La hora de la verdad para Europa
Supongamos que un campe¨®n de atletismo tuviera que correr 10 kil¨®metros a trav¨¦s de un pantano para poder llegar al inicio de la carrera. En esa situaci¨®n se encuentra hoy Europa.
Si, despu¨¦s de 30 dolorosos meses de debates y referendos nacionales, el tratado constitucional consigue entrar en vigor a finales de 2006, Europa se encontrar¨¢ meramente en el punto de partida de todas las carreras que importan: el esprint de los 100 metros para ofrecer una alternativa cre¨ªble al unilateralismo de Estados Unidos; los 1.000 metros para promover la reforma en Oriente Pr¨®ximo antes de que los problemas de la regi¨®n nos traigan coches-bomba a la puerta de nuestras casas; los 5.000 metros para ser competitivos contra las potencias econ¨®micas emergentes de Asia; y la marat¨®n que debemos empezar ya para impedir que el calentamiento global aumente de forma descontrolada.
El texto constitucional no es brillante, carece de sencillez y claridad, y el pre¨¢mbulo de Giscard es vergonzoso, pero es la mejor Constituci¨®n que tenemos
El problema para que los pol¨ªticos 'vendan' la Constituci¨®n a sus votantes aburridos es que los argumentos dependen de unas alternativas indemostrables
La pertenencia al mayor bloque comercial del mundo nos ha enriquecido a todos. Pero nunca se podr¨¢ demostrar qu¨¦ habr¨ªa ocurrido de no existir la UE
Libertad, seguridad, prosperidad
Son los resultados de estas carreras fundamentales, y no los detalles sobre el peso de los votos, el n¨²mero de comisarios europeos o la designaci¨®n de soberan¨ªa, lo que decidir¨¢ si, dentro de 20 a?os, nuestros hijos van a tener una vida m¨¢s libre, segura y pr¨®spera, y ¨¦se, a mi juicio, es el principal objetivo de la pol¨ªtica. Las disposiciones institucionales plasmadas en la Constituci¨®n no son m¨¢s que un medio para crear esos otros medios.
?Existe alguien sensato en Europa que no se sienta deprimido por la perspectiva de pasar m¨¢s a?os de irritados debates sobre unos detalles tan sopor¨ªferos? All¨ª estaremos los llamados "creadores de opini¨®n", discutiendo sobre p¨¢rrafos retorcidos y lidiando con dogmas sensacionalistas. Mientras tanto -como acaban de demostrar los enormes ¨ªndices de abstenci¨®n en las elecciones europeas-, aquellos cuya opini¨®n se supone que tenemos que formar cambiaron hace mucho tiempo de cadena, para ver el f¨²tbol. ?Qui¨¦n puede reproch¨¢rselo?
La Constituci¨®n surgida de la cumbre celebrada en Bruselas el pasado fin de semana no es un documento muy brillante. Carece por completo de la sencillez, la claridad y la poes¨ªa pol¨ªtica de las grandes constituciones. Su pre¨¢mbulo, redactado por Val¨¦ry Giscard d'Estaing, es vergonzoso, sobre todo si se compara con el de la Constituci¨®n de Estados Unidos. Es un documento demasiado largo. Mezcla declaraciones fundamentales sobre derechos y responsabilidades con disposiciones legales de segundo orden y aspiraciones pol¨ªticas m¨¢s bien imprecisas. Sobre los aspectos pol¨¦micos, como los requisitos para el voto por mayor¨ªa cualificada o el tama?o de la Comisi¨®n Europea, ofrece extra?os compromisos que hacen que sea a¨²n m¨¢s dif¨ªcil explicar la UE a los ciudadanos esc¨¦pticos. Sin embargo, es la mejor Constituci¨®n que tenemos.
No supone un cambio revolucionario respecto al funcionamiento actual de la Uni¨®n Europea. Deber¨ªa hacer que algunas partes de la Uni¨®n act¨²en con m¨¢s eficacia, a pesar de la ampliaci¨®n a 25 Estados miembros. La mayor parte del poder reside en los pa¨ªses miembros, si bien sus representantes pueden perder una votaci¨®n en una mayor variedad de cuestiones que ahora. Con un ministro europeo de Exteriores y un ¨²nico presidente para el Consejo Europeo, Europa tendr¨¢ m¨¢s oportunidad de decir alguna cosa a la que Estados Unidos pueda prestar atenci¨®n. Son avances modestos; pero el hecho de que 25 Estados europeos o m¨¢s colaboren de forma tan estrecha ya es un triunfo.
