Nueve puertas abiertas
?vila se anima con Las Edades del Hombre
Amanece y miles de vencejos revolotean alocadamente, van y vienen sin aparente objetivo, en torno a la muralla; han dormido en los resquicios de sus piedras y ahora buscan alimento. Alguna cig¨¹e?a exhibe, indolente y distra¨ªda, su elegante perfil sobre una almena.
Intramuros, la vida empieza a fluir lentamente, muy lentamente, bajo los sones insistentes, aqu¨ª y all¨¢, de una campana.
La principal calle comercial, la de los Reyes Cat¨®licos, se despereza con su aire encantadoramente provinciano: La Buena Voluntad, establecimiento de ropa desde 1945; mantequer¨ªa Castilla, cuyos escaparates est¨¢n repletos de embutidos caseros, quesos artesanos de Candeleda, judiones del Barco, chocolates y yemas de ?vila, vino de Cebreros y la exquisita torta del Casar; Crist¨®bal Pardo, con sus vajillas de La Cartuja y un pasillo interminable, donde los adultos de ahora iban, de ni?os, a comprar soldaditos de plomo. La peatonal calle desemboca en la plaza del Mercado Chico, donde se alza el Ayuntamiento y donde se celebra los viernes un mercado de frutas, verduras y hortalizas.
La vida en ?vila no arranca hasta entrado el d¨ªa. Alg¨²n quiosco de prensa se est¨¢ pensando si abrir o no abrir casi a las 11.00. De 8.45 a 9.00 suena el cimbalillo, la peque?a campana de la catedral, que anta?o llamaba a rezo a los deanes; sus toques siguen siendo un punto de referencia. A las 10.00 despiertan los comercios.
El apacible discurrir diario
"Que se vive muy bien. ?Te vale?". Le vale, claro que le vale. Es la respuesta a la pregunta del viajero ?cu¨¢l es el alma de esta ciudad? Todas las ciudades la tienen, y ?vila, tierra de santos y caballeros (como quieren el t¨®pico y la realidad hist¨®rica), no iba a ser menos. "De joven dec¨ªa: 'No me quedo en ?vila ni matao'. Ahora [el interlocutor anda en la cincuentena cumplida] digo: 'Qu¨¦ maravilla haberme quedado". Para gustar, lo primero es gustarse. Y ?vila se gusta. Y le gusta a sus algo m¨¢s de 50.000 habitantes, muchos venidos de los pueblos de la provincia.
El apacible discurrir diario se altera los fines de semana con la llegada de turistas; ahora mucho m¨¢s, con la exposici¨®n en la catedral rom¨¢nico-g¨®tica de Las Edades del Hombre. El escenario es dif¨ªcilmente igualable, y acaba formando un todo continente-contenido. Un reci¨¦n inaugurado centro de recepci¨®n de visitantes, extramuros, frente a la bas¨ªlica rom¨¢nica de San Vicente (del siglo XII y prodigio del trabajo de la piedra), constituye el punto de partida. Paneles explicativos, un v¨ªdeo y la correspondiente folleter¨ªa permiten hacerse una idea de lo que se va a encontrar.
La historia religiosa es uno de los hilos conductores; la historia civil, otro; la vida de la santa (la santa en ?vila, por antonomasia y como no pod¨ªa ser menos, es santa Teresa de Jes¨²s), el tercero. Y resumiendo parte de ello un cuidado museo, el Provincial, ubicado en la casa de los Deanes, del siglo XVI, que tiene en el vecino templo rom¨¢nico de Santo Tom¨¦ el Viejo un almac¨¦n visitable, lo que permite conocer sus fondos.
Los palacios y la santa
Dos palacios, el de los marqueses de Velada y el de Valderr¨¢banos, ambos en la plaza de la Catedral, est¨¢n convertidos en establecimientos hoteleros; otro, el de Benavites, alberga el parador. El palacio de los D¨¢vila es el m¨¢s grande de todos: su impresionante per¨ªmetro, de los siglos XIV al XVI, emparenta con la muralla (a la que se adosa en un tramo) por los materiales utilizados; la dimensi¨®n humana se recupera mediante su ventana ajimezada y una inscripci¨®n, optimista donde las haya: "Donde una puerta se cierra, otra se abre". Ojal¨¢.
La ruta de los palacios puede completarse con las mansiones renacentistas, del siglo XVI, de los Verdugo, pr¨®xima a la puerta de San Vicente, y de los ?guila, considerada por muchos como el mejor ejemplo de la arquitectura civil abulense; los palacios de los Almarza y de los Superunda y el torre¨®n de los Guzmanes, g¨®tico renacentista, con fama de ser el m¨¢s hermoso de la ciudad.
