Los 95 d¨ªas de 'Un invierno en Mallorca'
George Sand huy¨® con su amante Frederic Chopin al sur primitivo y ex¨®tico de la isla de Mallorca para entregarse "al amor perfecto a la sombra de los mirtos". De aquella breve fuga rom¨¢ntica de descubrimiento, que dur¨® 95 d¨ªas, entre noviembre de 1838 y febrero de 1839, y en la que estuvieron los dos hijos de ella, Maurice y Solange, creci¨® un s¨®lido mito gracias a su libro de viajes Un invierno en Mallorca, que no sin esc¨¢ndalo y ofensas a los nativos fij¨® el t¨®pico recurrente en el mundo del turismo cultural y, despu¨¦s, de masas.
Este verano, el prestigioso Festival Chopin de Valldemossa (Mallorca) celebrar¨¢ el Any Sand con exposiciones de sus manuscritos, joyas y fulares, adem¨¢s de dibujos y juguetes de sus hijos. Tambi¨¦n habr¨¢ debates de escritores e interpretaciones de su imagen por 40 pintores actuales. Se rescatar¨¢ la adaptaci¨®n al cine del libro, que dirigi¨® en 1969 Jaime Camino y protagoniz¨® Luc¨ªa Bos¨¦. Mujeres pianistas har¨¢n un concierto marat¨®n y Xavier Mut ejecutar¨¢ la obra chopiniana mallorquina. En los a?os treinta, Aina Maria Boutroux de Ferr¨¢ contact¨® con una nieta de Sand y comenz¨® a homenajear en un santuario de ex votos la leyenda de la escritora y el m¨²sico en su refugio de la cartuja.
"Es la verde Helvecia, bajo el cielo de Calabria, en la solemnidad y el silencio de Oriente". As¨ª sintetiz¨® en recordada frase George Sand el paisaje de lo que era Mallorca. Bajo aquel halo, la escritora de 34 a?os, que masculiniz¨® su nombre y su vestuario, y el m¨²sico de 28 a?os seriamente enfermo y pudorosamente conservador escandalizaron a la sociedad insular, adusta y recelosa.
Cientos de miles de personas peregrinan cada a?o a las celdas de la cartuja donde Sand y Chopin vivieron una peripecia de 56 d¨ªas, "a dos jornadas de navegaci¨®n de Francia" entre "una poblaci¨®n tan atrasada, tan fan¨¢tica, tan t¨ªmida por no decir otra cosa. Y de tan insigne mala fe". Con mirada colonial, Sand afirm¨®: "Trescientos a?os de retraso separan Mallorca de la civilizada Francia" y con despecho habl¨® de "la isla de los simios". En sus memorias consider¨® que hab¨ªa sido "injusta, violenta" con los isle?os.
La autora opin¨® que la estancia "fue un suplicio para ¨¦l y un tormento para m¨ª", y tres a?os despu¨¦s del viaje public¨® la obra por entregas bajo el t¨ªtulo inicial Un hivern au midi de l'Europe. Ella fumaba, estaba arrejuntada y no acud¨ªa a misa, ante nativos cubiertos de velos negros y capotes, que cada d¨ªa rezaban el rosario. Les apedrearon en el campo y fueron expulsados de una casa por miedo al contagio de la enfermedad del compositor, tenido por t¨ªsico.
Sonrisa y enga?o
"Qu¨¦ importan a los mallorquines las novedades venidas de fuera sobre pol¨ªtica o arte si el cerdo es el ¨²nico asunto que les preocupa", relat¨® George Sand. En los trayectos de la isla al continente, la pareja se horroriz¨® por los gru?idos de las piaras en tr¨¢nsito naval. Chopin indic¨®: "Nuestra existencia hubiera sido muy agradable a pesar de lo salvaje del pa¨ªs y de la picard¨ªa de los habitantes".
Sand, que escrib¨ªa sentada en el cementerio de monjes, culmin¨® en Mallorca Spiridion, que se publicaba por entregas. Chopin, atormentado por la enfermedad, compuso varios preludios, traz¨® La segunda balada en fa mayor, opus 38, el Tercer scherzo, opus 39, dos polonesas, una mazurca, y quiz¨¢ pens¨® los dos Nocturnos, opus 37 y una sonata.
El texto de Sand, para el historiador Miquel Barcel¨®, "sigue sin ser analizado, intacto, incomprendido como una f¨¢bula de origen, como un recordatorio severo de que hubo una vez en Mallorca una sociedad inm¨®vil de campesinos pobres, rutinarios, 'que no piensan jam¨¢s', de se?ores absortos rodeados de dom¨¦sticos inactivos y de jud¨ªos afanosos e hip¨®critas".
El psiquiatra Miquel Roca entiende que "el viaje es al tiempo una sonrisa y un enga?o. Se ha descrito a Sand en Valldemossa como prisionera de guerra, pero vete a saber qui¨¦n fue la v¨ªctima, si Chopin o Sand. Es una perpetua diatriba que han comentado Gabriel Alomar o Robert Graves". El doctor concluye que el m¨²sico "debi¨® ser un enfermo espantoso e insoportable".
P¨ªo Baroja desde?¨® as¨ª a la escritora: "Una mujer gorda, cetrina, poco atractiva, tan talluda y con furor er¨®tico como Chopin, un hombre desquiciado con un genio insoportable", mientras que Rub¨¦n Dar¨ªo le llam¨® "comehombres, n¨ªnfica, caprichosa, loca y mala madre".
Valent¨ª Puig, en la bella versi¨®n del editor Miquel Font, de 1985, se?ala: "La estancia de la escritora francesa y el compositor polaco en la Cartuja de Valldemossa -aquel invierno en Mallorca- a¨²n fascina a los lectores y renueva el enigma en cada recodo de la compleja relaci¨®n entre aquellas dos vitalidades, el paisaje y los hombres y mujeres de la isla".
Sand hab¨ªa vaticinado, mal: "Creo que dentro de 50 a?os ser¨¦ olvidada y quiz¨¢ completamente desconocida". La autora no cit¨® a Chopin en su memoria mallorquina y el m¨²sico no le dedic¨® ninguna obra. Y cada invierno, y en todas las estaciones, peque?as multitudes frecuentan sus escenarios insulares y siguen el rastro y la memoria de aquella aventura de amor y descubrimiento de dos genios.
Babelia
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