Las mujeres, la paz y la seguridad
Desde que, en el a?o 2000, el Consejo de Seguridad aprobara la resoluci¨®n 1325 sobre la Mujer, la Paz y la Seguridad, se ha intensificado el trabajo en relaci¨®n con las cuestiones de g¨¦nero y con la promoci¨®n de la igualdad en materia de g¨¦nero en las operaciones de mantenimiento de paz de Naciones Unidas. Esta resoluci¨®n constituye un hito en el proceso de sensibilizaci¨®n acerca del impacto de los conflictos armados en las mujeres, pero tambi¨¦n acerca del papel fundamental que han de desempe?ar las mujeres como participantes capaces y activas en la prevenci¨®n y la resoluci¨®n de conflictos y en el proceso de consolidaci¨®n de la paz. Las cuestiones relacionadas con el g¨¦nero se reflejan cada vez m¨¢s en el mandato de las operaciones de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas, y cada vez es m¨¢s frecuente que exista en cada misi¨®n un coordinador de g¨¦nero, como en la misi¨®n UNMIL, en Liberia, y en la misi¨®n MONUC, en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo.
El compromiso con la igualdad en materia de g¨¦nero constituye uno de los principios clave de la Uni¨®n Europea
El compromiso con la igualdad en materia de g¨¦nero constituye uno de los principios clave de la Uni¨®n Europea. Cabe recordar que, como resultado de las negociaciones en el seno de la Convenci¨®n Europea y, m¨¢s tarde, en la Conferencia Intergubernamental, se han a?adido los principios de no discriminaci¨®n y de igualdad entre mujeres y hombres en el art¨ªculo I-2 del futuro Tratado Constitucional Europeo, con lo que estos principios se reconocer¨¢n como dos de los valores en los que se fundamenta la Uni¨®n Europea. Muchos de los Estados miembros de la Uni¨®n Europea se han dedicado activamente a promover la aplicaci¨®n de la resoluci¨®n 1325 en el contexto de Naciones Unidas. Ha llegado el momento de que la Uni¨®n Europea intensifique la integraci¨®n de una perspectiva de g¨¦nero tambi¨¦n en las actividades de gesti¨®n de crisis de la Uni¨®n. Desde el 1 de mayo nos hemos enriquecido con la incorporaci¨®n de 10 nuevos miembros, que aportan a nuestra labor nuevas experiencias y energ¨ªa. Y en un momento en que la UE est¨¢ preparando la m¨¢s amplia, ambiciosa y polifac¨¦tica misi¨®n hasta la fecha, en Bosnia-Herzegovina, nos parece estar ante una ocasi¨®n de oro para convertir en hechos, en nuestras propias actividades, el esp¨ªritu de la resoluci¨®n 1325 del Consejo de Seguridad. Nuestro objetivo ha de ser ponernos a la cabeza y fijar los est¨¢ndares m¨¢s altos para nuestras operaciones, trabajando para conseguir una incorporaci¨®n coherente de la perspectiva de g¨¦nero en las actividades de gesti¨®n de crisis de la Uni¨®n, tanto civiles como militares.
La UE ya ha iniciado una serie de medidas de las que podemos enorgullecernos. Al amparo de la Iniciativa Europea sobre Democracia y Derechos Humanos se financian proyectos encaminados a desarrollar la capacidad de las organizaciones de mujeres para apoyar los esfuerzos hacia la reconciliaci¨®n en Angola, asesorar a las mujeres que han sido v¨ªctimas de la guerra en Bosnia y apoyar la participaci¨®n de las mujeres en el proceso de paz de Sri Lanka. En Oriente Pr¨®ximo, la UE ha financiado a organizaciones y redes de la sociedad civil formadas por mujeres que trabajan por la paz tanto desde el lado palestino como desde el israel¨ª. Y en Afganist¨¢n se destinaron fondos a apoyar la presencia de un asesor en materia de g¨¦nero que garantice la integraci¨®n de una perspectiva de igualdad entre los sexos en los programas de desarrollo.
La labor de integraci¨®n de una perspectiva de g¨¦nero en las operaciones de gesti¨®n de crisis tiene muchas dimensiones. Para empezar, nosotros, como "gestores de las crisis", hemos de dar ejemplo. La forma m¨¢s evidente de hacerlo es, l¨®gicamente, incrementando el n¨²mero de mujeres participantes. Hoy en d¨ªa, la gran mayor¨ªa de quienes intervienen en la gesti¨®n de crisis son hombres. Tenemos que mejorar el equilibrio entre ambos sexos en nuestras operaciones, lo que incluye tanto a nuestras propias fuerzas de gesti¨®n de crisis como a los que ocupan los puestos de responsabilidad. Tambi¨¦n hemos de sensibilizar y formar a nuestro personal para que tomen conciencia de las cuestiones de g¨¦nero y de la importancia de incorporar una perspectiva de g¨¦nero en las operaciones. La experiencia demuestra que las probabilidades de conseguir un efecto real aumentan si se incorpora la perspectiva de g¨¦nero desde los inicios del proceso de planificaci¨®n y en el curso de todas nuestras actividades de gesti¨®n de crisis. Para conseguirlo, necesitamos contar con personal especializado que se dedique exclusivamente a las cuestiones de g¨¦nero, tanto sobre el terreno como en nuestras capitales y en Bruselas.
