Las mujeres, contra 'La Bestia'
Varios cientos de millones de d¨®lares puede llegar a costarle al gigante norteamericano Wal-Mart la demanda por discriminaci¨®n salarial de un mill¨®n y medio de empleadas. Efectivamente, cualquier cosa se dice en millones dentro de Wal-Mart, la primera empresa de ventas al por menor del mundo, pero tambi¨¦n, ahora, la mayor empresa por volumen de facturaci¨®n de todo el planeta. Ni ExxonMobil, General Motors o General Electric superaron los 256.000 millones de d¨®lares de volumen de negocios de Wal-Mart, una cifra similar al PIB de Suiza.
El peso de este retailer es tal que un 12% del aumento logrado en la productividad norteamericana durante la segunda mitad de los noventa, m¨¢s la larga contenci¨®n de su inflaci¨®n, se atribuye, seg¨²n la agencia McKinsey&Co, a las constantes rebajas de los precios en esa macroempresa.
El volumen de negocios de Walton Mart supera los 256.000 millones de d¨®lares, una cifra similar al PIB de Suiza y superior al de la General Motors
En un principio, el fundador se propuso no abrir nunca los domingos ni comerciar con bebidas alcoh¨®licas, que hoy vende de forma masiva
Cuenta la leyenda que Sam Walton compr¨® una avioneta para avistar desde el aire zonas propicias para instalar sus establecimientos
En Espa?a no se conoce todav¨ªa a Wal-Mart, en parte porque Carrefour ha ocupado antes el mercado a trav¨¦s de sucesivas fusiones, pero de la misma manera que han ido apareciendo centros de descuento al modo de D¨ªa, Aldi o Idl, es probable que Wal-Mart acampe aqu¨ª pr¨®ximamente. No en vano, su potencia econ¨®mica viene a ser en Bolsa siete veces mayor que Carrefour, y sus planes consisten en aumentar sus efectivos en m¨¢s de 800.000 empleados a lo largo de los pr¨®ximos diez a?os.
En Europa, aun con ciertas dificultades, Wal-Mart se ha introducido en Alemania, donde compr¨® las cadenas Wertkauf e Interspar, y tambi¨¦n en el Reino Unido, donde, tras haber absorbido ASDA, estuvo pujando por el Grupo Safeway. La infatigable voracidad de Wal-Mart se revela en el mismo Estados Unidos, donde la llaman "La Bestia de Bentonville", una ciudad de Arkansas donde la sociedad posee su sede central y desde donde controla por sat¨¦lite las operaciones en todos los puntos de su ampl¨ªsimo mapa. Porque ni la suma conjunta de las mayores cadenas minoristas norteamericanas como Sears, Target, Kmart, J. C. Penney, Safeway y Kroger llega a la potencia de Wal-Mart.
?C¨®mo se ha llegado hasta aqu¨ª? Wal-Mart apareci¨® en 1962 en Rogers (Arkansas), el mismo a?o en que surgieron tambi¨¦n Kmart, Woolworth y otros centros importantes consagrados a la estrategia de grandes descuentos. En ese momento, Sam Walton, el fundador, ten¨ªa 40 a?os y pose¨ªa 15 establecimientos minoristas a lo largo de Arkansas, Misuri y Oklahoma. Actualmente, por contraste, cada d¨ªa abren m¨¢s de 5.000 tiendas en una decena de pa¨ªses (1.300 fuera de Estados Unidos), y algunas de ellas con una superficie superior a los 20.000 metros cuadrados.
M¨¢s de 100 millones de personas acuden semanalmente a sus locales, convertidos conjuntamente en los mayores adquirentes de vestidos del mundo y en donde se despachan uno de cada cuatro tubos de dent¨ªfricos norteamericanos.
