Europa
Las elecciones europeas muestran la indiferencia de los europeos por su ?patria de patrias, naci¨®n de naciones, pa¨ªs de pa¨ªses? Quiz¨¢, espacio de nueva convivencia y de negocios. Puede que proyecto de gran potencia. Ves a saber? Los pol¨ªticos se esfuerzan con gran convicci¨®n en convocar a los electores tratando de despertar en la ciudadan¨ªa un m¨ªnimo entusiasmo, inexistente por ahora, sin demasiadas explicaciones concretas. El ciudadano malicioso puede pensar que en la pasi¨®n europe¨ªsta de los futuros diputados existen elementos relacionados con las altas remuneraciones y prebendas que percibir¨¢n. (Siempre he considerado una falacia la pretensi¨®n de evitar la corrupci¨®n de los pol¨ªticos a base de aumentar sus emolumentos. La pr¨¢ctica parece demostrar aquello de que "el que m¨¢s tiene m¨¢s quiere") Incluso sin necesidad de pensar mal, a los europeos les interesa relativamente poco lo que pueda resultar de estas elecciones. En muchos sectores, al menos de la opini¨®n espa?ola, se nota un cierto desencanto respecto a las actuaciones pol¨ªticas europeas, a su palabrer¨ªa pacifista, a su pasividad, a su apoyo m¨¢s o menos subterr¨¢neo a los poderosos creadores de conflictos internacionales. Sin llegar al servilismo del PP ante la barbarie norteamericana, las excusas, los matices, las gestiones diplom¨¢ticas, suelen tender a suavizar los desacuerdos. De hecho, contradicen las cr¨ªticas dom¨¦sticas dirigidas m¨¢s a calmar los ¨¢nimos de los indignados ciudadanos por las atrocidades cometidas, que a enfrentarse pol¨ªtica y directamente a los b¨¢rbaros. Sorprende que se evite la condena oficial de EEUU por parte de quienes consideran que no condenar una atrocidad significa necesariamente complicidad o identificaci¨®n con sus autores.
La inoperante comunidad internacional cumple el papel de refugio de las indecisiones. La excusa de los estados y de la CE en su conjunto, para no actuar. "La ONU dar¨¢ las directrices oportunas", se convierte en la justificaci¨®n ideal para no hacer nada eficaz. Tambi¨¦n resulta ¨²til a los mandatarios constatar la buena disposici¨®n de las vetustas e improductivas monarqu¨ªas europeas, siempre alegres y populares, ricas y festivas, a celebrar fastos llenos de modernidad y campechan¨ªa, ajenos a los cotidianos dramas que conmueven y afean el mundo. Por su parte, los futuros diputados nos hablan de prosperidad, otros nos tientan con la paz y la democracia, con la Europa de los pueblos, de los ciudadanos o con la Europa social. Dif¨ªcilmente podr¨ªa ser de otro modo. Los intereses econ¨®micos, los compromisos adquiridos, la importancia de ser europeos, modernos y civilizados les impide denunciar en campa?a electoral, ni siquiera decirlo, que Europa es la potencia que m¨¢s armas vende en el mundo. Tampoco a nadie se le ocurre llevar en su programa una propuesta de acuerdo europeo encaminado a retirar de Israel los embajadores e iniciar un f¨¦rreo cerco econ¨®mico y pol¨ªtico para conseguir detener los asesinatos producidos por tanques y aviones. O propiciar, si se es elegido, una resoluci¨®n condenando sin paliativos al gobierno de EEUU, y no solo a unos pocos soldaditos desaprensivos, por los atropellos a los derechos humanos y las torturas de todos conocidas. Ser¨ªa al menos ¨²til y no tan imposible intentarlo.
Creo que nada de todo esto saldr¨¢ a la luz en campa?a por boca de los candidatos. Sin embargo pienso que hay que votar. Europa no es solo una sucesi¨®n de hipotecas y compromisos. Reconozco el esquematismo de unas afirmaciones y unas sugerencias que habr¨ªa que matizar con m¨¢s espacio y mayor complejidad. Muchas cosas pueden valer la pena. Sirve se?alar una: la p¨¦rdida paulatina de soberan¨ªa de los estados que obliga a difuminar fronteras, posiblemente a favor de afinidades comunitarias distintas, ahora inimaginables, que signifiquen un retroceso en el desaforado patriotismo vigente. Por eso no ser¨¢ lo mismo una Europa poblada de conservadores y reaccionarios defendiendo intereses econ¨®micos de empresarios, magnates y monarcas, que una Europa de gentes con intenciones democr¨¢ticas dispuestas a contrarrestar hasta donde puedan la llamada Europa de los mercaderes. Pero me ha parecido oportuno se?alar que no hay que forzar la construcci¨®n europea hasta el extremo de deformar la realidad.
es escritor.
Doro Balaguer
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