mismo declaraba en una entrevista con el diario P¨²blico: "Me gustar¨ªa ir a un sitio donde los triunfos tuvieran m¨¢s repercusi¨®n que aqu¨ª".
Un instante antes de saltar al c¨¦sped del Arena AufSchalke, Mourinho hab¨ªa aleccionado a sus futbolistas: "Esta noche no la olvidaremos nunca. Seremos viejos, viej¨ªsimos, y la seguiremos recordando". Y, como siempre, los jugadores aceptaron con fe ciega el reto de su entrenador. Mourinho ha logrado ejercer un poder casi hipn¨®tico sobre sus futbolistas, que le profesan una devoci¨®n ilimitada. "Algunos piensan en el f¨²tbol 24 horas al d¨ªa. Mourinho piensa 48", dicen de ¨¦l en Portugal.
Ese car¨¢cter obsesivo, su pasi¨®n por los menores detalles, esas instrucciones por escrito que entrega antes del partido a cada jugador, en la que especifica tambi¨¦n las caracter¨ªsticas del rival con el que tendr¨¢ que medirse, han contagiado a la plantilla de la seguridad en s¨ª mismo que nunca abandona Mourinho. Ni siquiera las largas sesiones de v¨ªdeo ni las exposiciones que les dedica ayud¨¢ndose del power point han aburrido a sus futbolistas. M¨¢s bien al contrario, contribuyen a incrementar su confianza. Unos d¨ªas antes de la final, el medio Costinha confesaba: "Nosotros estamos tranquilos, porque Mourinho ya piensa por todos".
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