Prohibici¨®n de la Consulta Europea

El domingo 13 de junio estaba previsto que se celebrase en un centenar de localidades lo que dio en llamarse la Consulta Social Europea. El prop¨®sito de esta ¨²ltima no era otro que preguntar a la ciudadan¨ªa sobre algunas cuestiones clave en relaci¨®n con la UE de estas horas -su salud democr¨¢tica, los derechos sociales, el gasto militar o, c¨®mo no, el perfil de la Constituci¨®n en ciernes- y aprovechar el trabajo realizado al respecto para fortalecer un tejido organizativo con capacidad de discusi¨®n cr¨ªtica.

Ante el estupor de las redes inmersas en el aprestamiento de una consulta de cariz visiblemente no partidario, la Junta Electoral Central procedi¨® a prohibir aqu¨¦lla, y ello pese a que en ning¨²n caso haya podido documentarse que la colocaci¨®n de las urnas correspondientes -siempre en lugares alejados de los colegios electorales y con premeditada discreci¨®n- tuviese efecto alguno sobre las elecciones al Parlamento Europeo que ese mismo d¨ªa se celebraban.

No puede por menos que sorprender la actitud represiva asumida por la Junta Electoral Central en un pa¨ªs en el que las autoridades dicen lamentar -qu¨¦ otra cosa podr¨ªan hacer, vistos los resultados- la escasa participaci¨®n de la ciudadan¨ªa en las elecciones del 13 de junio. Y sorprende tanto m¨¢s cuanto que, curiosamente, en marzo de 2000, con un Gobierno entonces del Partido Popular, se revel¨® una mayor permisividad en lo que se refiere a la celebraci¨®n, en paralelo con las elecciones generales, de una consulta social sobre la abolici¨®n de la deuda externa.

Obligado parece concluir que semejante actitud es un fiel reflejo, uno m¨¢s, de un d¨¦ficit democr¨¢tico que no hay motivo alguno para colegir que est¨¢ remitiendo entre nosotros.