Denuncia sin equ¨ªvocos

Pramoedya Ananta Toer (Java, Indonesia, 1925) representa la encarnaci¨®n de los valores c¨ªvicos y democr¨¢ticos en su pa¨ªs. Ello quiere decir, lisa y llanamente, que su vida ha sido una odisea y que, por consiguiente, su narrativa ha tenido que luchar empecinadamente para sobrevivir. Vida y obra son en Toer inseparables: sus ideas nacionalistas e izquierdistas chocaron con la ocupaci¨®n japonesa, con el poder colonialista holand¨¦s y posteriormente con las dictaduras derechistas. Por ce?irnos a su literatura, conviene resaltar que es narrador sereno, de estructuras s¨®lidas, generoso para entregar al lector unas peripecias muy bien tramadas, un di¨¢logo pertinente y una constante capacidad para demostrar que el compromiso pol¨ªtico y social no tiene por qu¨¦ repudiar la calidad: si esa confusi¨®n reina en un sinf¨ªn de escritores, es sencillamente porque se trata de autores que, con mejor o peor intenci¨®n, pretenden dar alg¨²n gato por liebre. No en vano, Toer se consagr¨® con El fugitivo en 1950, escrita en la c¨¢rcel. Tierra humana se sit¨²a a principios del siglo XX, y pinta pormenorizadamente la atm¨®sfera del colonialismo holand¨¦s en Java. Es la primera novela de la tetralog¨ªa Cuarteto de Bur¨², un aut¨¦ntico fresco hist¨®rico de la Indonesia contempor¨¢nea. Tierra humana describe el proceso de concienciaci¨®n de un noble, que va captando lo que hay por debajo de la realidad oficial.

No hay concesi¨®n al "orientalismo" en la obra de Toer. El lector occidental, por tanto, queda confrontado a lo que tantas veces se le sigue ocultando, ya en el siglo XXI, a la hora de informarle sobre los ciudadanos de los pa¨ªses explotados: la gente es igual que aqu¨ª; pero no es lo mismo mandar que tragar.