Tarde de desprop¨®sitos

Se unieron todos los elementos que hacen imposible que en una corrida de toros luzca una pizca de emoci¨®n. Fue una tarde de viento incomod¨ªsimo, que hizo ondear los enga?os como si fueran banderas; y el viento es mal amigo de los toreros porque los despoja de coraz¨®n y de ¨¢nimo, y hasta los m¨¢s valientes se vuelven precavidos y desconfiados. El viento es peor que la lluvia porque deja a los toreros desnudos ante el peligro y desarmados ante el riesgo de un toro en la plaza. El viento, en fin, lo descompone todo y nada es ya igual cuando un capote o una muleta vuelan como una pluma.

Pero hubo m¨¢s: toros mansos, descastados e inv¨¢lidos. Toros feos y mal presentados, despojos de carne, todos de desecho, de cinco ganader¨ªas, entre titulares y sobreros, aut¨¦nticos saldos, impropios todos de la supuesta categor¨ªa de esta plaza, que dieron al traste con todas las ilusiones. Toros de La Dehesilla, de procedencia N¨²?ez, tullidos y noqueados, que se derrumbaron por la arena de la plaza vente?a, y sobreros destartalados que no mejoraron la p¨¦sima impresi¨®n de los titulares.

Al final, entre el viento y los toros, la corrida no tuvo arreglo y se desarroll¨® entre fuertes protestas que a punto estuvieron de desembocar en un esc¨¢ndalo may¨²sculo. Es normal que el p¨²blico se canse de tanto disparate y de tanto animal enfermo o borracho que impiden que la fiesta se parezca en algo a lo que un d¨ªa dicen que fue. Fue una tarde de desprop¨®sitos que debiera invitar a la reflexi¨®n a los que dirigen este negocio.

Lo m¨¢s triste, sin embargo, es que en el ruedo hab¨ªa dos toreros modestos, Curro D¨ªaz y Ant¨®n Cort¨¦s, que destacaron en San Isidro y llegaban con el leg¨ªtimo deseo de refrendar de una vez por todas sus buenas maneras y conseguir los contratos que hasta ahora se les han negado. Pero no pudo ser. La oportunidad se convirti¨® en una encerrona; la posibilidad de triunfo fue una empresa imposible con el material que tuvieron delante. Y lo peor es que los despachos taurinos les pasar¨¢n la factura correspondiente, y les har¨¢n responsables ¨²nicos de su propia situaci¨®n. As¨ª de dura y triste es esta profesi¨®n para algunos que, al margen de sus condiciones toreras, no est¨¢n tocados por la suerte.

El viento les rob¨® la alegr¨ªa que demostraron en la pasada feria. Normal, por otra parte. Pero a fe que lo intentaron con capote y muleta y lucharon valientemente contra los elementos atmosf¨¦ricos y ganaderos.

Curro D¨ªaz se mostr¨® muy decidido y animoso toda la tarde. ?spero y deslucido fue su primero, que le propin¨® una espectacular voltereta sin consecuencias cuando intentaba pasarlo por la izquierda. Brill¨® en algunos momentos de la faena de muleta al tercero, el ¨²nico noble de la corrida, al que logr¨® encelar y torear con hondura por ambos lados en dos tandas trazadas con elegancia. Y se desesper¨® ante el quinto, que no tuvo un solo pase.

No encontr¨® mejor suerte Ant¨®n Cort¨¦s, que tuvo delante un lote imposible. Su primero lleg¨® agotado al tercio final, muy descastado y sin recorrido el segundo, y con media arrancada y sin codicia alguna el sexto. Velent¨®n siempre, sus ilusiones, como las de su compa?ero, se desvanecieron ante la realidad de sus toros.

En conclusi¨®n, una tarde para el olvido o, quiz¨¢, para no olvidar el dif¨ªcil momento de la ganader¨ªa brava. Tan dif¨ªcil que el aburrimiento habitual se torna en desesperaci¨®n ante las cotas de desastre que puede alcanzar un espect¨¢culo basado en la emoci¨®n de los toros bravos y los toreros valientes.