Un traidor cre¨ªble
Traici¨®n y espionaje en un proyecto que cambiar¨¢ la industria de las telecomunicaciones: ¨¦ste es el asunto de Paranoia, de Joseph Finder (Chicago, 1958), antiguo especialista en espionaje ruso, estudioso de la colaboraci¨®n entre capitalistas norteamericanos y servicios secretos del comunismo sovi¨¦tico, novelista af¨ªn a los departamentos de inteligencia. El mundo empresarial habla en son de guerra: aplastar a la competencia, matar y morir, lealtad, confianza y liderazgo, seg¨²n la moda ling¨¹¨ªstica que comparte la alta pol¨ªtica. Los negocios son como la guerra y en la guerra es esencial enga?ar al enemigo, pero el h¨¦roe es un canalla simp¨¢tico: Adam, un empleado de Wyatt Telecom que, utilizando c¨®digos de pago confidenciales, sufraga la fiesta de jubilaci¨®n de un pobre mozo de carga con el dineral que destinaban los jefes a una fiesta en el mar de las Antillas.
PARANOIA
Joseph Finder
Traducci¨®n de Juan
Gabriel V¨¢zquez
Roca. Barcelona, 2004
474 p¨¢ginas. 20 euros
A Finder le gustan estos contrastes de predicador sensacionalista, aunque su f¨¢bula de animales humanos no ocupa cinco l¨ªneas, como alguna f¨¢bula de Esopo, sino quinientas p¨¢ginas, como un best seller. Su delincuente por caridad, Adam, sufrir¨¢ un chantaje: para evitar treinta a?os de c¨¢rcel habr¨¢ de introducirse como topo o esp¨ªa en una firma rival, la Trion Systems, y descubrir el objetivo de ciertas investigaciones muy secretas, revolucionarias. Entonces se transforma: politoxic¨®mano leve, se convertir¨¢ en abstemio absoluto; rid¨ªculo y desastrado adolescente eterno ("nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz"), pasear¨¢ triunfador en Porsche, por fin adulto bien vestido. Ahora es un ingeniero ejemplar en Trion, gracias a la informaci¨®n de los esp¨ªas industriales de Wyatt. Y, adem¨¢s de brillar en la sala de juntas, derrochar¨¢ osad¨ªa para registrar despachos ajenos y, en continuo peligro, manipular ordenadores y fotocopiar papeles mientras saltan alarmas, aparecen limpiadoras y vigilantes y bomberos. La tensi¨®n es esencialmente emocional: ahora que Adam es perfecto, es decir, un traidor cre¨ªble, ?ser¨¢ desenmascarado, humillado y despojado de todo afecto?
Tambi¨¦n es generoso. Cuida de su padre agonizante, que le peg¨® mucho. El m¨¢ximo jerarca de Wyatt Telecom es Wyatt, bestial plut¨®crata que humilla a sus subalternos, sanguinario levantador de pesas: el ¨¦xito, dice, exige paranoia. Pero Goddard, el rey de la enemiga Trion Systems, es un abuelo paternal, de hombros ca¨ªdos y grandes orejas, un gnomo que come en hamburgueser¨ªas humildes y reconstruye con sus propias manos viejos coches deportivos, patol¨®gicamente honrado. Wyatt y Trion son, en apariencia, dos mundos antag¨®nicos, seg¨²n la simetr¨ªa de las par¨¢bolas evang¨¦licas: maldad y bondad. Y Adam, el h¨¦roe de Finder, siente el pavor doloroso de perder el cari?o, la confianza, la bendici¨®n de Goddard, que es una especie de Dios Padre. La carne es d¨¦bil, pero nuestro ego lo es todav¨ªa m¨¢s. Sufre el esp¨ªa y traidor forzoso, Adam, que quisiera ser bueno y se siente ruin y al mismo tiempo orgulloso de sus logros en el campo del espionaje, gran tradici¨®n americana, desde que el yanqui Francis Lowell Cabot les rob¨® a los ingleses el secreto del telar Cartwright, piedra angular de la industria textil, como explica el monstruo m¨¢s feliz, es decir, m¨¢s falaz del cuento. Y Joseph Finder deja el final esperanzadoramente abierto: que el lector decida qu¨¦ debe hacer el h¨¦roe para tambi¨¦n alcanzar la felicidad.
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