El trabajo, patrimonio de la humanidad
?Cu¨¢l ser¨¢ el futuro del trabajo en el siglo que se inicia bajo el dominio de la globalizaci¨®n y en el cual tiene todav¨ªa sentido el objetivo del pleno empleo, de un trabajo digno y en condiciones para todas y todos?
La situaci¨®n actual no puede ser m¨¢s inquietante: seg¨²n los ¨²ltimos datos de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT), hay en el mundo m¨¢s de 185 millones de personas sin trabajo, mientras otros 550 millones viven con un d¨®lar al d¨ªa, es decir, bajo el umbral de la pobreza.
En Europa, una de las ¨¢reas m¨¢s desarrolladas del planeta, no s¨®lo el nivel de paro se mantiene bastante elevado, especialmente en algunos pa¨ªses y regiones, sino que se asiste tambi¨¦n a un fuerte deterioro de las condiciones de trabajo. La flexibilidad de las relaciones laborales se ha convertido en sin¨®nimo de precariedad. Los trabajadores pobres son ya parte de nuestra realidad cotidiana y no solamente de los pa¨ªses del Tercer Mundo.
Esta realidad no s¨®lo es socialmente inaceptable en la medida en que produce efectos devastadores para la vida de las personas, de las comunidades y de los territorios produciendo inseguridad y exclusi¨®n social. Tambi¨¦n es inaceptable desde un punto de vista econ¨®mico, en cuanto es menos que dudoso que un desarrollo econ¨®mico sano y sostenible pueda realizarse en un contexto de disgregaci¨®n del tejido social, de crecimiento de las desigualdades y de la pobreza.
Este estado de cosas no tiene nada de ineluctable: es el resultado de las pol¨ªticas inspiradas en el pensamiento neoliberal que, pese a los fracasos producidos y a los desmentidos recibidos, contin¨²a alargando su sombra en la actuaci¨®n de muchos gobiernos nacionales y en el ¨¢mbito internacional.
Enterrar definitivamente la hegemon¨ªa del pensamiento neoliberal que reduce el trabajo a una variable macroecon¨®mica y a un factor de ajuste en las situaciones de crisis constituye la condici¨®n necesaria, aunque no suficiente, para la construcci¨®n de un nuevo paradigma del desarrollo que devuelva la centralidad al trabajo humano y le reconozca su valor para las personas y la sociedad.
Desde un cierto punto de vista, no podemos afirmar que estemos en el a?o cero. En Europa, la estrategia de Lisboa que intenta promover para el a?o 2010 una econom¨ªa fundada en el conocimiento y en la innovaci¨®n, capaz de competir en la escala global, persiguiendo el objetivo del pleno empleo sin poner en cuesti¨®n las bases del modelo social europeo, va en esta direcci¨®n. Lo mismo se puede decir, en el ¨¢mbito mundial, del objetivo del Milenio de las Naciones Unidas de reducir la pobreza a la mitad para el a?o 2015, como tambi¨¦n de los objetivos relacionados con el desarrollo sostenible o el trabajo "decente" que ha propuesto la OIT.
Recientemente, una comisi¨®n constituida acertadamente por la OIT ha publicado un informe que propone las reformas necesarias para una nueva "gobernanza" mundial capaz de conseguir que la globalizaci¨®n se convierta en una oportunidad para todos y no contin¨²e, como hoy, siendo una ventaja para unos pocos a expensas de los dem¨¢s.
Como se puede ver, los proyectos no faltan. Lo que contin¨²a haciendo falta es la voluntad pol¨ªtica para ponerlos en pr¨¢ctica con la determinaci¨®n necesaria para romper definitivamente los puentes con la ideolog¨ªa neoliberal que tantos desaguisados ha provocado.
El movimiento sindical tiene un inter¨¦s vital en que este cambio de direcci¨®n se produzca lo antes posible, pero siente tambi¨¦n la responsabilidad de contribuir a crear las condiciones de su realizaci¨®n.
Por esto, la reflexi¨®n que hemos querido realizar en el ¨¢mbito del F¨®rum de Barcelona, con el concurso de acad¨¦micos y de expertos de todas las partes del mundo, se centrar¨¢ en la b¨²squeda de alternativas para un nuevo desarrollo sostenible y solidario que tenga en su centro el derecho a un trabajo que beneficie a todos y a todas, y, al mismo tiempo, los derechos del trabajo, que aseguren una protecci¨®n m¨¢s fuerte y eficaz para oponerse al vendaval de la desregulaci¨®n social inducida por una globalizaci¨®n fuera de control. Las normas sociales que protegen a las personas no pueden seguir cediendo el paso a las que protegen las mercanc¨ªas en el comercio internacional, o ser sacrificadas a la l¨®gica del capital y de las finanzas. La sociedad debe entender que ciertas formas de trabajo que ofenden la dignidad humana son contradictorias con los principios y derechos fundamentales sobre los que se construyen las sociedades modernas.
Tambi¨¦n el futuro del sindicato formar¨¢ parte de estas reflexiones. Los retos a afrontar son m¨²ltiples: c¨®mo abordar la organizaci¨®n y la representaci¨®n de un mundo del trabajo que ha cambiado profundamente; c¨®mo hacer m¨¢s incisivas las acciones internacionales del sindicato, no s¨®lo en la confrontaci¨®n con las grandes organizaciones mundiales (en primer lugar, los de Bretton Woods), sino tambi¨¦n de las empresas multinacionales, nuestra contraparte natural, y aun, c¨®mo construir las alianzas necesarias con otras fuerzas o movimientos que comparten nuestros mismos objetivos por un nuevo orden internacional de paz, de desarrollo sostenible y de trabajo digno para todos y todas.
Para conseguir esta finalidad debemos partir de nuevo reivindicando la centralidad del trabajo y el reconocimiento de su valor para las personas y para la sociedad. Por eso en Barcelona propondremos que el trabajo sea reconocido como "patrimonio de la humanidad" y como tal sea considerado y defendido. No en nombre del pasado, sino como tarea para el futuro.
Emilio Gabaglio es ex secretario de la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos; C¨¢ndido M¨¦ndez y Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo son secretarios generales de UGT y CC OO, respectivamente.
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