La mayor crisis del mundo
El conflicto en la regi¨®n sudanesa de Darfur ha desplazado a m¨¢s de un mill¨®n de personas
Unas 1.700 personas, en su mayor¨ªa mujeres y ni?os, mantenidas en cautividad en un pueblo destruido, forzadas a pagar a sus guardianes para comer, viviendo en medio de sus excrementos, las mujeres y las ni?as siendo v¨ªctimas de repetidas violaciones y entre cinco y siete ni?os muriendo de hambre cada d¨ªa. Pese a tener todos ellos una larga experiencia en las misiones humanitarias, los miembros del equipo de Naciones Unidas que visitaron el pasado abril el pueblo de Kailek, en la regi¨®n sudanesa de Darfur, volvieron conmocionados.
Lo de Kailek no es un caso aislado. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha calificado la situaci¨®n en Darfur como "la peor crisis humana del momento". Desde el inicio del conflicto, hace un a?o, entre el Gobierno de Jartum respaldado por milicias ¨¢rabes -llamadas janjaweed- contra grupos rebeldes de negros africanos, m¨¢s de un mill¨®n de personas han sido desplazadas en el interior de Sud¨¢n. Otras 10.000 murieron y 140.000 huyeron hacia el vecino Chad. Las autoridades sudanesas han facilitado recientemente el acceso de las organizaciones humanitarias a la zona, pero se calcula que cientos de miles de personas siguen desatendidas.
Los janjaweed aplicaron en Darfur una pol¨ªtica de tierra quemada. En el viaje a Kailek, el equipo de la ONU vio muchas aldeas de furs -una etnia de negros africanos- incendiadas, mientras otras, habitadas por etnias ¨¢rabes, permanec¨ªan intactas. Mercedes Tatay, una espa?ola que trabaja para M¨¦dicos Sin Fronteras (MSF) y que acaba de regresar de la regi¨®n, observ¨® el mismo paisaje: "Durante kil¨®metros y kil¨®metros, a lo largo de la carretera, todos los pueblos hab¨ªan sido arrasados. S¨®lo quedaban reba?os de camellos".
El pasado 8 de abril, el Gobierno y los rebeldes acordaron un alto el fuego. Desde entonces, afirma Tatay, ya no hay tantos ataques, pero muchos desplazados, al igual que en el pueblo de Kailek, viven de hecho en cautividad. "Los janjaweed cercan los lugares de reagrupamiento. S¨®lo las mujeres, los ni?os o los ancianos se atreven a salir para buscar algo de comida o de le?a. Los hombres no salen, les matar¨ªan", dice la cooperante. La mayor¨ªa de los civiles huyeron dejando atr¨¢s todas sus pertenencias. "En aldeas donde antes viv¨ªan 2.000 personas ahora son 80.000. Imag¨ªnense la dificultad de subsistir sin comida, agua, ropa, ganado...", explica la m¨¦dico espa?ola.
El papel de las autoridades sudanesas en las exacciones parece cuanto menos oscuro. En Kailek, relata el equipo de la ONU, "aparentemente no hab¨ªa distinci¨®n entre los janjaweed y la polic¨ªa. El jefe de la polic¨ªa se identific¨® como fursan, como se autodenominan los janjaweed, y todos parec¨ªan igualmente involucrados en la protecci¨®n de los refugiados".
Los ind¨ªces de mortandad se han disparado. MSF atiende en sus centros a m¨¢s de 1.000 ni?os que sufren desnutric¨®n aguda y han surgido brotes de epidemia. "Est¨¢ sucediendo, ya es una cat¨¢stofe humana", asegura Tatay. Y puede empeorar: la temporada de lluvias empieza, lo que dificultar¨¢ el transporte de la ayuda. Un ayuda esencial a la subsistencia de los refugiados, y para mucho tiempo. "S¨®lo hay una cosecha anual. Se planta ahora y se recoge en noviembre. Este a?o no han podido plantar y las reservas fueron quemadas, con lo que hasta noviembre de 2005 -en el mejor de los casos- depender¨¢n totalmente de la ayuda internacional", explica Aitor Zabalgogeazkoa, de MSF.
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