Contra la lujuria
En su af¨¢n de cumplir su misi¨®n econ¨®mico-moral, la empresa no vende revistas pornogr¨¢ficas en sus departamentos, e incluso recubre parcialmente algunas portadas de Cosmo, Glamour o Marie Claire para no despertar sentimientos impuros. Tambi¨¦n los CD de contenido oral o visual obsceno son manipulados expresamente para la venta, y en sus farmacias no se encontrar¨¢ nunca la p¨ªldora del d¨ªa despu¨¦s. Por el contrario, apoya cuanto puede la difusi¨®n de best sellers cristianos o aquellas historias que puedan ser edificantes para los ni?os, expende revistas sobre artefactos mortales y ha llegado a convertirse en el primer vendedor de armas de todo Estados Unidos. Es decir, todo muy Bush. Como tambi¨¦n: una cosa es el negocio, y otra, las ideas morales.
As¨ª, el negocio que estren¨® el fundador se propuso no abrir nunca los domingos para favorecer la asistencia a los oficios religiosos, ni comerciar con bebidas alcoh¨®licas para evitar el peligro de la ebriedad, pero hoy la supercadena vende alcohol masivamente y espera abrir veinticuatro horas siete d¨ªas sobre siete.
Permanece como su insignia suprema la baja de los precios, pero ?c¨®mo? A costa de bajar, entre otros costes, los bajos salarios, y a¨²n m¨¢s si se trata de mujeres. En esto, su filosof¨ªa no conoce l¨ªmites, de manera que tampoco se otorga un seguro m¨¦dico a los nuevos empleados, y los dem¨¢s deben pagar primas irregulares. No hay tampoco planes de pensiones o cualquier cosa que proteja despu¨¦s del retiro. Un dicho entre los obreros es: "En Wal-Mart se puede comprar cualquier cosa a cualquier precio. Pero con una condici¨®n: que no se trabaje en la empresa".
La cara humana
?Protestas? Un requisito indispensable para emplearse en Wal-Mart es no ser afiliado de ning¨²n sindicato, y todo conato de indisciplina se castiga con el despido inmediato. Las relativas dificultades que Wal-Mart ha encontrado para establecerse en determinadas zonas de Estados Unidos se relacionan con la presencia de sindicatos m¨¢s o menos fuertes. La idea combativa del sindicato destruye la ben¨¦vola noci¨®n de familia empresarial que pregona Wal-Mart incluso denominando, no obreros, sino "asociados", a sus explotados. Se trata, en fin, de la misma cultura que se pretende transmitir a la clientela, que en los almacenes Wal-Mart es siempre recibida por un people greeter, un actor simp¨¢tico, que reproduce la bonhom¨ªa de la relaci¨®n parroquiana. El people greeter procurar¨¢ retener el nombre del comprador, interesarse por la familia, comentar el tiempo que hace, felicitar las pascuas, etc¨¦tera.
Finalmente, siguiendo la inspiraci¨®n del "marketing con causa", la firma se afana en ofrecer becas a las personas mayores para reciclarse mediante estudios especiales, ampara organizaciones de caridad, subvenciona campeonatos, defiende la limpieza del aire, etc¨¦tera. "Cada establecimiento Wal-Mart", escribi¨® Sam Walton en el libro de estilo, "debe reflejar los valores de sus clientes y apoyar la visi¨®n que tienen respecto a su comunidad".
?O sea? La empresa se siente a s¨ª misma tan dotada de un destino superior que regularmente re¨²ne a los empleados para cantar un himno comunitario a la manera japonesa y para recordar unidos la dignidad de su tarea. "Trabajamos juntos; ¨¦ste es el secreto. Y rebajaremos el coste de la vida para todos, no s¨®lo para Am¨¦rica, sino que daremos al mundo una oportunidad de saber c¨®mo ahorrar y alcanzar un mejor futuro para todos. Nos sentimos orgullosos y no hemos hecho m¨¢s que empezar", dijo Sam Walton ante el presidente George Bush (padre) cuando fue condecorado con la Medalla de la Libertad en marzo de 1992.
Uno por dos
La empresa trata de prolongar pues este don supremo y continuamente proyecta una humanidad pueblerina u originaria. As¨ª, la fe con que los dirigentes profesan la religi¨®n de bajar precios se ha manifestado en varias localidades de California donde, inexplicablemente, algunas gentes se opon¨ªan a la apertura de Wal-Mart.