El problema, para los pol¨ªticos que tienen que vender la Constituci¨®n a sus votantes aburridos u hostiles, es que los argumentos a favor dependen de unas alternativas indemostrables. Por ejemplo, ?qu¨¦ habr¨ªa pasado si nunca hubi¨¦ramos tenido una Uni¨®n Europea? Los euroesc¨¦pticos radicales, como los que forman el Partido de la Independencia brit¨¢nico, afirmar¨¢n que habr¨ªamos podido tener una Europa mejor, hecha de democracias libres, soberanas y pr¨®speras, que colaborar¨ªan estrechamente entre s¨ª: un continente como una tableta de chocolate formada por peque?as y grandes Suizas. A cualquiera que tenga un miligramo de sentido com¨²n pol¨ªtico, esto le parecer¨¢ completamente inveros¨ªmil. Para la gran mayor¨ªa de los miembros actuales de la UE, el regreso de la libertad tras las dictaduras y la "vuelta a Europa" han ido de la mano. La pertenencia al mayor bloque comercial del mundo nos ha enriquecido a todos. Pero nunca se podr¨¢ demostrar qu¨¦ habr¨ªa ocurrido si no hubiera existido la UE.
Para ser menos dr¨¢sticos: ?y si el Reino Unido rechaza la Constituci¨®n en un refer¨¦ndum celebrado en 2006? La respuesta depender¨¢ de lo que hayan hecho los dem¨¢s hasta entonces. Si los franceses tambi¨¦n votan no -en el refer¨¦ndum que, seg¨²n Val¨¦ry Giscard d'Estaing, debe convocar el presidente Chirac-, lo m¨¢s probable es que la UE vuelva a empezar desde cero. Si el Reino Unido es el ¨²nico pa¨ªs que la rechaza, y quiz¨¢ lo hace por segunda vez despu¨¦s de una serie de cambios m¨¢s bien cosm¨¦ticos, es casi seguro que los otros 24 seguir¨¢n adelante por su cuenta. Desde el punto de vista legal, podr¨ªamos encontrarnos con la paradoja de que el Reino Unido fuera el ¨²nico miembro que siguiera perteneciendo a la Uni¨®n Europea actual. (No existe, en los tratados vigentes, ning¨²n procedimiento para expulsar a un Estado miembro; de modo que, en el peor de los casos, todos los dem¨¢s tendr¨ªan que marcharse y formar una nueva Uni¨®n, con lo que el terco ingl¨¦s ser¨ªa el ¨²nico soldado que seguir¨ªa marchando al paso).
?Continente dividido?
No obstante, lo m¨¢s previsible es que se uniera al Reino Unido un grupo de pa¨ªses partidarios del rechazo, no pertenecientes al n¨²cleo original de la Comunidad Europea (Francia, Alemania, Italia y el Benelux). En tal caso, algunos de estos pa¨ªses originales, empezando por Francia y Alemania, tratar¨ªan seguramente de avanzar por su cuenta, crear una especie de grupo de vanguardia. Pero los dem¨¢s Estados no lo aceptar¨ªan sin m¨¢s. Si el grupo incluyera, por ejemplo, al Reino Unido, Polonia, Dinamarca y quiz¨¢ dos o tres pa¨ªses m¨¢s de Escandinavia o el Este de Europa, tendr¨ªa poder suficiente para formar una alianza contrapuesta. Europa se dividir¨ªa, en lugar de unirse. Seguir¨ªa existiendo la armaz¨®n de una UE, pero ir¨ªa difumin¨¢ndose hasta caer en la irrelevancia, como el Sacro Imperio Romano. La pol¨ªtica real se har¨ªa en otros sitios. Los futuros historiadores podr¨ªan considerar el a?o 2004 como el momento de m¨¢xima unidad europea, un momento irrepetible.
Estas alternativas m¨¢s o menos probables a la plena aceptaci¨®n de la Constituci¨®n en la UE tienen una cosa en com¨²n: todas ellas har¨ªan que Europa siguiera m¨¢s a?os preocupada por su situaci¨®n interna. Pasar¨ªa otro Gobierno en EE UU, alg¨²n otro Estado ¨¢rabe se sumergir¨ªa en el caos, la econom¨ªa china crecer¨ªa un 15 o 20% m¨¢s; las emisiones de di¨®xido de carbono, cada vez mayores, seguir¨ªan calentando el planeta, y los europeos estar¨ªamos todav¨ªa dando vueltas como una panda de solteronas, sin parar de pelearnos por la colocaci¨®n de los muebles en el sal¨®n de recibir.
As¨ª que ya est¨¢ bien. Los muebles y la arquitectura de esta Uni¨®n Europea no son perfectos, ni mucho menos, pero hacen su papel. Para adaptar el famoso comentario de Churchill sobre la democracia, ¨¦sta es la peor Europa posible, aparte de todas las dem¨¢s Europas que se han intentado en otras ocasiones. Tenemos que salir y enfrentarnos a los retos que van a decidir el futuro de nuestros hijos. Si no, en el a?o 2024, cuando esos hijos, ya adultos, salgan de sus peque?os pisos fortificados y se arrastren a trav¨¦s del calor insoportable o la nieve manchada, mientras esquivan a las bandas nacionalistas que se pelean con inmigrantes al otro lado de la calle, cuando tengan que hacer cola durante horas para pedir un trabajo por horas al empresario chino local, se volver¨¢n hacia nosotros y nos preguntar¨¢n: "?Qu¨¦ hiciste en la gran paz, papi?". ?Y qu¨¦ contestaremos?
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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