Familias formidables

Las familias en el flamenco son una referencia ineludible. Las familias gitanas, especialmente. ?Qu¨¦ otra cantaora, si no es Salom¨¦ Pav¨®n, puede hablar de padres, y abuelos, y otros parientes inmediatos que se llaman, o se llamaron, Manolo Caracol, Arturo Pav¨®n padre e hijo, Luisa Ortega, Ni?a de los Peines, Tom¨¢s Pav¨®n...?

Nadie, ni de lejos. Salom¨¦ lo hizo, con naturalidad, sin alharacas. Acudi¨® a la cita, adem¨¢s, sin su padre, quien deb¨ªa acompa?arla al piano, pero cuya delicada situaci¨®n de salud le retiene hospitalizado.

Cant¨® Salom¨¦ justamente algunas cosas de la familia, y lo hizo con convicci¨®n, con momentos de mucho arte. Un arte que, sin embargo, no basta para hacernos olvidar la abismal distancia que, en lo flamenco, les separa de sus antecesores. Salom¨¦ Pav¨®n asume con humildad esa condici¨®n de heredera y se aplica a hacer el cante con mucho coraz¨®n. Y lo hace bien.

Otra familia, los Carmona. Pepe Habichuela con su hijo Josemi (ex ketama desde hace dos d¨ªas). Formidable siempre el toque del mayor, aunque me temo que su hijo le est¨¢ llevando demasiado al mundo de la electr¨®nica y de las percusiones. Y esto puede ser preocupante, porque nos estamos quedando sin la belleza de la guitarra sola en concierto.

Otra familia m¨¢s, la de Antonio el Pipa y su t¨ªa la Juana Fern¨¢ndez. Hicieron lo mejor que saben hacer, esos bailes y cantes con los que vivieron siempre. Por soleares, ella cantando al baile de ¨¦l, logran siempre momentos de genialidad que maravillan.

Y una sorpresa: Antonio el Pitingo. Un cantaor desconocido con voz la¨ªna y con buen sonido.