Fervor tranquilo en el Festival de Fez
La princesa Lalla Salma preside el primer concierto del certamen ante 5.000 personas
Hubo que esperar m¨¢s de media hora a la esposa del rey de Marruecos, Mohammed VI, una princesa Lalla Salma que habr¨ªa dado otro toque al bodorrio de do?a Letizia con toda esa pedrer¨ªa y su impresionante melena pelirroja rizada, pero vali¨® la pena. El primer concierto de la X edici¨®n del Festival de Fez de M¨²sicas Sagradas del Mundo, que se celebra hasta el 6 de junio en la ciudad, fue un oasis de paz en medio del caos que rodea al mundo y al evento. El primer concierto tuvo lugar en la sede principal, la Puerta Bab Al Makina, gigantesco monumento/fortaleza de 1886 con un aforo de 5.000 espectadores, y estuvo marcado por el fervor tranquilo de los artistas y el p¨²blico, y por el desconcierto (no menos tranquilo) del masificado aparato de seguridad.
El rey de Marruecos, cuyo retrato preside el escenario, patrocina el encuentro art¨ªstico
Con las anch¨ªsimas avenidas de la guap¨ªsima Fez cortadas al tr¨¢fico desde horas antes del concierto, los invitados no VIP y el p¨²blico de a pie acced¨ªan a la fortaleza andando por Bab Makina hasta llegar a dos arcos detectores de metales. Pero, como meter a 5.000 personas por dos agujeros lleva su tiempo, la polic¨ªa decidi¨® con buen criterio no parar a nadie que pitara, aunque fuera sin desconectar el detector, claro, con lo que no s¨®lo el pitido de la maquinita era infernal y continuo, sino que hasta Mart¨ªnez Ingl¨¦s podr¨ªa haber metido una escopeta.
Dentro del recinto hab¨ªan puesto una jaima real con unos sof¨¢s no menos imperiales para recibir a la princesa Lalla Salma, y cuando la princesa -que es natural de Fez- lleg¨® por fin al recinto amurallado en su fastuoso Mercedes blanco, salud¨® a los curiosos en alpargatas o sin ellas, pas¨® como una reina bajo el techo de espadas de la Guardia Municipal y no se sent¨® en los sof¨¢s, sino que accedi¨® directa al trono que le hab¨ªan colocado frente al escenario, los aplausos sonaron a gloria bendita.
Entonces, el Coro de Ni?os de Fez sali¨® en formaci¨®n elegante, el director salud¨® con un cabezazo al respetable, los ni?os le imitaron obedientes, a un gesto suyo abrieron las boquitas como peces, empezaron a sonar las notas de Si crees en Dios lo tendr¨¢s siempre a tu lado y aquello s¨ª era una buena bendici¨®n celestial, y no esa ronquera desafinada de nuestro monse?or ronco. La gente estaba tan extasiada que casi no pod¨ªa ni aplaudir.
Luego salieron las tres sopranos. Primero, la francesa Fran?oise Altan, que dej¨® un melanc¨®lico canto lit¨²rgico sefard¨ª bordando los medios tonos y las reminiscencias de la siguiriya. Segunda, la barcelonesa Monserrat Figueras, que cant¨® un Lamento de la
Virgen, extra¨ªdo del Misteri
d'Elix, lleno de culpa mediterr¨¢nea. Y, tercera, la marroqu¨ª A?cha Redouane, que sali¨® cantando por martinetes ¨¢rabes a todo pulm¨®n Te quiero con amor
doble, un poema de Rabi'Al Adawiyya. Y de repente el mundo se par¨®. La gente le dec¨ªa algo as¨ª como elef -que ser¨¢ el ol¨¦ de aqu¨ª-, y Bush qued¨® reducido a cero, Rumsfeld no era ni siquiera un mal recuerdo y Bin Laden parec¨ªa un fantasma dise?ado por la CNN para crear confusi¨®n, causar dolor y cultivar el odio.
Despu¨¦s, cuando las tres se dieron la mano y juntas entonaron un texto de Ibn Arabi con su estribillo pegadizo y todo, un mundo mejor parec¨ªa posible: la solidaridad, el amor eterno, el hermanamiento entre los pueblos, incluso la fundaci¨®n de la I Internacional del Buen Rollo y la creaci¨®n del grupo estable Las tres sopranos, que jubilar¨ªa por fin a los tres tenores.
No hay que resignarse ni perder la esperanza. Otro mundo es posible. Rastros de Luz es el t¨ªtulo de este festival que patrocina el rey de Marruecos -cuyo retrato preside el escenario- y con el que el antrop¨®logo Faouzi Skali y otros sabios marroqu¨ªes quieren demostrar justamente eso, que es posible la paz, la solidaridad y el entendimiento entre las tres religiones que mueven y agitan el mundo, que el islam, el cristianismo y el juda¨ªsmo pueden coexistir sin asesinarse ni tratar de exterminarse.
Y como la tarea no es moco de pavo, nada mejor que traer a los iluminados derviches turcos de Konya, que no s¨®lo giran y giran y giran y giran de co?a, sino que lo hacen en contacto con la divinidad, con una mano extendida al cielo y otra mirando al suelo. ?La raz¨®n? La mano que mira al cielo trinca las buenas influencias, la que mira al suelo se las transmite a la tierra. Con el suelo bien espolvoreado de talco para resbalar mejor, sus gorrillos estilo tubo de cerveza, sus rituales de saludos, cabezazos y reverencias, sus faldas blancas, sus capas negras y sus instrumentos paralelep¨ªpedos, los derviches fueron recibidos con divisi¨®n de opiniones: unos extasiados, otros mareados y otros dormidos a pierna suelta. Es lo que tiene el poder hipn¨®tico de algunos ritos.
![Los derviches de Konya, durante su actuaci¨®n en Fez.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YV4BJKBZJTWS7YZSGXF2WVQJCQ.jpg?auth=1270cb94c49da28697041f4c98f9ae4bd2cd87c815ce713dfb6a9f02a2069433&width=414)
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