Campa del Carmen
Parece que Sestao calienta motores para celebrar el a?o pr¨®ximo el 200? aniversario de su andadura como ayuntamiento independiente. En ese camino, e intentando recuperar la historia de la anteiglesia, se acaba de inaugurar una exposici¨®n fotogr¨¢fica rememorando el desaparecido barrio de El Carmen. Fue en este lugar, tambi¨¦n conocido como La Punta, en el extremo oriental del municipio, junto a la desembocadura del r¨ªo Galindo, donde inici¨® su andadura, a finales del siglo XIX, un imparable reguero de f¨¢bricas que trasformar¨ªa aquella aldea agr¨ªcola y marinera en un bullicioso enclave obrero.
El homenaje es muy merecido, aunque podr¨ªa haberse ampliado a los barrios de Urbinaga, Simondrogas, Debajo los Puentes o incluso a las chabolas de La Escarabilla, asentamientos por excelencia de aquellos obreros sin especializar que levantaron con sudor y sufrimiento la industria sider¨²rgica y naval m¨¢s potente de Espa?a. No obstante, esta ausencia puede justificarse en la dificultad de encontrar documentaci¨®n gr¨¢fica de esos lugares, sitios menospreciados, abandonados por las autoridades, relegados de la memoria colectiva por verg¨¹enza a mostrar un pasado de explotaci¨®n y miseria, pero con el brillo de la honradez. Unas cualidades que ahora los nietos de aquellos pioneros desean poner en lugar adecuado, retomando el orgullo de unos antepasados entregados a construir con el esfuerzo de sus manos todo un emporio industrial.
La muestra da cuenta de la fisonom¨ªa de uno de aquellos lugares donde proliferaron las casas de balcones corridos para los obreros m¨¢s afortunados junto a los chalecitos individuales destinados a los ingenieros de las f¨¢bricas colindantes y para el m¨¦dico. Un reducto como La Campa del Carmen se convert¨ªa de esta manera en colonia de inmigrantes donde no faltaba iglesia, fielato, cuartel de Guardia Civil y un cercano club deportivo dedicado al remo.
No obstante, a pesar del esfuerzo de los organizadores, la exposici¨®n se queda coja. Est¨¢ presentada con cierto desorden y no termina por recoger algunos matices claves. Me refiero a la figura humana. Se centra fundamentalmente en fr¨ªas vistas generales de f¨¢bricas, astilleros o algunos ejemplos de los ingenios que se produc¨ªan en sus talleres. Incluso hay profusi¨®n de lienzos (reproducciones) con motivos religiosos, pero inexplicablemente la gente que habita aquellos parajes no parece despertar especial inter¨¦s. Supongo ser¨¢ un peque?o desliz remediable durante el inminente homenaje-recordatorio al segundo siglo de un pueblo marcado por el humanismo solidario.
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