Buena salud
Estoy en desacuerdo con quienes sostienen que la sanidad p¨²blica en nuestro pa¨ªs es mala o peor que la de otros pa¨ªses de nuestro entorno. Por ahora es l¨ªcito sostener que sea incluso mejor. Fue cierto hace unos a?os, cuando envidi¨¢bamos los cuidados, verdaderamente fastuosos, que prodigaban otros sistemas asistenciales. Por aquellas fechas -unos diez o doce a?os atr¨¢s- pude comprobar, en Francia, que la parienta de una vieja amiga, en posici¨®n econ¨®mica bastante desahogada por cierto, exig¨ªa un tratamiento de hidroterapia en cierto balneario cercano a su domicilio y, adem¨¢s, que la trasladara un taxi, desde su casa y a su casa los tres o cuatro d¨ªas prescritos cada semana. Creo que la distancia era de 40 o 45 kil¨®metros en cada sentido. Situaciones como ¨¦sa han llevado casi a la ruina la asistencia social en el pa¨ªs vecino, o casi. En Inglaterra, me dicen, m¨¦dicos, enfermeras y hospitales son manifiestamente insuficientes para una poblaci¨®n en fase creciente, por eso contratan personal sanitario en Espa?a y otros lugares. Nuestros paisanos fueron muy bien acogidos, hace dos o tres a?os, pero parecen inclinarse ahora por los pa¨ªses del Este, menos exigentes y m¨¢s baratos.
Aqu¨ª en Madrid, nunca acaba de resolverse el problema de las listas de espera, en el caso de las intervenciones quir¨²rgicas, que inciden con todo rigor en quienes s¨®lo disponen de la Seguridad Social para aliviar sus males. Cuantos se hallan integrados en sociedades concertadas con la SS tienen buen camino andado, hasta ingresar en hospitales o sanatorios adecuados. Quiz¨¢s el tap¨®n est¨¢ en la disponibilidad de los especialistas a los que es remitido el paciente en la consulta del centro de salud, antes llamados, con mayor propiedad, ambulatorios. A partir de ah¨ª comienza la cuenta hacia delante, la fecha dentro de tres, cinco o m¨¢s meses. Para un trabajador aut¨®nomo puede ser la ruina, pues el subsidio de paro por enfermedad no sustituye, ni de lejos, el salario obtenido con su tarea cotidiana.
Nos quejamos de prestaciones como las del dentista, el ¨®ptico, el fisioterapeuta, que no dan abasto en los hospitales y que aceptan a los pacientes privados como medio para resolver problemas de supervivencia de esos servicios. Las cosas son as¨ª porque no se enfocan de otra manera y antes de meter el hacha reformadora es preciso crear, sustituir y ampliar lo ya existente, ya que lo peor de una reforma sanitaria es hacerla sin la instalaci¨®n de un servicio de reemplazo.
Lo que tiene categor¨ªa de axioma -todos hemos verificado alguna vez- es que la mejor forma de ser atendidos en un hospital es conocer a alguien dentro, sea el gran profesor, jefe de servicio o una simple empleada de la limpieza. He podido observar que esta dispensa de atenci¨®n especial se lleva a cabo con gran discreci¨®n y habilidad. No me refiero a los cuidados quir¨²rgicos, que son los mismos para un jubilado que para un ministro, en el supuesto de que los ministros acudan a la SS. En los tramos finales, en las intervenciones serias, la cosa tiene un nivel igualitario excelente.
Para no hablar de o¨ªdas procuro referirme a experiencias personales o de las que tengo referencias fiables. Alguien de mi entorno lleva varias semanas preocupado con el estado de sus ojos. Peque?os trastornos pasajeros, visi¨®n doble, sensaci¨®n de mareo y, de cuando en cuando, cefaleas. Fue al m¨¦dico general que, como es de suponer, le remite al especialista quien realiza una exploraci¨®n aparentemente completa. "No tiene usted nada. Utilice estas gafas de cristal opaco y vuelva dentro de tres meses". No era un diagn¨®stico preciso, porque no hab¨ªa relaci¨®n entre lo que dec¨ªa sufrir el paciente y lo que observa el galeno. Hubiera sido correcta una consulta, otra opini¨®n. La busc¨® en una cl¨ªnica privada, donde realizaron el trabajo pertinente, se dictamin¨®, primero lo que no era y luego lo que podr¨ªa ser: 110 euros, que parec¨ªan honorarios decorosos. No es profesionalmente admisible la actuaci¨®n de un m¨¦dico incapaz de confesar ignorancia o precisi¨®n de contar con otra opini¨®n. Pero, ?qu¨¦ hacer en ese caso? Nadie le aconsej¨® la denuncia ni el esc¨¢ndalo, v¨ªa bastante utilizada y que pone de manifiesto la necesidad de instituir una instancia r¨¢pida y eficaz, que remedie lo que puede ser una mera y remediable negligencia, sin pasar a mayores desgracias. Procuren tener un amigo dentro, como decimos, que hace las cosas mucho m¨¢s sencillas y gratificantes. Aparte de eso, nuestra SS es bastante buena, cr¨¦anme, comparado con lo que hay por ah¨ª.
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