Dos siglos con 'George Sand'
Quiz¨¢ sobren las comillas en este t¨ªtulo, pues hace ya dos siglos desde que naci¨®, y si nadie las pone en los grandes seud¨®nimos de la historia literaria -?qui¨¦n entrecomilla a Clar¨ªn o Azor¨ªn, por ejemplo?- tampoco habr¨¢ que hacerlo con el de George Sand, que lo hizo c¨¦lebre frente a su nombre real, que fue el de Amandine, Aurore, Lucile Dupin de Francueil, luego baronesa Dudevant, nacida en Par¨ªs el 1 de julio del a?o 1804 de un matrimonio desigual, que legaliz¨® su situaci¨®n poco antes de su nacimiento. Su padre fue Maurice Dupin de Francueil, hijo de una hija natural reconocida del mariscal de Sajonia, que fue la que compr¨® la propiedad de Nohant que recaer¨ªa despu¨¦s en su hijo y al final en su rebelde nieta que hab¨ªa hecho c¨¦lebre el seud¨®nimo de "George Sand, la vieja Dama de Nohant". Su madre, la costurera Sophie-Victoire Delaborde hab¨ªa sido amante de un intendente general, ten¨ªa una hija anterior, Caroline, y se uni¨® con Maurice -que a su vez tej¨ªa un hijo natural anterior- y se hab¨ªa incorporado como militar a las ¨®rdenes del mariscal Murat en el ej¨¦rcito de Napole¨®n que entonces ocupaba Espa?a; desde all¨ª volvi¨® pronto con su familia a Nohant, donde falleci¨® tres a?os despu¨¦s a causa de una desgraciada ca¨ªda de caballo.
Su origen, entre una aristocracia bastarda y la semiburgues¨ªa "galante" la marc¨® desde el principio, pues su aristocr¨¢tica abuela paterna no la reconoci¨® al nacer sino despu¨¦s, y luego se la disput¨® a su madre, que intent¨® apoderarse de ella tras la muerte de su suegra. Ello la empuj¨® a malcasarse con el bar¨®n Dudevant para liberarse del yugo materno, hacerle dos hijos (la chica no fue suya) aburrirse y separarse, dividiendo su vida entre Nohant y su casa en Par¨ªs, heredadas de su abuela. Pues bien educada por un lado y rebelde por el otro, se aprovech¨® de lo primero para entrar en los ¨¢mbitos de la literatura y la prensa a trav¨¦s de sus incontables lecturas y de sus primeros amantes. De uno de ellos, Jules Sandeau, tom¨® la primera parte de su seud¨®nimo y la amistad de Balzac, que le contrat¨® a ¨¦l como secretario, hasta que la publicaci¨®n de Indiana en 1832, le proporcion¨® el triunfo entre la cr¨ªtica (el gran Sainte-Beuve) y el p¨²blico, que ya no cesar¨ªa hasta el final de su vida.
En total, coleccion¨® buenas amistades entre los grandes (de Balzac o Victor Hugo hasta Flaubert y Turgueniev), amantes c¨¦lebres (de Musset a Chopin, aunque no Merim¨¦e, "que no vali¨® la pena") y buenas relaciones con radicales republicanos y primeros socialistas. Fue primero rom¨¢ntica, como nacida en pleno Imperio napole¨®nico, adversaria de la restauraci¨®n borb¨®nica, su cercan¨ªa a los republicanos y primeros socialistas (y su condici¨®n femenina) le alej¨® del conservadurismo rom¨¢ntico de sus or¨ªgenes, para acercarla a las filas de la oposici¨®n republicana, colabor¨® como periodista con los primeros gobiernos de la Segunda Rep¨²blica y luego milit¨® al lado de los socialistas ut¨®picos, para convertirse pronto, por sus ataques a la instituci¨®n matrimonial -que convert¨ªa a las mujeres de su tiempo en esclavas- en un destacado l¨ªder feminista, aunque no sin reticencias, como cuando rechaz¨® ser candidata de las mujeres en una elecci¨®n. "No estamos preparadas ni nosotras ni la sociedad", dijo como excusa, aunque tambi¨¦n se cita su c¨¦lebre frase a Balzac: "Los que conocen anatom¨ªa, saben bien que no hay m¨¢s que un sexo". Y as¨ª explicaba su elecci¨®n de seud¨®nimo con nombre masculino, que justificaba su afici¨®n a vestirse de hombre y hasta de fumar puros, sendos esc¨¢ndalos que su figura presentaba en su ¨¦poca. (Y en cuanto a los seud¨®nimos, no era la ¨²nica entonces, tambi¨¦n sus coet¨¢neas la brit¨¢nica progresista Mary Ann Evans -"George Eliot"- y la espa?ola conservadora Cecilia Bohl de Faber -"Fern¨¢n Caballero"- los eligieron as¨ª).
A lo largo de su vida escribi¨® de todo, novelas, teatro, ensayos, hizo periodismo sin parar y public¨® cerca de cien vol¨²menes de todo tipo, aparte de ser una infatigable corresponsal (su correspondencia ha sido recogida en 25 vol¨²menes por George Lubin, a los que hay que a?adir dos m¨¢s, uno de ellos reciente). Tambi¨¦n Lubin pubic¨® en La Pl¨¦iade su Historia de mi vida en dos tomos, ahora reeditados en uno solo, una de las novedades de este bicentenario, que multiplica sus reediciones por doquier (y tengo que citar la de dos sus obras maestras Consuelo y La condesa de Rudolstadt en los "Bouquins" de Robert Laffont). Escribi¨® novelas sobre temas hist¨®ricos, sentimentales, feministas, campesinos y rurales, sociales, costumbristas, sobre vidas de artistas, fant¨¢sticas y pol¨ªticas y as¨ª sucesivamente. Los m¨¢s grandes le visitaban en Nohant, de Balzac a Flaubert, lo que era relativamente f¨¢cil pues hab¨ªa instalado un teatro para el que adaptaba sus novelas, y su hogar y su coraz¨®n de mujer demasiado amable estaban abiertos de par en par. Fue anticlerical, defensora de los pobres y los humildes, feminista, socialista y pacifista, se acerc¨® a Napole¨®n III y el segundo imperio, aunque rompi¨® pronto con ¨¦l. Odiaba la violencia y el terror, por lo que atac¨® los excesos de La Comuna y m¨¢s los de los "versalleses" que la aplastaron. Muri¨® a los 72 a?os, de una oclusi¨®n intestinal inoperable, y en su entierro, donde se reunieron muchos de sus amigos, el hipocondr¨ªaco Flaubert lloraba como un ni?o, quiz¨¢ porque a su vez desaparecer¨ªa poco despu¨¦s. Hab¨ªa sido la primera mujer que form¨® parte de las "cenas Magny" (con Flaubert, Sainte-Beuve, Taine, Gautier, Goncourt y Turgueniev), germen de la Academia Goncourt y del premio del mismo nombre. Fue una gran escritora no siempre bien valorada pero s¨ª muy escuchada, no tienen m¨¢s que darse una vuelta por Francia este verano para ver su repercusi¨®n dos siglos despu¨¦s o buscar sus libros en nuestras librer¨ªas, donde todav¨ªa sigue viva, pues fue y sigue siendo un fen¨®meno.
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