La verbena del F¨®rum
Poco despu¨¦s de la hora se?alada por el Ayuntamiento, la Guardia Urbana desaloj¨® las playas sin grandes problemas
Noche de Sant Joan. Al salir de la parada del metro de Tarragona, primer contacto con la fiesta: en el parque de Joan Mir¨®, un buen pu?ado de personas, al ritmo de tambores, celebra la quema en una hoguera de un monigote que recuerda sospechosamente al ex presidente del Gobierno Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Los asistentes a una verbena privada se quejan de que por el camino han tenido que sortear petardos lanzados sin mucho cuidado desde los balcones. Muchos fuegos artificiales y mucho humo en la calle.
Los transportes p¨²blicos funcionan durante toda la noche. Por la Barceloneta una riada humana vuelve a la ciudad desde las playas. La amenaza de desalojo que el Ayuntamiento esgrimi¨® durante toda la semana ha surtido efecto. Magda, Alberto y Ruggero, italianos, se vuelven para casa ya que el propietario de su piso les ha advertido de que la Guardia Urbana vaciar¨¢ las playas en poco tiempo. A Magda le parece bien: "La gente querr¨¢ ir a ba?arse en el mar ma?ana, ?no?". En cambio, una veintea?era con rastas y un lunar rojo en la frente, sentada en la arena con su perro Bongo, no est¨¢ nada contenta. Encuentra "fatal e injusto" que se fije una hora para abandonar las playas, porque considera "un derecho" quedarse.
Pero, de momento, no aparece la Guardia Urbana. Los vendedores ambulantes de cervezas hacen su agosto y la gente baila entre monta?itas de desperdicios al son de un grupo de percusi¨®n improvisado o de la m¨²sica que surge de un chiringuito. Otros duermen, con saco o sin ¨¦l, y algunos se dedican a observar a sus cong¨¦neres.
Llegan las 6.30, la hora anunciada para el desalojo, y Robby, de Holanda, y H¨¦ctor, mexicano, se muestran esc¨¦pticos: "Seguramente han venido anunci¨¢ndolo toda la semana para dar miedo a la gente, pero al final no vendr¨¢n. Quedan demasiadas personas en la playa para que los puedan echar". Tambi¨¦n bromean al respecto unos trabajadores de BCNeta que se ocupan de vaciar las m¨¢s de 40 papeleras desbordadas instaladas en su zona de trabajo. "Te¨®ricamente han de venir ya, pero eso forma parte de la porra", dice un operario, refiri¨¦ndose a una posible apuesta cruzada con sus compa?eros de trabajo.
El Ayuntamiento puso a disposici¨®n de los asistentes a la verbena un total de 107 lavabos port¨¢tiles en las playas, de los cuales la mitad fueron instalados especialmente para esa noche. Pero el uso que la gente da a los callejones de la Barceloneta hace sospechar que los v¨¢teres son todav¨ªa insuficientes.
Finalmente, cuando ya se acercan las siete de la ma?ana, la Guardia Urbana toma posiciones en los extremos de la playa de la Barceloneta. Cuando, minutos despu¨¦s, llegan las m¨¢quinas de limpiar la arena, los guardias urbanos empiezan su actuaci¨®n peinando la arena y solicitando al p¨²blico que "abandone las playas para facilitar la limpieza". Las furgonetas de la Guardia Urbana repiten el mensaje en catal¨¢n, castellano y franc¨¦s. Un chico duerme profundamente con un cartel en la frente que reza: "No me viol¨¦is, por favor". Un agente enguantado tarda un par de minutos en despertarle pellizc¨¢ndole el cuello.
La tercera teniente de alcalde, Imma Mayol, observa satisfecha la actuaci¨®n policial. Cerca de ella dos chicos tienen una opini¨®n menos favorable. "Es impactante que una fiesta popular acabe con polic¨ªas echando a la gente de la playa. As¨ª es el Sant Joan del F¨®rum".
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