Sometido el caso a refer¨¦ndum por propia iniciativa de la empresa, desde abril ha colectado ya tres rechazos puesto que los habitantes estaban ya advertidos de la ruina que pod¨ªa acarrear en sus vidas la desaparici¨®n de los tenderos del barrio y su vida vecinal.
Un libro publicado en 2000 con el t¨ªtulo How Wal-Mart is destroying America -and the world (C¨®mo Wal-Mart est¨¢ destruyendo Am¨¦rica -y el mundo) daba cuenta del n¨²mero de comercios de toda naturaleza que han debido cerrar a lo ancho del pa¨ªs como efecto del ataque de "la bestia". Entre los a?os 1983 y 1995, cuando todav¨ªa no hab¨ªa alcanzado ni la mitad de su poder actual, Wal-Mart hab¨ªa sido capaz de arruinar al 50% de los comercios de ropa, al 30% de las ferreter¨ªas o al 29% de las zapater¨ªas en el Estado de Iowa. Y as¨ª, m¨¢s o menos, en los dem¨¢s.
Pero tambi¨¦n hab¨ªa incidido gravemente sobre el mercado de trabajo porque, debido a la f¨¦rrea reglamentaci¨®n interna de Wal-Mart, por cada empleo que creaba se destru¨ªan aproximadamente dos, de acuerdo a un informe redactado por la asociaci¨®n Residents for Responsible Growth en Lake Placid, Nueva York.
Y si esto les pasa a los empleados, a sus 21.000 proveedores tampoco les va muy bien. Y menos ahora, con las compras en los pa¨ªses asi¨¢ticos. Progresivamente, Wal-Mart ha ido comprando tanto a China que en la actualidad el 10% de las exportaciones chinas a Estados Unidos van destinadas a sus almacenes. Pero tambi¨¦n realiza compras en Indonesia, India o Bangladesh, olvidando su famosa campa?a nacionalista de los a?os noventa bajo el lema "Buy America". M¨¢s bien ha sido Wal-Mart quien se ha vendido, de acuerdo a su propio c¨®digo interior.
?Qu¨¦ responde a esto la casa Wal-Mart, nacida del comercio minorista, americano y popular? La respuesta es que los peque?os comercios de hoy no reaccionan a la innovaci¨®n como buenos patriotas y, en consecuencia, merecen lo peor.
El monstruo y las hero¨ªnas
El patr¨®n Sam Walton, cuenta la leyenda, adquiri¨® una avioneta para avistar desde lo alto zonas propicias para ubicar sus establecimientos, ya fueran en cruces de caminos o en poblaciones mal aprovisionadas, con eso cumpl¨ªa el deber de progresar. Pero no fue esto lo m¨¢s decisivo para el ¨¦xito absoluto, sino tambi¨¦n sus tempranos y ricos conocimientos de inform¨¢tica a trav¨¦s de cursos en IBM que le permitieron conectar almacenes y puntos de venta. Conectarlos de un modo tan experto y complejo que s¨®lo tiempo despu¨¦s las grandes cadenas de Estados Unidos como Blockbusters o Barnes&Noble llegaron a instalar algo semejante.
En la actualidad, las dotaciones en sistemas log¨ªsticos y equipo inform¨¢tico son tan completas en la sede de Wal-Mart que su capacidad s¨®lo la supera el Pent¨¢gono. Aunque, probablemente, en varios aspectos, su poder es similar al del Pent¨¢gono si se trata de fuerza destructora sobre la calidad de la vida ciudadana y sus signos. Muchas marcas importantes producen ya sus art¨ªculos con precios rebajados para Wal-Mart, y los pantalones Levis, por ejemplo, que se venden como media a 30 d¨®lares en los establecimientos Levis, cuestan 20 d¨®lares en los dominios de Bentonville. Es decir, dominio tan fuerte que en M¨¦xico, donde resulta ser el mayor minorista con seiscientos y pico puntos de venta, ha cambiado los modos de compra de amplios grupos.
