Europa, ante su espejo
La aprobaci¨®n de la Constituci¨®n pone a la Uni¨®n Europea ante su espejo. Ahora, todos se tendr¨¢n que retratar a la hora de ratificar este texto que, como recomendaba la sensatez, ha dejado a Dios y la "herencia cristiana" fuera de estas disputas a ras de tierra. La incapacidad de los 25 para ponerse de acuerdo sobre el pr¨®ximo presidente de la Comisi¨®n ha empa?ado gravemente el resultado de dos a?os y medio de debates sobre este Tratado Constitucional, aunque el entuerto podr¨ªa deshacerse pronto, quiz¨¢s incluso antes de fin de mes, en el camino de ida o de vuelta a la cumbre de la OTAN en Estambul. Ser¨ªa necesario no demorar la decisi¨®n sobre el sucesor de Prodi que ha de ratificar despu¨¦s el Parlamento Europeo. La Uni¨®n tiene texto, pero no tiene cara. Y conviene que elija a un pol¨ªtico con empuje y atractivo pol¨ªtico. En caso contrario va a ser dif¨ªcil, con esta Constituci¨®n tan compleja, generar un patriotismo constitucional de dimensi¨®n europea.
La necesidad de retratarse es no s¨®lo una cuesti¨®n de cada pa¨ªs frente a los dem¨¢s, sino tambi¨¦n interna en cada uno de ellos. Las cr¨ªticas ayer del secretario general del PP, ?ngel Acebes, s¨®lo se justifican por las dificultades de encajar la p¨¦rdida del Gobierno. Quedarse en Niza, como propugn¨®, no era una opci¨®n en esta negociaci¨®n, y lo que finalmente ha salido es incluso mejor que lo que estaba dispuesto Aznar a poner sobre la mesa en diciembre, pero no le dejaron. El peso de Espa?a, tan extraordinario, seg¨²n Acebes, durante esta etapa de bloqueo de la Constituci¨®n, queda bien reflejado en el nuevo sistema y se ver¨¢ en cuestiones concretas y en la participaci¨®n en todas las velocidades que, con o sin Constituci¨®n, se van a multiplicar.
Ahora, con el primer ¨¦xito de su estreno europeo bajo el brazo, Zapatero debe plantear, quiz¨¢s ya en el Congreso de los Diputados, en la pr¨®xima sesi¨®n de informaci¨®n del pr¨®ximo mi¨¦rcoles, si conviene que Espa?a sea uno de los primeros pa¨ªses en definir su convicci¨®n europe¨ªsta con un refer¨¦ndum consultivo sobre esta Constituci¨®n. Por esta opci¨®n se pronunci¨® claramente en su d¨ªa el PSOE y, conjuntamente con las elecciones europeas pasadas -coincidencia que ya no es posible-, tambi¨¦n las propias Cortes. Espa?a sale de un apretado calendario de elecciones, por lo que no ser¨ªa l¨®gico que la consulta se planteara como una cuesti¨®n apremiante. Pero, en cualquier caso, parece acorde con la trascendencia del texto a refrendar que se apueste claramente por la consulta popular, aunque no necesariamente tiene que hacerse simult¨¢neamente en todos los pa¨ªses que quieran o est¨¦n obligados a convocarla. La campa?a puede servir para explicar a fondo no s¨®lo este complejo texto, sino hacia d¨®nde queremos que vaya Europa.
En el centro del malestar europeo vuelve a estar, una vez m¨¢s, la tensi¨®n entre Francia y el Reino Unido, y m¨¢s concretamente entre Chirac y Blair. M¨¢s all¨¢ de la falsa dicotom¨ªa entre un supuesto eurofederalismo franc¨¦s y la visi¨®n brit¨¢nica de la Europa de los Estados, a Chirac le acompa?¨® la raz¨®n en Bruselas al considerar que no puede presidir la Comisi¨®n un pol¨ªtico de un pa¨ªs, como el caso del brit¨¢nico Patten, que no est¨¦ en el euro, como dif¨ªcilmente podr¨ªa ser ministro europeo de Exteriores otro de un pa¨ªs neutral. Blair se ha comprometido a un refer¨¦ndum, lo que junto a su debilidad interna derivada de su pleno apoyo a la guerra de Irak, le ha impedido cualquier margen de generosidad con Europa. No ha podido cruzar las l¨ªneas rojas que se hab¨ªa fijado para la Constituci¨®n o para los nombramientos, lo que ha devaluado el alcance del Tratado. Lejos de "situarse en el coraz¨®n de Europa", como hab¨ªa prometido Blair -el espejo en el que a¨²n se mira el PP en su creciente euroescepticismo-, sigue siendo un protagonista perif¨¦rico, salvo para la pol¨ªtica com¨²n de seguridad y defensa.
La perspectiva de no ratificaci¨®n por alguno de los 25 es real. Evidentemente, no es lo mismo Malta que el Reino Unido, o Eslovaquia que Francia. Pero si el proceso pincha -y hay posibilidades de que as¨ª sea-, entonces habr¨¢ que mirarse en este espejo europeo y decidir qui¨¦nes somos y qu¨¦ queremos ser en el futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.