El bit y la e?e
Siempre est¨¢ bien que se susciten debates sobre nuestra lengua, m¨¢s all¨¢ de la aburrida cuesti¨®n de si el espa?ol actual tiene o no demasiado ingl¨¦s. El espa?ol en la Red es un tema importante, cultural y econ¨®micamente, sobre el que con frecuencia se deslizan errores f¨¢cticos y de apreciaci¨®n. Por exorcizar cuanto antes ese coco ling¨¹¨ªstico que se exhibe de vez en cuando: nadie va a quitarnos nuestra e?e ni tildes, entre otras cosas porque la arquitectura de la Red se va a expandir hasta dar cabida no ya a la decena de signos que el espa?ol tiene m¨¢s que el ingl¨¦s, sino a millares de ideogramas del chino y a signos de otras muchas lenguas.
El castellano es la lengua romance con m¨¢s presencia en la web. Seg¨²n datos de Funredes (http://www.funredes.org/ LC/L5/), para el 2002 ten¨ªamos el 4,87% de p¨¢ginas, frente al 3,97% del franc¨¦s. Espa?a ha creado aproximadamente la mitad de estas p¨¢ginas, seguida por Argentina y M¨¦xico. (Por cierto: el ingl¨¦s, con un 45%, est¨¢ disminuyendo los ¨²ltimos a?os). Pero la creatividad de los espacios ling¨¹¨ªsticos en la web no depende de su renta, sino que es directamente proporcional a la cantidad de ciudadanos que tienen acceso a la Red.
Y este ¨²ltimo punto ya nos lleva a la cuesti¨®n de qu¨¦ medidas se pueden tomar para afianzar la presencia de nuestra lengua en un dominio clave. Como hemos visto, lo primero es lograr que amplias capas de la poblaci¨®n tengan acceso (barato y de calidad) a la Red: en casi todos los indicadores de nuevas tecnolog¨ªas, y muy especialmente en hogares con acceso y en usuarios de Internet, Espa?a se encuentra en el ¨²ltimo grupo europeo, junto a Italia, Portugal y Grecia.
En segundo lugar, para evitar que el desarrollo de nuestra lengua en las redes pague peajes a empresas de otros ¨¢mbitos ling¨¹¨ªsticos, y adem¨¢s para que este desarrollo cubra las necesidades de los colectivos que la hablan, deber¨ªan ponerse las bases de desarrollo de software ling¨¹¨ªstico propio, a trav¨¦s de la liberaci¨®n de los recursos que pueden generarlos, bajo licencias que permitan su reutilizaci¨®n. De lo contrario, pagaremos por usar nuestra lengua en las redes, y adem¨¢s habr¨¢ variantes terminol¨®gicas o geogr¨¢ficas minoritarias que nunca tendr¨¢n herramientas disponibles.
?Puede lograrse que florezcan softwares ling¨¹¨ªsticos de calidad, que permitan a los hispanohablantes de muchos pa¨ªses buscar, corregir sus escritos, hablar con las m¨¢quinas y hacer comercio electr¨®nico propio? S¨ª: con la voluntad pol¨ªtica de lograrlo, y tambi¨¦n con colaboraci¨®n internacional. Muchos ignoran la existencia de la iniciativa de los Tres Espacios Ling¨¹¨ªsticos (http://www.3el.org/), en la que organizaciones internacionales que agrupan a pa¨ªses de habla francesa, portuguesa y espa?ola -la Organizaci¨®n de Estados Iberoamericanos- buscan soluciones y estrategias conjuntas para las tres grandes lenguas hijas del lat¨ªn, que suman 1.200 millones de ciudadanos en los cinco continentes.
La observaci¨®n de la Red con metodolog¨ªas nuevas tampoco puede detenerse, y queda mucho por hacer: la cibermetr¨ªa hoy no considera tanto el n¨²mero de p¨¢ginas web como cuestiones m¨¢s importantes: ?qui¨¦n apunta a estas p¨¢ginas?, ?ad¨®nde apuntan ellas? Los primeros datos parciales revelan para el espa?ol espacios web ensimismados, que se enlazan a s¨ª mismos... ?C¨®mo romper esta tendencia? Por otro lado, la web no es la ¨²nica manifestaci¨®n de la lengua en la Red: los e-mail, las listas de distribuci¨®n y la mensajer¨ªa instant¨¢nea son (entre otros) elementos muy vivos que hay que contemplar...
Si queremos evitar la dispersi¨®n terminol¨®gica, concretamente en el campo de las nuevas tecnolog¨ªas, tampoco lo lograremos s¨®lo con la Academia -instituci¨®n que no se dedica espec¨ªficamente a la terminolog¨ªa y que no cubre sino alrededor de un 5% de los t¨¦rminos necesarios-, sino que necesitaremos a una instituci¨®n dedicada espec¨ªficamente a eso en el ¨¢mbito iberoamericano (y cuyo embri¨®n quiz¨¢s ya est¨¦ formado).
Las l¨ªneas generales para dirimir el futuro de los hispanohablantes en la palestra por antonomasia del siglo XXI est¨¢n claras. Basta querer seguirlas.
Jos¨¦ Antonio Mill¨¢n es escritor y ling¨¹ista.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.