La c¨¢rcel para los m¨¢s peligrosos
El sistema penitenciario brasile?o es competencia de cada Estado, pero el Gobierno federal, a trav¨¦s del Consejo Nacional de Pol¨ªtica Criminal y Penitenciaria, tiene la responsabilidad de orientar la pol¨ªtica penitenciaria. Las c¨¢rceles son administradas por los Estados porque no existe en Brasil una sola prisi¨®n federal, a pesar de que desde hace 30 a?os todos los Gobiernos prometieron su construcci¨®n.
El Departamento Penitenciario Nacional (Depen), que ha sufrido una profunda remodelaci¨®n con el Gobierno de Luis In¨¢cio Lula da Silva, presenta como prioridades para este a?o la aplicaci¨®n de penas alternativas, la construcci¨®n de c¨¢rceles federales, la formaci¨®n de funcionarios penitenciarios y la inversi¨®n en servicios de informaci¨®n penitenciarios. El Ministerio de Justicia considera que las penas alternativas son una soluci¨®n para reducir la superpoblaci¨®n penitenciaria, evitar la reincidencia, impedir el ingreso en prisi¨®n de las personas que cometieron delitos leves y reservar las c¨¢rceles para los presos m¨¢s peligrosos y violentos.
De los 308.000 reclusos, el 20% (60.000) podr¨ªan cumplir la condena con la prestaci¨®n de un servicio a la comunidad, trabajando, por ejemplo, en un hospital. Actualmente, unas 30.000 personas cumplen penas alternativas en Brasil, una cifra que representa el 10% de la poblaci¨®n carcelaria. En el Reino Unido, el porcentaje llega al 80% de los condenados.
Seg¨²n diversos especialistas, las posibilidades de recuperaci¨®n de quien cometi¨® un delito considerado leve son muy superiores cuando el condenado no cumple la pena en r¨¦gimen cerrado. Asimismo, las posibilidades de reincidencia son menores. Una encuesta realizada en el distrito federal de Brasilia indica que menos del 5% de quienes cumplieron penas alternativas volvieron a delinquir. En el aspecto econ¨®mico, un preso en r¨¦gimen cerrado cuesta al Estado 800 reales (266 d¨®lares) al mes, mientras que el coste de una alternativa no supera los 70 reales (23 d¨®lares).Un aspecto muy controvertido del sistema penitenciario brasile?o es la separaci¨®n de los presos que practican las autoridades en el 72% de los Estados, seg¨²n la facci¨®n o grupo criminal con la que se identifican. Este dato muestra cu¨¢n lejos est¨¢ el Estado de ejercer un control efectivo sobre las prisiones.
El Gobierno de R¨ªo de Janeiro ha emprendido el camino opuesto en una estrategia deliberada de colocar juntos a reclusos de bandas criminales rivales. "Es un error garrafal", opina Julita Lembruger. "La tragedia del penal de Benfica es el resultado de esta estrategia", a?ade. En aquel penal hab¨ªa 800 presos del Comando Vermelho (la primera y mayor de las bandas de traficantes de drogas de R¨ªo de Janeiro) y 100 del Tercer Comando (la segunda banda m¨¢s importante) cuando se produjo la rebeli¨®n. Estaban todos juntos, en una relaci¨®n de ocho a uno. Todos los muertos eran del Tercer Comando.
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