"Always low prices. Always" ("Siempre precios bajos. Siempre") puede leerse desde Phoenix a Arizona por casi todo el paisaje. Este lema obstinado de la supercompa?¨ªa ha hecho diagnosticar a algunos analistas grandes p¨¦rdidas encubiertas que muy pronto saldr¨¢n a la luz. Entretanto, sin embargo, el proceso contin¨²a reduciendo las tarifas y limando beneficios mientras el n¨²mero de establecimientos crece sin la menor tregua. ?Una enfermedad cancerosa que acabar¨¢ con todos? ?Un delirio capitalista y/o evangelizador que une la m¨¢xima econom¨ªa a la miseria y la ruina?
Apenas un grupo de seis mujeres han venido a ser de nuevo las primeras -y las ¨²nicas- que se han alzado legalmente contra el imperio Wal-Mart, sea el reino del bien para los Wal o el imperio del mal para incontables millones de familias obreras. El monstruo, por primera vez, es duramente acosado, y su ejemplo, ante los tribunales, puede pasar a la historia de la mitolog¨ªa econ¨®mica del siglo.
El hombre de pueblo
SAM WALTON FUE UN T?PICO PRODUCTO del sue?o americano: vendi¨® libros por las casas, trabaj¨® en una hamburgueser¨ªa, voce¨® peri¨®dicos y se hizo el rico empresario que ten¨ªa inscrito en la sangre. Nacido en 1918 en un pueblo de Oklahoma, perteneci¨®, por geograf¨ªa y educaci¨®n, al tipo severo y conservador que corresponde a ese cintur¨®n de Estados sudistas cuya impronta exhibe manifiestamente Bush.
No en vano, Wal-Mart se ha entendido bien con la presente Administraci¨®n norteamericana, ha logrado repetidos ¨¦xitos a trav¨¦s de su lobby y el mismo vicepresidente Dick Cheney viaj¨® recientemente hasta Bentonville para enfatizar el coraje de los patrones de esa firma. Uno de estos ejecutivos, Jay Lallen, ha merecido hace poco el t¨ªtulo oficial de pionner dedicado a aquellos que logran contribuir con m¨¢s de 100.000 d¨®lares a la campa?a electoral de la presidencia. Pero, de a?adidura, la empresa celebra la vigente pol¨ªtica fiscal de Estados Unidos capaz de haber multiplicado por tres los beneficios netos de la familia Walton, poseedora del 39% de las acciones, para desesperaci¨®n de los mal pagados obreros y proveedores.
Aunque Sam Walton no fue, con todo, un individuo impopular. M¨¢s bien se cre¨ªa con el encargo de realizar una misi¨®n econ¨®mica evangelizadora, consistente en bendecir a las gentes con precios bajos, y cada vez m¨¢s bajos. Con ello, Sam Walton se ve¨ªa desarrollando una labor social que se correspond¨ªa con la proclama calvinista de la virtud del ahorro.
De hecho, jam¨¢s emple¨® sus ganancias en grandes lujos, sino en nuevas inversiones; nunca se rode¨® de autom¨®viles, sino de perros; no habit¨® mansiones, sino casas de poco gusto. En realidad, nadie le conoc¨ªa la cara hasta que Forbes, en 1985, le se?al¨® como el hombre m¨¢s rico de la naci¨®n.
A partir de ese momento, los pormenores del negocio, sus procedimientos, su explotaci¨®n permanente suscitaron las primeras demandas, y hasta media docena de libros llegaron a las librer¨ªas revelando sus abusos sobre empleados y proveedores.
Precios m¨¢s bajos conllevaba aplastamientos hacia arriba y hacia abajo. Respecto a los proveedores, la compa?¨ªa acostumbra a celebrar dos sesiones anuales ("el nido de las serpientes", llaman a esa convenci¨®n) en las que se marcan tiempos de entrega y reducci¨®n de precios para la siguiente temporada. En la actualidad ya no es Sam Walton, fallecido en 1992, quien dirige la estrategia, sino sus herederos, y especialmente Rob Walton, que ha asumido el mismo sentido del rigor y la ¨¦tica de su predecesor m¨¢ximo. Efectivamente, los proveedores declararon a
Business Week: "Son duros, pero nos tratan honestamente".
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