Ray Charles
Ray Charles fue el ¨²nico cantante que mejor¨® las canciones de los Beatles. Hasta el punto que la versiones originales de Eleanor Rigby o Yesterday s¨®lo parecen dos adaptaciones aseadas de las interpretaciones que hizo este negro sensitivo y maravilloso que el jueves, con 73 a?os, fue devorado por el h¨ªgado en Beverly Hills. Y ¨¦se fue uno de sus grandes asuntos: convertir lo perfecto en sublime. Quien viene del fondo no puede hacer las cosas simplemente bien. Ah¨ª te caza cualquiera enseguida y te deja en rid¨ªculo. Tienes que darle por lo menos un par de vueltas de tuerca a la perfecci¨®n. Cuando no hay ninguna salida posible, la genialidad es la llave que abre todas las cerraduras. ?l hab¨ªa surgido de la segregaci¨®n racial del sur, de la humillaci¨®n, las palizas y los linchamientos, y adem¨¢s muy pronto le sobrevino la ceguera por carecer su familia de dinero para tratarle un glaucoma, y poco despu¨¦s, se qued¨® hu¨¦rfano. Con estas cartas ten¨ªa la partida perdida de antemano, sin embargo esa misma dificultad le hizo sobreponerse al destino para que su voz y su piano se convirtieran en una referencia muy c¨¢lida para cualquier ser humano con sensibilidad. Su trayectoria es una dura lecci¨®n para quienes teniendo todo al alcance naufragan en un vaso de agua. Como producto de esa inquietud se esforz¨® tanto en sus interpretaciones y utiliz¨® tantos registros en sus canciones que, si no fuera por las gafas negras con las que ocultaba sus ojos blancos, casi podr¨ªa pasar por varios cantantes distintos. Siempre me impresionaron esas gafas negras que asocio a la identidad de sus ritmos. M¨¢s que las de La Ni?a de la Puebla, Jos¨¦ Feliciano, Tete Montoliu, Steevy Wonder o Gilbert Montagn¨¦, porque en los a?os sesenta y setenta el escenario estaba lleno de cantantes y m¨²sicos ciegos con gafas negras. Hoy apenas quedan los de entonces, ignoro si a causa de los avances de la medicina y la mejor distribuci¨®n de la riqueza. O acaso porque el sistema de las estrellas de la canci¨®n ya no admite m¨¢s que a serafines saltarines. En cualquier caso Ray Charles super¨® la barrera del sonido y ahora ya se ha puesto en marcha (Jack), conduciendo sin las gafas un Peugeot Cabriolet 306 en Salt Lake City, mientras suena Georgia on my mind.
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