Eduardo Arroyo muestra la iron¨ªa y provocaci¨®n de su obra reciente
El artista madrile?o expone en A Coru?a 24 obras creadas en la ¨²ltima d¨¦cada
Obras contundentes, medidas y bastante representativas de los ¨²ltimos 10 a?os de Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) se exhiben hasta el 11 de julio en el Museo de Arte Contempor¨¢neo de Uni¨®n Fenosa (MACUF) de A Coru?a (avenida de Arteixo, 171). Un abanico de 24 cuadros de la ¨²ltima d¨¦cada en los que se reflejan las pasiones pict¨®ricas m¨¢s significativas del pintor, la iron¨ªa e incluso la provocaci¨®n. Arroyo se define como un pintor figurativo que se nutre de todo lo que se encuentra a su alrededor, en su permanente intento de conquistar el lenguaje pict¨®rico.
Gran conversador y apasionado por los libros antiguos, Arroyo dice que utiliza "pretextos" para crear sus obras. "A veces parto de elementos hist¨®ricos, otras de informaciones que encuentro en la prensa y las m¨¢s, de an¨¦cdotas que me suceden en la vida". El artista considera que sus obras no son f¨¢ciles de entender a primera vista porque incluyen elementos que se pueden escapar al observador. "Son muchas las ocasiones que se presentan m¨¢s como secretos que como cosas dichas".
Entre los cuadros de Arroyo,que se exhiben en el MACUF (macuf.unionfenosa.es), se localizan algunos relacionados con la historia. En La guerra de los mundos (2002) hay una evocaci¨®n de los atentados del 11-S en Nueva York. En esa obra hay una confrontaci¨®n entre Oriente y Occidente, seg¨²n el autor. "Mickey Mouse se enfrenta a un viejo burro. He contrapuesto un s¨ªmbolo del capitalismo triunfante, un ratoncillo antropormorfizado y esclavizado, a un s¨ªmbolo de la pobreza. He puesto enfrente dos mundos fatigados que me han hecho pensar en La guerra de los mundos, de Orson Welles. El asno representa al islam y el rat¨®n Mickey Mouse, con sus 75 a?os, a Am¨¦rica. El cuadro representa dos im¨¢genes contrapuestas, en definitiva, dos maneras de vivir la vida".
Pintor muy vinculado a la literatura, se confiesa defensor del objeto m¨¢s arcaico, el cuadro, frente a las nuevas tecnolog¨ªas art¨ªsticas. "El peligro de las nuevas tecnolog¨ªas o de las obras virtuales es saber si detr¨¢s de todo ello hay o no un artista. Mi ignorancia sobre ese mundo me obliga a ser cauto en el juicio. S¨¦ que se puede hacer arte con nada y con todo, pero soy defensor del objeto m¨¢s arcaico que es la pintura".
El artista considera que ante esa ola generalizada de relegar la pintura frente a otro tipo de expresiones art¨ªsticas, ¨¦l se mantiene apegado a ella. "Es duro para m¨ª pintar porque cada vez que comienzo un cuadro se inicia en mi vida un proceso de angustia fuerte. Mis comienzos son duros, pero llega un momento en el que el cuadro se convierte en un adversario tenaz. Cuando lo finalizas y ganas la batalla a la tela se produce en mi interior una honda satisfacci¨®n".
Mientras pasea entre sus obras y se detiene frente a Elisabeth Sidal (2000), explica c¨®mo va mezclando en sus trabajos la literatura, el teatro, la escultura y su inter¨¦s por la imprenta. "Cuando pinto me veo en la obligaci¨®n de absorber de lo que me rodea para poder salirme del cuadro y protegerme y poder volver a ¨¦l con mayor paz. Soy un pintor que vive una relaci¨®n directa y complicada con la tela".
Arroyo, que se hizo pintor en 1958 en Par¨ªs, reconoce que fue por casualidad, porque antes de esa fecha hab¨ªa realizado todo lo que le era posible para ser escritor, y de hecho todav¨ªa sigue inscrito en la Asociaci¨®n de la Prensa de Madrid. Su pasi¨®n por la palabra y la literatura no se escapa de sus cuadros y siempre anda luchando por intentar entender la relaci¨®n posible o imposible entre pintura y escritura. Para Eduardo Arroyo, la pintura es "un conglomerado, un conjunto de pinceladas. No es una gram¨¢tica ni un estilo, es una totalidad. Una decisi¨®n fuerte e irrevocable".
Sorprende en la exposici¨®n la visi¨®n de algunos cuadros como Don Juan Tenorio (2000) en los que el lienzo est¨¢ enmarcado con madera. "Hasta hace un tiempo me negaba a que mis obras estuviesen enmarcadas, pero un d¨ªa empec¨¦ a trabajar con los marcos porque me daba cuenta de que la superficie del cuadro no me era suficiente y necesitaba el soporte del marco para pintar o incluir elementos diferentes".
Ense?ar a los j¨®venes
"No me divierte la ense?anza, ni perder el tiempo en cosas que me roben espacio para poder pintar el que igual podr¨ªa ser mi ¨²ltimo cuadro. Cada vez me queda menos tiempo para poder hacer lo que quiero". A pesar de esta afirmaci¨®n rotunda, Eduardo Arroyo asegura que la experiencia de impartir un taller a una veintena de j¨®venes artistas en el MACUF fue "interesante". "No me considero una persona cercana a la ense?anza, pero el proyecto ha funcionado. Lo que han hecho estos j¨®venes es muy representativo del tipo de pintura que se est¨¢ haciendo en la generaci¨®n de los 20 a los 30 a?os. Es gente preparada art¨ªstica e intelectualmente".
El MACUF tiene en marcha un proyecto desde hace 10 a?os en el que, tras la selecci¨®n de un artista para impartir un taller, se realiza una exposici¨®n del autor y el museo adquiere una de sus obras.
En el museo de Uni¨®n Fenosa, en A Coru?a, se han celebrado exposiciones y talleres de Rafael Canogar y Lucio Mu?oz, entre otros. El pr¨®ximo curso lo impartir¨¢ Soledad Sevilla Portillo (Valencia, 1944).
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