Otro aspecto importante es revisar la forma en que interactuamos con la poblaci¨®n cuando llevamos a cabo nuestras operaciones. En particular, ?es verdad que nos comunicamos principalmente con hombres? ?Intentamos activamente llegar hasta las mujeres, involucrarlas y potenciarlas? Nuestros mandatos pueden comprender el apoyo a las instituciones de un Estado de derecho o la creaci¨®n de estructuras administrativas estatales. Es ¨¦sta una excelente oportunidad para promover la igualdad entre los sexos. Es descorazonador comprobar c¨®mo, con poqu¨ªsimas excepciones, las mujeres est¨¢n ausentes de las mesas de negociaci¨®n. Tambi¨¦n lo est¨¢n a menudo en la formaci¨®n del Gobierno tras un conflicto, en la reconstrucci¨®n de las infraestructuras judiciales y civiles y en todas las dem¨¢s actividades de apoyo a la paz y de transici¨®n hacia una sociedad democr¨¢tica, justa y equitativa tras un periodo de perturbaciones o de conflicto. Sin embargo, la experiencia demuestra que no pueden conseguirse una paz y una seguridad sostenibles sin la participaci¨®n plena y equitativa de las mujeres. Diversos informes han confirmado que la potenciaci¨®n del papel de las mujeres refuerza la capacidad de los pa¨ªses para el desarrollo, la reducci¨®n de la pobreza y el establecimiento de un sistema de gobierno efectivo. Los pa¨ªses en los que las mujeres asumen un protagonismo mayor en la vida p¨²blica suelen tener una cultura empresarial y un sistema de gobierno m¨¢s transparentes. ?stos son en gran medida los mismos objetivos a largo plazo que pretendemos conseguir con nuestras operaciones de gesti¨®n de crisis. Por tanto, hemos de asegurarnos de que en nuestro trabajo se involucre m¨¢s a las mujeres, tanto cuando negociemos acuerdos como cuando planifiquemos la reconstrucci¨®n de sociedades devastadas por la guerra. Tenemos que cerciorarnos de que la forma en que llevamos a cabo nuestras operaciones garantiza que beneficien por igual a hombres y a mujeres.
Un ¨²ltimo aspecto es analizar c¨®mo abordamos las necesidades espec¨ªficas de los segmentos de poblaci¨®n que suelen salir peor parados de un conflicto. Es un hecho bien conocido que las mujeres y los ni?os resultan desproporcionadamente perjudicados por los conflictos contempor¨¢neos y constituyen el grueso de los refugiados y las personas internamente desplazadas. Adem¨¢s, la violencia de sesgo sexual es una estrategia habitual en las guerras, utilizada para traumatizar a la poblaci¨®n y destruir su estructura social. Tambi¨¦n el colapso del orden p¨²blico y de la econom¨ªa normal suelen contribuir a crear un entorno de explotaci¨®n, con un incremento de la prostituci¨®n y del tr¨¢fico de mujeres y ni?as, aspecto que reviste dimensiones cada vez m¨¢s preocupantes. Son ¨¦stos problemas que no podemos perder de vista. Debemos asegurarnos de que nuestro personal sobre el terreno no contribuya a este tipo de explotaci¨®n sino, por el contrario, que se dedique a proteger a las mujeres contra la violencia.
Naturalmente, todo esto no se lograr¨¢ ni f¨¢cil ni r¨¢pidamente, pero es necesario hacerlo. No habr¨¢ paz duradera ni sociedad pr¨®spera si la mitad de la poblaci¨®n queda sistem¨¢ticamente excluida de los procesos de adopci¨®n de decisiones. Por ello, para garantizar que las ideas recogidas en la resoluci¨®n 1325 se incorporen de manera coherente y sistem¨¢tica a nuestras operaciones de gesti¨®n de crisis, tendremos que analizar cu¨¢l es la mejor forma de evaluar nuestro trabajo y nuestros logros al respecto dentro del sistema de la UE.
Todos sabemos hasta qu¨¦ punto resulta dif¨ªcil cambiar las actitudes y poner en tela de juicio las estructuras existentes. No obstante, creemos que ha llegado el momento de intensificar este proceso. Ya hemos empezado a dar algunos pasos y es evidente que podemos hacer m¨¢s. Adem¨¢s, tenemos motivos para creer que nuestros nuevos Estados miembros incrementar¨¢n nuestra capacidad para abordar estas cuestiones, al aportar a la Uni¨®n Europea su considerable experiencia en estos ¨¢mbitos y en otros afines.
Laila Freivalds es ministra de Asuntos Exteriores de Suecia y Miguel ?ngel Moratinos es ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperaci¨®n de Espa?a.
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