Qu¨¦ manera de granizar en 'El d¨ªa de ma?ana' (I)
TORNADOS DE INUSITADA VIOLENCIA, ciudades devastadas por inundaciones sin parang¨®n, copiosas nevadas en latitudes tropicales... Pre¨¢mbulos de un abrupto e inesperado cambio clim¨¢tico que culmina con la instauraci¨®n de una nueva era glacial. Ah¨ª es nada. Argumento que corresponde a El d¨ªa de ma?ana (The Day After Tomorrow, 2004), genuino ejemplar del llamado cine de cat¨¢strofes, dirigido por Roland Emmerich.
Tras apabullantes invasiones de alien¨ªgenas (Independence Day, 1996) y monstruos antidiluvianos de dudosa filiaci¨®n (Godzilla, 1998), Emmerich nos obsequia ahora con una nueva vuelta de tuerca sobre los posibles peligros del cambio clim¨¢tico. El filme ha generado ya diversas corrientes de opini¨®n en torno a la espinosa cuesti¨®n de hasta qu¨¦ punto la ingerencia humana puede alterar el clima de la Tierra.
El an¨¢lisis de los fen¨®menos atmosf¨¦ricos que muestra el filme dar¨ªa para escribir un manual sobre climatolog¨ªa. En esta entrega nos ocuparemos de uno de los espectaculares efectos del cambio clim¨¢tico en ciernes. La pr¨®xima semana debatiremos las posibles causas que podr¨ªa producir el deterioro (e incluso la parada) de la llamada corriente del golfo y las consecuencias en el clima de Am¨¦rica del Norte y Europa.
La pel¨ªcula se inicia con un hecho real: el colapso de una monumental placa de hielo (Larsen B) acaecida en la Ant¨¢rtida en marzo de 2002. Con un peso estimado de unos 500 millones de toneladas, Larsen B se separ¨® del continente ant¨¢rtico y se escindi¨® en miles de icebergs. El calentamiento global del planeta, que en suelo ant¨¢rtico ha elevado 2,5 grados cent¨ªgrados su temperatura media en el ¨²ltimo medio siglo, est¨¢ produciendo un retroceso de los glaciares y de la cantidad de hielo acumulado en las cadenas monta?osas de la Tierra.
La rotura de Larsen B da pie al cient¨ªfico de turno, el climat¨®logo Jack Hall (Dennis Quaid) a iniciar su cruzada preventiva para atenuar los devastadores efectos del cambio clim¨¢tico que se avecina (con poca fortuna, dicho sea de paso).
El filme pasa revista a un surtido de espectaculares fen¨®menos atmosf¨¦ricos: la furia de la naturaleza desatada en todo su esplendor. Mientras huracanes y tornados asolan las ciudades de Los ?ngeles y Belfast, granizo del tama?o de pelotas de balonmano se precipita abrumadoramente sobre una urbe nipona... Un tama?o que, pese a lo inusitado, no resulta imposible: de hecho, la espectacular granizada que se cerni¨® el 14 de abril de 1986 sobre la ciudad de Gopalganj, en Bangladesh, con piezas de casi un kilo de peso, produjo la muerte de 92 personas. El mayor fragmento recogido hasta la fecha (m¨¢s bien una fusi¨®n irregular de decenas de peque?as piedras de granizo) med¨ªa unos 18 cent¨ªmetros de di¨¢metro y se precipit¨® sobre Aurora (Nebraska), en junio de 2003.
El mayor problema de las monumentales piedras de granizo que muestra El d¨ªa de ma?ana es su patente transparencia. El granizo se forma en un complejo proceso inducido por corrientes convectivas en nubes del tipo c¨²mulo-nimbus. En esencia, se inicia con una min¨²scula part¨ªcula de sal o cualquier otro contaminante en la nube, que en su movimiento ascendente y descendente por el interior de la nube, acumula capas sucesivas de hielo, en un proceso conocido como acreci¨®n.
Cuando la acci¨®n de la gravedad terrestre domina sobre las corrientes convectivas, el granizo as¨ª formado se precipita sobre la superficie del planeta. Resulta interesante destacar que durante el proceso de acreci¨®n de las sucesivas capas de hielo, el granizo suele atrapar cantidades variables de aire, lo que le imprime su caracter¨ªstico color blanco y car¨¢cter opaco. Cuanto m¨¢s r¨¢pido es el proceso, m¨¢s aire resulta atrapado y por consiguiente, m¨¢s opaco deviene el granizo.
Al repetirse el proceso cierto n¨²mero de veces, el granizo acumula capas alternadas de hielo opaco y transparente que contienen el registro de sus movimientos a trav¨¦s de la nube. Dadas las prisas con la que se manifiestan los fen¨®menos atmosf¨¦ricos del filme, uno esperar¨ªa ver granizo especialmente opaco y no las pr¨ªstinas piezas transparentes que en ¨¦l se muestran. Por lo menos, los huracanes que transitan por Los ?ngeles giran en sentido correcto...
Al margen de las espectaculares im¨¢genes que jalonan el filme, que bien merecen pagar la entrada, nos quedamos con un apunte final: la sorprendente evacuaci¨®n de gran parte de Estados Unidos, inhabitable tras el abrupto cambio clim¨¢tico, y cuyos habitantes emigran ilegalmente a M¨¦xico (a quien por fin, se dignan a ubicar en el mapa). Escenas que, por sus implicaciones, dibujan m¨¢s de una sonrisa en el espectador...
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