Patriotas de una ¨¦poca
En Orihuela ten¨ªa que ser. All¨ª donde se nos mueren como del rayo aquellos con quienes tanto hemos querido. Desde que Miguel Hern¨¢ndez escribiera la conmovedora eleg¨ªa a la muerte de Ram¨®n Sij¨¦, Orihuela es y no es Alicante. Lo es en el sentido estrictamente f¨ªsico, geogr¨¢fico. Pero m¨¢s all¨¢ de este limitado sentido Orihuela es el territorio espiritual que ocupan y estercolan, siempre demasiado temprano, compa?eros y compa?eras del alma derribados por manotazos duros, por golpes helados, por hachazos invisibles y homicidas. En Orihuela ten¨ªa que ser donde Imanol Larzabal exhalara su ¨²ltimo aliento. Imanol, de quien he sido compatriota. Compatriota de ¨¦poca.
Escribe Joseph Roth que, contra todas las apariencias, influye m¨¢s la ¨¦poca en que vivimos que el lugar de nacimiento: "Ninguna patria da a sus hijos tantos rasgos espec¨ªficos y comunes como una ¨¦poca a los suyos". Es por eso que puede hablarse de espacios de tiempo, patrias que no est¨¢n definidas por unos l¨ªmites territoriales sino por unas coordenadas temporales. Nuestra tarea, siempre seg¨²n Roth, es la de construir nuestra patria a partir de aquellos rasgos en los que se manifiesta lo mejor de la ¨¦poca que nos ha tocado vivir; hacer de aquellos espacios y experiencias en los que se manifiesta, aunque sea de manera precaria, lo que es bueno, digno y decente, nuestra aut¨¦ntica patria: "Nuestra ¨¦poca es nuestra patria. Y nuestro deber, nuestra ley, nuestro futuro no es otro que actuar, establecernos por tanto, en aquellos sectores en los que sabemos que el bien tiene su morada y desde los que escuchamos su llamada. Incluso nuestra ¨¦poca tiene uno de esos sectores. ?sa ser¨ªa nuestra patria, la verdadera. ?Tener una patria? No se trata de eso. S¨®lo se tiene una patria cuando se la encuentra, es decir, cuando se ha escuchado la llamada del bien".
En octubre de 1986 comenz¨® a definirse en Euskadi un espacio de tiempo que, con el paso de los a?os, lleg¨® a constituir la verdadera patria de muchas personas. Una patria a la vez interior y exterior a la patria f¨ªsica y pol¨ªtica. Una patria elegida. No creo generalizar abusivamente una experiencia personal si digo el asesinato de Mar¨ªa Dolores Gonz¨¢lez Catar¨¢in fue fundamental para la definici¨®n de una ¨¦poca que, a la larga, nos dot¨® de unos rasgos comunes mucho m¨¢s definitorios y consistentes que el a?o o el lugar de nacimiento de cada cual. Las iniciativas de condena de ese asesinato, comenzando por el homenaje celebrado en Ordizia el 18 de octubre, en el que la voz de Imanol llen¨® la plaza del mercado (sus columnas dise?aban, aquella noche lluviosa en un pueblo de ventanas cerradas, un extra?o templo), continuando con la impactante campa?a Contra el silencio de la Asociaci¨®n pro Derechos Humanos, los manifiestos de artistas e intelectuales o de ex miembros de ETA, el surgimiento de la Coordinadora Gesto por la Paz y de la Asociaci¨®n por la Paz de Euskalerria ("Ha comenzado en Euskadi una nueva lucha antifascista", escribi¨® Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s en EL PA?S el 28-10-86), fueron aquellos sectores en los que el bien tuvo su morada en una ¨¦poca de horror y de verg¨¹enza. Una ¨¦poca caracterizada as¨ª por el editorialista de EL PA?S en aquellos d¨ªas: "En Euskadi ha dejado de ser novedad esa particular forma de pasividad moral consistente en que cada cual llore exclusivamente a los suyos mientras contempla impasible las v¨ªctimas producidas en el campo vecino".
"Cada persona puede encontrarse bien en cualquier sitio, pero el lugar donde mejor puede sentirse, donde se da la posibilidad de mayor plenitud, de mayor felicidad para ella es en su pa¨ªs de origen", escrib¨ªa Yoyes en su diario el 9 de enero de 1981. Qu¨¦ paradoja: el asesinato de una mujer cuyo amor viv¨ªsimo por su lugar de origen fue truncado por los patriotas de la muerte est¨¢ en el origen de la construcci¨®n de una patria epocal definida por la lucha contra el mal absoluto de la indiferencia moral. Imanol fue patriota destacado de esa patria, que ¨¦l cantaba as¨ª: "Nire euskaltasuna baso bat da, eta ez du zuhaitz jenealogikorik. Nire euskaltasuna bide bat da, eta ez du zaldizkorik. Nire euskaltasuna bertso bat da, eta ez du txapelik. Nire euskaltasuna pekatu bat da, eta ez du mea-kulparik".
Todav¨ªa hoy esa vasquidad, esa patria vasca sin ¨¢rboles geneal¨®gicos, caballeros ni txapelas sigue siendo un proyecto. Y hoy hay uno menos para construirla.
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