Escala en Irlanda
Las relaciones entre la Uni¨®n Europea y EE UU han vivido un mes de junio salpicado de solemnidades y gestos de acercamiento, pero la mejor met¨¢fora de que las heridas sobre Irak siguen abiertas entre el presidente Bush y sus socios transatl¨¢nticos ha sido el cintur¨®n de hierro que ayer le protegi¨® en Irlanda de unos ciudadanos que en otras ocasiones han dispensado recibimientos multitudinarios a inquilinos de la Casa Blanca. La brev¨ªsima cita anual entre Europa y Estados Unidos, primera desde la ampliacion de la Uni¨®n a 25 miembros, ha sido de hecho una escala en el viaje de Bush a Turqu¨ªa -aut¨¦ntico plato fuerte de su segunda visita a Europa en un mes- para debatir el incierto papel de la OTAN en Irak y en Afganist¨¢n.
En el castillo de Dromoland se ha acabado de escenificar una reconciliaci¨®n que comenz¨® en las playas de Normand¨ªa, sigui¨® con la resoluci¨®n 1.546 del Consejo de Seguridad y se prolong¨® en la reciente cumbre europea, donde los 25 acordaron su estrategia para fortalecer el abismado Irak. Bertie Ahern no ha desaprovechado la ocasi¨®n para se?alar al l¨ªder estadounidense la conmoci¨®n producida en Europa por las torturas a los presos iraqu¨ªes, pero ambos han dado formalmente por enterradas las discrepancias de bulto entre unos socios que, adem¨¢s de coincidir en un sistema de valores, comparten dos billones de d¨®lares en inversiones y comercio. Y desde ayer tambi¨¦n un acuerdo para hacer compatibles e interoperativos sus sistemas globales de navegaci¨®n por sat¨¦lite.
Ahern y Romano Prodi tambi¨¦n han confirmado a Bush que la UE estrechar¨¢ su colaboraci¨®n en la lucha antiterrorista, incluyendo que las aerol¨ªneas europeas pasen a las autoridades estadounidenses datos sobre sus pasajeros. De lo precario de este pacto -aprobado el mes pasado por el Ejecutivo europeo y que comienzan a cumplir las presionadas compa?¨ªas de bandera- da cuenta, sin embargo, la petici¨®n del Parlamento al Tribunal Europeo de Justicia para que anule un acuerdo que permite a EE UU indagar en las circunstancias personales de quienes llegan a sus aeropuertos desde Europa; medidas que pueden violar derechos y libertades b¨¢sicas.
M¨¢s all¨¢ del cat¨¢logo de buenas intenciones anunciado en Irlanda, es en Estambul a partir del lunes donde se va a poner a prueba la solidez del v¨ªnculo transatl¨¢ntico. Ser¨¢ con motivo de una cumbre de la OTAN en la que est¨¢ en juego su credibilidad en Afganist¨¢n. Bush, que ayer rompi¨® una lanza por Turqu¨ªa pidiendo su definitiva admisi¨®n en el club europeo, quiere que la OTAN haga buenas sus promesas de contribuir decisivamente a la consolidaci¨®n del vacilante Estado afgano, donde habr¨¢ elecciones en septiembre pr¨®ximo.
Desde que en octubre pasado el Consejo de Seguridad autorizara a las fuerzas aliadas extender sus operaciones m¨¢s all¨¢ de Kabul, pr¨¢cticamente nada se ha hecho para combatir el poder creciente de los caudillos locales o el imparable comercio de la droga. Los escasos 5.000 soldados europeos de la OTAN siguen en torno a la capital y se necesitan imperiosamente m¨¢s tropas, aviones y helic¨®pteros. Washington no es ajeno a este estado de cosas, tanto por ignorar inicialmente a la Alianza en sus planes afganos como por haber concentrado despu¨¦s todos sus esfuerzos en la persecuci¨®n de Al Qaeda y los talibanes. Pero el abandono que sufre Afganist¨¢n, adonde Espa?a se dispone a enviar 300 nuevos soldados, se debe a las reticencias europeas a comprometer m¨¢s medios en un escenario hostil y distante. Los errores de EE UU no excusan el pobr¨ªsimo papel de la OTAN. Un fracaso en Afganist¨¢n, adem¨¢s de tener efectos grav¨ªsimos para el conjunto de Occidente, pondr¨ªa radicalmente en cuesti¨®n la capacidad de la Alianza para adaptarse a escenarios diferentes de aquel, ya enterrado, para el que fue concebida.
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