El recorrido religioso est¨¢, l¨®gicamente, encabezado por la catedral. Tras ella, muchos de sus hitos tienen que ver con la vida de la santa: el convento barroco de Santa Teresa, edificado sobre el solar de su casa natal; la iglesia de San Juan, donde fue bautizada; el convento de San Jos¨¦, conocido como de las Madres, su primera fundaci¨®n, en 1562, y el de la Encarnaci¨®n, que la acogi¨® durante 30 a?os, los dos ¨²ltimos confortada por la compa?¨ªa de su director espiritual, san Juan de la Cruz: dos m¨ªsticos, dos personalidades irrepetibles. Adem¨¢s est¨¢ la iglesia rom¨¢nica de San Esteban, de espl¨¦ndido ¨¢bside y trabajados capiteles; la bas¨ªlica de San Pedro, rom¨¢nica del XII, con espectacular roset¨®n g¨®tico y retablo barroco, y la ermita de San Segundo, primer obispo de la ciudad, rom¨¢nica del XI, junto al r¨ªo, con una talla en alabastro de Juan de Juni y escenario en mayo de una popular romer¨ªa.
La muralla
Y la muralla, ese recinto cicl¨®peo iniciado en 1090 y declarado patrimonio de la humanidad, con nueve puertas, nueve gui?os que invitan a penetrarla. El recinto murado mejor conservado de Espa?a puede recorrerse en diversos tramos (Carnicer¨ªas, Alc¨¢zar y Ronda Vieja), desde los que se obtiene una ins¨®lita perspectiva urbana; aunque un momento verdaderamente excepcional se produce en la madrugada del Viernes Santo, con el v¨ªa crucis que sale de la catedral, presidido por la imagen del Cristo de los Ajusticiados, iluminado por la luna.
La ciudad se llena de vida al atardecer, cuando la actividad cultural devuelve su sentido a las viejas piedras. En los ¨²ltimos a?os se han multiplicado las exposiciones (ahora mismo, una de Chillida, M¨²sica callada, en el palacio de los Serrano, y Estampas de la tierra de ?vila, fotograf¨ªas de Jes¨²s Mar¨ªa Sanchidri¨¢n, en el Museo Provincial); los conciertos de m¨²sica de c¨¢mara, piano, viol¨ªn, jazz, polifon¨ªa o canto gregoriano; conferencias, ballet, teatro, recitales de poes¨ªa...
El rehabilitado palacio renacentista de los Serrano, extramuros y lindando con la catedral, es uno de los espacios m¨¢s emblem¨¢ticos. Exposiciones, talleres, biblioteca, servicios inform¨¢ticos hasta hace poco inimaginables, le convierten en un centro vivificado y vivificador.
Tambi¨¦n al atardecer, las grajas y los estorninos, que han pasado el d¨ªa en el arroyo Grajal, invaden en negras bandadas los parques (el Retiro, el Recreo, San Antonio y San Roque), eligiendo los ¨¢rboles -siempre los m¨¢s frondosos, pl¨¢tanos y casta?os de Indias- donde pernoctar c¨¢lidamente custodiados, igual que los abulenses, por la paz, el silencio y la muralla.
GU?A PR?CTICA
Dormir y comer
- Parador Raimundo de Borgo?a (920 21 13 40). Marqu¨¦s de Canales y Chozas, 2. La doble, 103 euros.
- Palacio de los Velada (920 25 51 00). Plaza de la Catedral, 10. 140 euros.
- Hotel La Sinagoga (920 35 23 21). Reyes Cat¨®licos, 22. 93 euros.
- El ¨²ltimo fin de semana de junio, el concurso ?vila en Tapas. Dos sitios:
La Taberna de El Lagartijo (920 22 88 25) y El Palomar (920 25 67 92).
Informaci¨®n y compras
- Las Edades del Hombre (920 25 12 95; www.lasedades.es). En la catedral, hasta noviembre. Entrada gratuita. Cat¨¢logo, 40 euros.
- Centro de recepci¨®n de visitantes (902 10 21 21; www.avilaturismo.com).
- La Flor de Castilla. Calle de los Caballeros y plazas de Santo Tom¨¦ y Santa Teresa. Una de las tiendas m¨¢s tradicionales. Yemas de Santa Teresa, membrillo, huevo hilado.
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