Anfield, un museo, palabras mayores
Rumbo a Liverpool, Rafa Ben¨ªtez recalar¨¢ en el vestuario m¨¢s legendario de la historia
"Mucha gente trabaja en una f¨¢brica de nueve a cinco. Su trabajo puede consistir en dar miles de vueltas a una tuerca. As¨ª que los s¨¢bados por la tarde esa gente merece algo por lo que ir a un estadio y poder gritar". De ese modo resum¨ªa el m¨ªtico Bill Shankly el ideario del Liverpool, un club que de la mano de este visionario t¨¦cnico escoc¨¦s dej¨® un inmenso legado para la historia del f¨²tbol. Shankly, un tipo arisco y socarr¨®n, dio la espalda al guerrero f¨²tbol ingl¨¦s y apost¨® por un modelo heterodoxo, de toque y paciente elaboraci¨®n, con el buen trato a la pelota como primer mandamiento. Y, lo que es m¨¢s importante, el iracundo Bill supo perpetuar su admirable obra al impregnar el club de un cierto sentido tribal. En un cuartucho de mala muerte (The boot room, el de las botas), en torno a una ro?osa tetera y unas cervezas, Shankly y sus colaboradores -Bob Paisley, Joe Fagan, Roy Evans y Ronnie Moran- deliberaron horas y horas sobre f¨²tbol. All¨ª, entre cuatro paredes mohinas, con un mareante olor a cuero y linimento, se gest¨® la leyenda del gran Liverpool. Ning¨²n jugador o directivo ten¨ªa permiso para entrar en el santuario.
Shankly: "Los s¨¢bados, la gente que trabaja merece algo por lo que ir a un estadio y poder gritar"
En la capilla del vestuario, Shankly expon¨ªa su c¨¢tedra con la intenci¨®n de que sus ayudantes se encargaran de transmitirla de generaci¨®n en generaci¨®n: "El f¨²tbol no es una cuesti¨®n de vida o muerte, sino algo m¨¢s importante"; "el buen gusto es fundamental; si el Everton jugara en el jard¨ªn de mi casa, yo bajar¨ªa la persiana"; "si un jugador est¨¢ en el ¨¢rea rival y no sabe qu¨¦ hacer con el bal¨®n, decirle que remate y luego ya discutiremos otras opciones"... Nada de despachos y oropeles. Era en ese cuarto oscuro donde se marcaba la filosof¨ªa del Liverpool. El equipo estaba por encima de todo, sin pamplinas. Que le pregunten a Tommy Smith, reputado jugador de los 60 al que Shankly abronc¨® en cierta ocasi¨®n en p¨²blico por haberse vendado una rodilla sin su permiso: "Sepa usted que su rodilla no es suya, es del Liverpool".
Shankly, fallecido en 1981 a los 68 a?os, dirigi¨® al Liverpool entre 1959 y 1974 y conquist¨® tres Ligas, una Copa y una Copa de la UEFA. Como no pod¨ªa ser menos, su sucesor fue Bob Paisley, un comensal del boot room que hab¨ªa jugado en el club en los a?os 40. "Shanks lo ha dejado y me han dado un puesto que no quer¨ªa, pero mantendr¨¦ su obra", dijo Paisley a la plantilla el d¨ªa de su presentaci¨®n. Tan lejos estaba el orondo Bob del modelo de t¨¦cnico estrella que sus jugadores a¨²n recuerdan, desternillados, c¨®mo las pasaba canutas cuando ten¨ªa que pronunciar el nombre de un adversario extranjero. O su paseo por un hotel de Par¨ªs en babuchas y con el Daily Mirror enroscado en el bolsillo de un rancio ch¨¢ndal horas antes de ganar al Madrid la final de la Copa de Europa de 1981. Paisley tambi¨¦n logr¨® otras dos grandes torneos europeos y una Copa de la UEFA. En 1983 le relev¨® otro disc¨ªpulo de la saga Shankly, Joe Fagan, empleado del Liverpool desde 1958. En su deb¨² se alz¨® con la Liga, la Copa y la Copa de Europa. A Fagan, fallecido en 2001 con 80 a?os, le toc¨® vivir en directo la tr¨¢gica final de Heysel de 1985, un suceso que jam¨¢s super¨®.
Tras Fagan lleg¨® la ¨¦poca de las viejas glorias adiestradas por los gur¨²s del cuarto con botas. Kenny Dalglish primero y Graeme Souness a continuaci¨®n. ?ste rompi¨® el cord¨®n umbilical con los viejos tiempos y despilfarr¨® millonadas en un mont¨®n de desafortunados fichajes. Apesadumbrados, los dirigentes vieron que era el momento de volver a las ra¨ªces y rescataron de la cueva de Shankly a Roy Evans, un mediocre defensa de los 60. Estuvo escoltado por G¨¦rard Houllier, un maestro amante de Marcel Proust que se hab¨ªa ganado una plaza de profesor de franc¨¦s en un colegio de un humilde barrio de Liverpool. Houllier, nacido en Lille (Francia) en 1947, se hab¨ªa enamorado de tal forma del Liverpool que en su tiempo libre pasaba horas y horas merodeando por Anfield. Volvi¨® a Francia, se sac¨® el t¨ªtulo de entrenador y tras dirigir al Par¨ªs Saint Germain y a la selecci¨®n francesa, el Liverpool le dio las riendas en noviembre de 1998. Se convirti¨® en el primer t¨¦cnico extranjero de la historia del club y cort¨® para siempre el eslab¨®n con Shankly y su tropa.
Despedido Houllier, llega el turno de Rafa Ben¨ªtez. No aterriza en un banquillo cualquiera. Llega a un museo, al vestuario m¨¢s sacralizado de la historia de este deporte. Por muchas telara?as que Houllier y su mercantilista visi¨®n del f¨²tbol hayan dejado en el boot room.
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