Un hispanista
Aunque R.B. Kitaj naci¨® en Estados Unidos (Ohio, 1932), se le considera pintor tan brit¨¢nico como pueden serlo Peter Blake, Allen Jones, Frank Auerbach o David Hockney, por ejemplo. Obras suyas se muestran en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Por encima de las dem¨¢s, se alzan cinco obras. Cuatro efigies alargadas y un Cristo catal¨¢n apaisado. Las cinco han sido ejecutadas bajo muy diferenciados y peculiares estigmas narrativos. En cada una de ellas est¨¢ presente un refinado despliegue colorista, al tiempo que maneja con sinuosa distribuci¨®n las l¨ªneas oblicuas, proporcionando a su trav¨¦s una sutil e ir¨®nica dislocaci¨®n de los espacios. Todo lo cual se ve recrecido por el tratamiento del ¨®leo. Tratamiento al que le saca un gran partido mediante una especie de frottage, lo que gana con ello tanto el juego de luces como el de los vol¨²menes y, muy en especial, el insufle en cada obra de un tono general c¨¢lido, extra?o, misterioso, atractivo y vagamente vaporoso.
Algunas de las dem¨¢s obras, pese a suponerlas v¨¢lidas para su autor en t¨¦rminos testimoniales, dejan entrever determinadas carencias dibuj¨ªsticas. Mas no pasan de ser unas exiguas chispas del cicl¨®pico fuego creado en las cinco piezas aludidas. No obstante se le adscriba al pop-art, no parece que sienta Kitaj inter¨¦s alguno por la cultura de masas. Lo percibimos m¨¢s atento a relacionar su pintura con el arte, la literatura, la historia y la pol¨ªtica. Por su amor a Catalu?a, que se gest¨® tras vivir tiempo en la costa catalana y conocer a amigos espa?oles, rojos todos ellos -¨¦l mismo se hizo tambi¨¦n antifranquista-, la exposici¨®n lleva por t¨ªtulo Retrato de un hispanista. Kitaj eligi¨® una propuesta pol¨ªtica determinada, sin dejar de pintar con un primoroso ardor de f¨²nebre alegr¨ªa.
En la galer¨ªa bilba¨ªna Juan Manuel Lumbreras expone el pintor ingl¨¦s Simon Edmondson (Londr¨¦s, 1955). Buen dibujante. Pintor de trazo expresivo, temperamental. Sus manos se desparraman en busca de pinceladas sueltas, libres, potentes. Las mejores piezas son aquellas que parecen fragmentos de grandes murales de techos. Escenas convulsas. Representaci¨®n dram¨¢tica. Quiere verse en el espejo de pintores cl¨¢sicos. Por el ¨¢mbito exposicional saltan im¨¢genes que recuerdan a Picasso, a Goya, y en alg¨²n pasaje viene a la memoria Kokoschka.
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